"Days go by like the wind and this life is too short" The Rasmus

viernes, 25 de marzo de 2016

La Aprendiz -Cap 3-

Capítulo 3: La Aprendiz


"Mi victoria es tu derrota"


Y entonces, supiste que habías caído, qué la efímera felicidad era sólo eso, algo pasajero más no duradero. Respiras por fin y comienzas de nuevo, en busca de algo tangible para el alma.


Me marché al día siguiente de esa noche, esperando volverlo a ver. Firmé mis contratos y al cabo de una semana tuve la intención de volver, además quería ver a Marianka, me contaba qué ahora era más segura de sus decisiones en cuanto a su ex, pero quería verlo por mis propios ojos, pues así podría estar totalmente segura.

Llegué a Finlandia, sin avisarle a Markus, puede que ya tuviera a otra, o puede que no, pero la verdad es que me daba igual, no podría esperar otra cosa de un cabrón, y sólo porque habíamos jugado un poco a ser más que amigos, no podría esperar nada de él, así que primero fui a ver a mi amiga, ponerme al tanto de todo, y luego al día siguiente lo buscaría.

No estaba, se había marchado a Dinamarca al parecer iba a estudiar allá, su familia me insistió en quedarme en donde había sido mi hogar por tanto tiempo, así que acepté. Tomé relativamente bien que no estuviese Markus, me había pedido que regresara, y lo había hecho pero él se había marchado, solo dejando recuerdos.

No estaba triste, ni melancólica, no eso no, había dejado de habitar mi planeta mucho tiempo atrás, pero no podía negar que me hacia falta, como cuando tienes un par de zapatos favoritos que los has perdido y sientes que los extrañas, así era la sensación que sentía hacia Markus, claramente lo podía ver en cada rincón de la habitación, al principio me ahogó por un milisegundo su recuerdo, su falta, pero así como vino así se fue.

Esa noche me escribió, creo su familia le contó que estaba ahí, y me reclamó porqué no le dije que iría, pues él habría pedido permiso para viajar, pero no tenia sentido haberlo hecho, era como abrir una brecha para algo que no podía ser.

Y desde ese día que me escribió lo siguió haciendo por mucho tiempo, tiempo después inclusive de haber regresado yo a Noruega. Me gustaba, pero me incomodaba porque sabia a donde iba esto, me volvería adicta en cualquier momento, sin que me diese cuenta, y cuando ya lo notase seria demasiado tarde; catastrófico.

Entonce hice lo que hacen, cada vez contestaba mas lento, me tardaba horas, y era de pocas palabras, monosilabo usada, él no se puede decir que tenia el don de la palabra a la hora de escribir, y por lo tanto como me escribía, así era yo. Reclamó que era muy fría con él, pero ¿De qué otra manera podía ser y no enamorarme?, habíamos jugado con fuego y tarde o temprano llegaría a quemarme y no podía hacerlo no con él.

Fui hiriente en algunos mensajes lo admito, pero debía poner un escudo en mi mente, no pensarlo, no ilusionarme, no enamorarme. Lo herí, así me lo hizo saber y desde ese día dejo de escribirme a voluntad, solo lo hacia sí yo le escribía algo, y como yo apenas y le escribía, no porque no quisiese sino porque era peligroso, pero a la larga siempre me hacia falta si quiera saber que ahí estaba, lo que antes eran mensajes diarios, se convirtieron en mensajes semanales, hasta que dejamos de escribirnos totalmente.

Y fue entonces que me di cuenta, la falta que me hacia, saber de él, al menos un mensaje, algo una señal de vida, pero no lo hizo, ni yo tampoco. 

Se acercaba la fecha pautada por mi empresa de regresar a Finlandia a realizar una auditoria, fui y el mismo día me regrese sin visitar a su familia, solo pasando a ver a Marianka y llevándola conmigo a Noruega a pasar navidad. La prima de Markus me informo que se encontraba  en Helsinki, que fuera a verlo y a visitar a toda la familia, pero le dije que en otra ocasión además ¿Qué caso tenia ir?, si no había intercambiado ni una palabra con él, no sabia absolutamente nada.

Y solo tal vez, viajaría si él me lo pedía, solo así, porque me lo había mandado a pedir pero por intermediarios, y así no valía, tenia que ser él mismo, ya fuese por llamada o mensaje, y hasta que eso no pasara no daría una respuesta positiva. ¿Quería verlo? si, tenia ganas de verlo, extrañaba sus labios, sus besos, tenerlo junto a mi, pero tenia que pedirlo.

Y así lo hizo, dos días después, pero de una manera tan cabrona que no fui. Había dicho: - ven si quieres, sino pues no vengas.- escuchar su voz, me gusto, pero no me hizo cambiar de parecer, por el contrario me hizo estar mas firme en mi decisión.

Marianka estaba al tanto de lo sucedido, y podía entender mis ganas de verlo, pero le dije que no era posible, no de la forma en la que me lo pedía, o se esforzaba más o que se buscara a otra para jugar. Quería jugar, pero no así, entonces ella  con sus palabras me abrió los ojos, esta podría ser la ultima vez que lo viese, quien sabe en Dinamarca y encontraba su pareja y se casaban, o yo, encontraba a alguien y formaba mi familia, nunca más podríamos estar juntos.

¿Me hacia feliz ir a verle?, si, claro que si, quería verlo, no me hacia falta pero era la ultima vez, entonces recordé un cita que leí hace mucho tiempo atrás, "si la vida te da limones, has limonada", tenia a Markus para mi disfrute, y podría disfrutarlo así que sin pensarlo dos veces, cambié de idea y apostaba a ir a Finlandia, a verlo aunque sea por ultima vez.

Pero no siempre lo que uno planea se hace realidad. Al día siguiente mientras hacía mis maletas, me mandó un mensaje, había pasado casi una eternidad de no saber nada de él, y pedía verme, eso lo sabia, lo que no sabia, era que pedía verme en Noruega, ¡Él estaba en Noruega!, en ese momento, las baldosas de cerámica modificaron su estructura y se volvieron de gelatina, tragándome inmediatamente.

Mi corazón comenzó a latir aparatosamente, ¡había venido a Noruega a verme!, sentía burbujear la efervescencia de mi alma, mientras recordaba una y otra vez su petición. Pero no quería que fuera en Noruega, quería ir a Dinamarca junto a él, no conocía, y quería conocer un poco de su lugar, se lo hice saber y no aceptó, dijo que mejor aquí, porque después volvería a Finlandia.

Y entonces, mi corazón empezó a latir a su ritmo normal, ya el suelo había vuelto a su estructura normal; la dura cerámica, que me mantenía a flote de ese chispazo, que había sido esporádico. ¿Acaso ya tenia a alguien en Dinamarca? seria lo mas probable, pero quería verme, quería que jugáramos, ok solo jugaríamos. Pautamos la cita para el día siguiente, y no sé por un momento imaginé que me dejaba plantada, no como había sucedido antes, cuando regresé a Finlandia y él se había marchado, pero ahora si seria deliberado, aparté esos pensamientos y fui a comer a un restaurante japones con Marianka, necesitaba relajarme y dejar de pensar, pensaba demasiado.

Era una cita con Markus pero no lo sentía como tal. No perdí tiempo en escoger que ponerme, elegí algo bonito rápido, aunque había pensado totalmente lo contrario. El día que había solicitado verme, quise sacar cada pieza de ropa y medirmela, para ver con cual me vería mas bonita, pero no ahora, solo estaba arreglada y ya, como si fuera una cita de negocios.

Pasó media hora, y estaba en el centro comercial, no llegaba, por lo que me fui a ver tiendas, ocupaba unas cosas y así aprovecharía el tiempo. Sabia que le quedaba lejos este lugar desde su hotel, pero aceptó. El tiempo pasó sin darme cuenta, las tiendas me absorbían  por completo, cuando escojes algo, te lo pruebas y no te queda, y sigues buscando, solo fue hasta que termine que caí en cuenta que  no había llegado, ya habían pasado dos horas, sí había comprobado mi celular para ver si algo le había pasado, en mas de una ocasión, había regresado al lugar pautado muchas veces, tal vez se había quedado sin carga, y no estaba molesta mientras tanto de que estuviera retrasado, eso no me es problema, algo tuvo que pasarle, pero seria totalmente lo opuesto si me dejase plantada, odiaba categóricamente ese hecho.

Ya me quería ir, y ni señales de vida. Así que lo llamé, sonó una ,dos y a la tercera contestó.

-¿Dónde estás, no se supone que nos veríamos en el centro comercial?- pregunté rápidamente, aun sin haber escuchado su voz. Mientras tanto seguí caminando por los pasillos del lugar, sin fijarme en las vitrinas de las tiendas.

-Estoy de camino a Dinamarca.- dijo tranquilamente, como si hubiese pedido una orden de comida, sin ninguna intención de explicarse ni nada.

-Ah... ok.- fue lo único que pude articular, y colgué. Y sentí  como si un rayo me hubiese atravesado y partido en dos, ahí delante de todos, en la mitad de una multitud de personas que aun no se percataba de mi catástrofe, noté como se humedecieron mis ojos, pero me negaba categóricamente a derramar una lágrima por ese jodido cabrón, ¡me había dejado plantada! y para colmo se había marchado a Dinamarca, en lugar de venir a mi encuentro.

Caminé como pude, me senti por un momento desfallecer, pero me rehusaba a darle tanto valor, mi nariz comenzó a gotear el liquido transparente que sale, una vez que comienzas a llorar, pero aun no lloraba, estaba luchando intensamente por no llorar, que nadie se enterara del apocalipsis que estaba viviendo.

No dejaba de sorber por la nariz, aunque seguí sin derramar ni una sola lágrima, mis manos estaban temblando caminé en círculos por todo el lugar, sin saber a donde ir, estaba como en modo automático, aun queriendo llorar amargamente por haberme dejado plantada, ¡algo que odiaba!,  ¿pero estaba tratando de contener el llanto perpetuo por eso, o porque me había enamorado y estaba sufriendo la ruptura de este corazón?.
-¡Maldito cabrón!- vociferé cuando llegué a mi carro, pegandole al timón. Lo maldije mil veces, le deseé la muerte, deseé que su vuelo fuera atacado por terrorista y explotase en mil pedazos, no ir a su funeral, no perdonarlo, y mandarlo al infierno si venia como alma en pena por la noche en busca de mi perdón.

Otra vez ahí estaban mis ojos, humedeciéndose a al velocidad de la luz, tratando de liberar ese tsunami de ira que contenida en mi interior. ¿Por qué me había dejado plantada?, ¿¡Por qué!? y entonces lo entendí, me estaba dando una lección, la última en carne viva, tonta yo que había accedido a su llamado, tal y como le había dicho a Marianka, ellos saben lo que tienen, y lo usan, el por qué... no era otro porque podía, así de simple.

Mis ojos estaban en un ida y venida, de querer derramar mis lagrimas, cada vez que recordaba esa sensación que sentí al escucharlo hablar, me corroía el alma, más y más profundamente, creyendo que no podría llegar tan al fondo y matarme.

Llegué a mi casa y lo primero que me preguntó mi amiga fue como me había ido, se lo conté todo y fue como revivir una pesadilla a flor de piel, aun estaba tan sensible la herida, pero no derrame nada, ni una lágrima, no podría llorar no por un cabrón que no merecía mis lágrimas, ni que desperdiciara mi costosa mascara de pestañas Lancome, no valía ni un puto centavo.

Me tranquilice y revicé mi celular, activando el wifi, ya que estando en casa era la única manera de estar en internet, aparecieron dos mensajes suyos, el primero: " ya no, se cancela" hora 09:04 y otro "¿Dónde estas? hora 11:07, eso hizo que mi tsunami se apaciguara solo momentáneamente, lo que dura la caída de una gota de agua.

Esta bien, lo había cancelado, pero ¿Por qué no se había asegurado de que yo me enterase que no iba a llegar,? ¿ Por qué no me dijo nada cuando lo llamé? ¿Por qué no me llamó? ¡¿Por qué!? y mi ira retorno con mayor intensidad, lo había hecho apropósito, eso era lo unico. Y le conteste lo más humanamente posible.

-Gracias Markus, Cabrón hijo de puta.- y quise matarlo, con mis manos, con lo que fuese que encontrase.

Seguí invicta a través de todo el día, sin derramar ni una lágrima, ya por la noche,  mi mente como si creyese que se me había olvidad algún detalle de lo sucedido en el día, volvió a pasarme todo lo ocurrido en el dia, paso a paso detalle a detalle sensacion a sensación y quise gritar, porque en la oscuridad de la noche donde nadie podía verme o escucharme podría  llorar y gritar. Mi rostro se contrajo totalmente haciendo esa típica mueca cuando lloras, mis ojos humedecidos lloraron pero hacia el lado, hacia la almohada, así que pude seguir invicta de no derramar lágrimas por mis mejillas, no aun.

Al día siguiente, estaba mejor, como nueva, apenas y recordaba lo sucedido con la intensidad que lo había hecho, él aun no daba señales de vida ni por mensaje ni por llamada y era mejor, me estaba sosegando, apaciguando la fiera por dentro. Durante todo el día, ni una sola vez pensé en llorar, había pasado y no valía la pena estar mal por eso, me había dejado plantada era un hecho a afrontar y punto, pasar la página, ya no deseaba su muerte, es mas, quería saber si estaba todo bien, porqué tan repentinamente había cancelado los planes, porqué canceló dos horas del encuentro, solo que yo no me enteré, así que bueno no lo hizo apropósito, o solo lo estaba defendiendo, no sé y me daba igual, si volvía o no.

Pasó una semana hasta que supe de él, ya ni recordaba que estaba molesta. Se disculpo por no haberse asegurado de que me enteraba que no llegaría a la cita, le dije que todo estaba bien, dijo que no había podido comunicarse porque había viajado de urgencia a Dinamarca por unos papeles del traslado de universidad, y en el viaje aparatoso había perdido su celular en el aeropuerto, y al hacer el pedido del nuevo teléfono, había tenido que esperar por los tramites del seguro y luego por el modelo que había escogido. Se le escuchaba realmente arrepentido, ¿y le creía?, no lo sé a ciencia cierta, solo no sentía nada, ni si era mentira y dolía, ni si era verdad y euforia, nada, era como si hablase con servicio al cliente.

Me pidió vernos, no acepte, se enojó, argumentando que estaba aun enojada por lo de la otra vez, pero no era cierto, solo no quería ya jugar, quería estar formal con alguien, quería saber que era querida y dar mi cariño, en él ya no podría confiar nunca más, ni en un millón de años, se había roto ese espejo de confianza, claro esta por un mal entendido tal vez, pero estaba roto, y por mas que lo tratase de pegar ya no podría dar su reflejo igual.

Como no aceptaba vernos, aunque si seguíamos mensajeandonos diariamente, todo el día, inclusive por llamadas, no quería verlo, no me apetecía, no sentía deseos, y estaba Lauri Ylönen un joven de ojos verdes claro, con pelo castaño un poco largo, de quijadas prominentes, de nariz pequeña respingona y de una boca tan sensual, pero lo mas sensual era la manera de hablarme, por medio de canciones con esa voz ronca, casi todos los días venia a verme con su guitarra en mano, era como tener una serenata todos los días, y era delicioso sentía una paz infinita, una euforia apabullante.

Entonces él vino desde Dinamarca, aun al paso de los meses de nuestros mensajes, que no eran de amor, ni nada, solo de simple amistad o así lo veía yo. Él vino  sin previo aviso a mi casa, para encontrarse conmigo, sin embargo no estaba sola, estaba con Lauri despidiendolo en el umbral de mi puerta, con un ardiendo beso en sus labios.

Él estaba al otro lado de la calle viendo fijamente hacia mi casa, Lauri se habia marchado hacía unos segundos, pero él había quedado petrificado, congelado en ese lugar, sin parpadear, solo contemplandome, por lo que bajé las gradas y fui hasta él ya que entendí que él no lo haría.

Me acerque poco a poco, pero él seguía estoico, hasta taciturno inclusive, su rostro visiblemente desfigurado por el dolor, de haberme visto besar a otro hombre que no era él.-Hola.-le dije, como si nada pasara, y es que nada estaba pasando, él era un amigo, el cual no tenia ningún derecho a sentirse mal por lo que hiciese con otro hombre.

Sus ojos estaban un poco brillantes.-¿Quién era él?.- mi miraba intensamente, sus ojos entrecerrados, haciéndose un poco mas pequeños de lo normal, leyendo claramente lo que en verdad quería preguntar. ¿Por qué me has traicionado?, sus labios estaba apretados en una linea contiendo su ira y gritarme o no lo sé.

-Mi novio.- dije seriamente, sin inmutarme por lo que visiblemente él estaba sufriendo. No es que no me importase, o tal vez solo había perdido la empatía hacia él, pero tampoco podía decirle mentiras.

Vi por un momento sus ojos humedecerse y entonces lo entendí, él creyó que eramos novios, y que tenia derecho de venir aquí sin avisar, sin pensarlo había propiciado a su adicción a mi cercanía, aunque fuera por mensaje por llamadas él había hecho castillos en el aire de los dos juntos.

Tuve el impulso de decirle lo siento, pero no lo sentía realmente, no sentía nada hacia él, era como si hubiese botado su helado y tenia que disculparme, si lo hacia seria por cortesía no porque en verdad lo sintiese.

Y entonces vi en ese mar de agua contenida, lo que yo nunca pude hacer en publico, ni en privado, de su ojo derecho por la parte inferior de en medio, una lágrima rodó por toda su mejilla liberando su propio tsunami, devastando todo a su paso, y sólo entonces, por primera vez desde hacia mucho tiempo, me sentí triste, por él y de él, quise acunar su rostro entre mis manos, decirle que esto qué estaba sintiendo pronto pasaría, que no seria para siempre, que no lo había hecho a propósito, qué sabia que él entendía que era un juego un simple juego, pero nada de eso sucedió, ni le dije nada, ni hice el intento de tocar su terso rostro, solo contemple como ese único ojo desbordaba esa potente y larga lágrima, me pareció eterno el tiempo que estuve frente a él y fui la única testigo de ese armagedon.

Parpadeó al fin,  bajando su rostro  sin dejarme ver si había liberado en su totalidad el otro ojo, dio media vuelta y se fue caminando, como si se tratase de un vagabundo que vistiese en harapos, con un andar lento, pausado, como si tuviese una enfermedad en la pierna que le impidiesen andar a su velocidad normal, pero solo era una enfermedad emocional por la qué estaba pasando llamada; amor.

Y entonces la persona que nunca había tenido a nadie en su corazón, que si las había tenido a todas en mente y cuerpo, conoció a la que vino a derribar la muralla que protegía su coraza, la que hizo vibrar su alma, la que lo hizo subir al cielo y lamer el infierno, con ella supo lo que era amanecer todos los días con el anhelo de sus caricias, de la dulzura de sus palabras, de la pasión y la traición, del desasosiego que podría llegar a sentir su ser, de la alegría, agonía y la desesperación, porque no en vano dicen por ahí... qué hombre que juega con todas la paga con una.


FIN




Por supuesto que te haré daño. Por supuesto que me harás daño. Por supuesto que nos haremos daño el uno al otro. Pero esta es la condición misma de la existencia. Para llegar a ser primavera, significa aceptar el riesgo de invierno, para llegar a  ser presencia, significa aceptar el riesgo de la ausencia.
 - Antoine de Saint-Exupéry




1 comentario:

  1. Muy bueno!! He acabado todos tus fics, ame todos !!!!! Espero que subas mas pronto, Eres muy buena escritora , amo tu blog😍😍😍

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