"Days go by like the wind and this life is too short" The Rasmus

domingo, 17 de junio de 2018

Voy a Marte, desde Venus




Voy A Marte, desde Venus

Prólogo


La vida es tranquila hasta que te gusta alguien, y sientes que ya no eres la misma persona, que le sonríes  a todos, que todas las cosas que haces, las realizas con una aura distinta, que sin importar la vicisitud de las circunstancias, siempre encontraras como salir de ello, te vuelves positiva ante la vida, sientes que ya no caminas igual, que ahora lo haces a unos centímetros por encima del suelo, estas envuelta en una fina capa, que parece ser imperceptible para ti, pero muy visible para los demás, pues todos notan que has cambiado, que no eres la misma, que una luz brillante se proyecta de ti, y todos quieren saber el  por qué. Qué has dejado de llevar una vida tranquila pero insípida, a llevar una vida vibrante, y gozosa.


Eso es cuando alguien te gusta, pero ¿Cuándo estas enamorada?.

Pero sin irnos tan allá, primero disfrutas la etapa del gusto, que todas tus hormonas conspiran contra ti, y así como todo te parece color de rosa, hasta él te parece algo perfecto, lo vez hermoso, tanto por dentro como por fuera, pero amiga mía, es una trampa, hecha por tu propia mente, pues nadie es perfecto en este universo, y solo cuando la etapa efímera del gusto, cubierta por las hormonas y la novedad pase, y llegue la cuesta arriba del gusto realmente de la persona, de la tolerancia por cosas que tal vez son nuevas para ti, o las diferencias entre los dos  y entiendas que en ocasiones el amor no es solo eso; un sentimiento de cuentas de hadas, sino que es un símbolo de compromiso, respeto y confianza entre dos seres, porque si no amas a esa persona no podrás cumplir nada de lo dicho anteriormente, sino cuidas de ese otro ente; ya sea con palabras, o demostraciones, tampoco  amas, solo estas atrapada en la lujuria o la ilusión del momento. Como dijo El principito: amar y gustar son dos cosas diferentes. Si gustas de una flor; vienes y la arrancas, pero si amas una flor; la cuidaras diariamente, la regaras, procuraras que reciba el sol necesario, que en tiempo de lluvia no perezca, esa es la gran diferencia, y no todos somos capaces de entenderla... o no a tiempo, y entonces un día que gustabas de ese alguien que nada te molestaba, al otro día ya todo te empieza a molestar, o quieres tratar de cambiar eso que no te agrada, y eso nunca será amor.

Ven y descubre si Kaia; una joven entusiasta, amante del arte, esta realmente enamorada de Mauri; un exitoso Ingeniero Civil, hijo de uno de los cantantes mas famosos de Finlandia; Lauri Ylönen, o simplemente es un gusto que tiene por él.





***

La noche es cálida, a penas y siento el susurro de la brisa sobre mi piel. Tumbada sobre la arena fría de la Isla Maldivas, con mi mirada perdida en el oscuro cielo, dejo vagar mi mente, que las olas del mar acaricien mis pies, y se lleven el pesar de haberme marchado de un lugar en el cual no quería plantar raíces, pues tenemos pies para andar por el mundo y devorarlo, no para permanecer para siempre en el mismo lugar.

Si cierro los ojos, lo primero que viene a mi mente es su rostro, que inmediatamente hace curvar la comisura de mis labios en una sonrisa tonta, de esas que no puedes evitar, aunque quieras. Me encanta sus ojos castaños, se parecen a los de su padre Lauri, en la forma, no en su color. Son pequeños, coquetos y vivaces pero lo mas extraordinario, es que cuando me ve fijamente a mis ojos siento que desnuda mi alma, que se mete a lo mas profundo de mi ser, que por un instante me deja petrificada, ahí frente a el, contemplándolo fijamente y descifrando que es lo que el puede ver en mi, que lo hace verme de esa manera tan cautivadora, tan devoradora que obviamente me encanta.

Su rostro es el vivo retrato de su madre, de rasgos finos, pero varonil,  de labios carnosos, que invitan a darle un beso hasta que el aire nos falte, su nariz pequeña aristocrática que le da cierta altivez a su perfil, sus cejas acompañan fielmente  a sus ojos, siendo finas que da la impresión que fueran perfiladas por un barbero, pero eso no quiere decir que le den un rasgo poco varonil, por el contrario todo en conjunto hacen de su rostro algo sublime.

Es un hombre muy alto, a diferencia de su padre, ya que media 1.80 m, es la altura perfecta para acompañar un abrazo, no soy una hobbit, pero casi, con mis 1.60 m encajo perfectamente entre el espacio de sus omóplatos, de su espalda musculosa, ya que todo el es atlético. No hay lugar mas cómodo en el mundo que quisiera estar ahora mismo, y eso dice mucho, ya que estoy tirada en una isla de las mas bellas del mundo. Pero estoy aquí, y no con él, con Mauri Ylönen. Su cabello castaño oscuro, algo liso rebelde, cortado casi al ras, que incitaba a brindarle mimos. No era como el de su padre, pero me gustaba. Su piel canela, bronceada por el sol, incitaba a acariciarlo.

Diran que escape de Finlandia, y pueda que fuese cierto, pero no podía seguir así, apenas llevaba una semana de conocerlo y sus mensajes alegraban mi momento, sus llamadas elevaban mi ritmo cardíaco, hacían temblar mis manos,  brotar sudor de mi rostro, esbozar una sonrisa de las mas tontas que se puedan imaginar, su voz liberaba toneladas de endorfinas en mi interior, esa hormona que los científicos llaman la de felicidad, en resumen parecía una drogadicta, que cada vez que él aparecía era como darle la bienvenida al mayor elixir  y él obviamente, el proveedor de la mas deliciosa sustancia que pudiese existir, y si, solo una semana de conocerlo, por obvias razones tuve que darme un respiro y si, huir.


Sentía que era una venusiana y él mi marciano, distanciados por miles de kilómetros, y que en realidad así sucedia pues el vivía en Suecia y yo en Finlandia, desde que lo había conocido, desde ese momento me había subido a una nave, sin darme cuenta claro esta, con rumbo a su planeta, a Marte, sentía que todo mi ser, mi mundo giraba a su alrededor, como si su campo magnético atrajera mi nave con mas fuerza a su planeta, eran tantas emociones que comenzaron a abrumarme y me di cuenta de que a la velocidad que iba mi nave, al llegar al planeta iba a estrellarme y morir, y decidí, bajar la velocidad, retroceder, y cambiar de rumbo, volver a mi planeta, donde era capaz de pensar con claridad, sin nublar mi razón.

El por su parte, era en realidad casi un hombre de otro planeta, podría  jurar un Marciano, era diferente a todos, internamente si me permiten; les explico. No era el típico nieto de Zeus, hermoso por fuera horrible por dentro, por el contrario, era honesto, responsable, cariñoso, bondadoso, leal, sincero, y fiel, terrícolas así estaban en peligro de extinción, todo eso lo hacia muchísimo mas hermoso por dentro que por fueran, se podría decir que opacaba su belleza externa, pero no, solo la realzaban mas, y siguiendo los pasos de su padre por la construcción, había decido ser Ingeniero Civil, un virtuoso matemático, que por ese simple hecho lo catapultaba a la cúspide de todos los demás terrícolas con y sin las virtudes mencionadas antes. Se podría decir que me fascina su cerebro, que si pudiese lo besaría, pero es que hay una razón para eso, soy una piedra para los números, carezco de esa inteligencia natural en ese ámbito y por eso mi admiración cuasi amor.

Ademas tenia otra cosa que lo hacia diferente al resto, su desapego por el celular en pleno auge de la tecnología, si contaba con un modelo de vanguardia, pero no pasaba inmerso dentro de él. Al principio eso me perturbaba pues el modo operandus de todo terrícola era: mensajear a morir hasta que esa dama caiga, que respires por medio del celular, de tantos mensajes que te manda y demanda en contestar, ya sea al instante o unos minutos después, porque si no, hay algunos que ya entran en la paranoia de porque no se les contesta rápido, que si esto que si lo otro, se ponen en el lugar de la mujer, porque a nosotras también nos suele pasar, que si lo podré decir yo, pero en fin, esa es otra historia. Continuando con sus diferencias, le bastaba unos pocos mensajes al día, a lo mucho unos 3 y desaparecía, literalmente, como si un agujero negro lo succionase, pero cuando retornaba del agujero, lo hacia en grande, siempre llamaba, siempre, y una llamada valía mas que mil mensajes porque podía escuchar su voz, eso hacia mas real el momento, saber si estaba contento, nervioso, ansioso o tranquilo, algo mas verdadero.

Su voz, grave varonil era una delicia ante mi oído inexperto, que antojaba tenerlo cerca y que fuese algo mas real, que su voz rozara mi nuca poco a poco acercándose a mi oído y pronunciara lo que le diese la gana, ese pensamiento hacia erizar mi piel, que sus brazos rodearan mi cintura y me apretaran contra el, fuerte hasta que lograra escuchar su corazón, sentir su aroma y perderme en el, pero no, decidí huir de esa posible realidad, y ahora tirada en la playa, era otro tipo de sensaciones que venían a mi. ¿Lo extrañaba?, si, pero extrañaba lo que mi mente quería hacer, porque en realidad solo nos habíamos visto una vez, contactado por teléfono a través de amigos en comunes y ahí había surgido la chispa, que era eso una chispa algo casi efímera, que quería que se convirtiera en llamarada.

Era pensar que había encontrado un marciano entre terrícolas, u oro entre las piedras, y como no querer que estuviese a mi lado, los humanos somos adictos a querer lo distinto, lo que no se parece, lo que es único, y Mauri parecía ser único.

Pero él en Marte y yo en Venus, lo hacía algo complicado, mas no imposible. Él aun no se percataba de toda la turbulencia que había ocasionado en mi, es mas, ni sabia que había puesto mas kilómetros de distancia entre los dos, teníamos un día de no saber nada el uno del otro, y cosa que era normal, a veces era succionado por un agujero negro, y sabia estaba próximo su retorno, su llamada, mi debilidad.

Aparte del miedo de lo que él estaba causando en mi, también se agregaba que no sabia que sentía él por mi. Yo era  transparente en mis palabras, y si algo suyo me gustaba lo decía, no había día que no le dijera alguna cosa que descubría en él que me agradara, él obviamente sabia que me gustaba y mucho, pero yo no sabia nada... estaba en la penumbra, eso me hacia querer poner muchísimos mas kilómetros de por medio, porque entra mas distancia ponía, mas podía sentir la paz en mi interior.

¡oh pero soy una terrícola! que se cree de venus y que ama sentir al máximo ese subidón de adrenalina, que solo su presencia no tangible, causaba en mi, me daba pavor lo que podría pasar si interactuabamos frente a frente, pero era un pavor, de esos que sientes cuando vez una montaña rusa, que sabes que sera grandioso, que morirás de miedo, que te querrás bajar al primer cambio de altitud pero que al mismo tiempo amaras sentir todo eso al mismo tiempo, y querrás repetirlo una y otra vez.

El sonido de mi celular me saco de mis pensamientos, y sin saber quien me llamaba ya lo sabia en mi interior, mi corazón comenzó a latir estrepitosamente, y en mi rostro se dibujo la mas grande sonrisa que puede formar, como pude me puse en pie, pues sentía débil las piernas y corrí hasta la banca que estaba sobre la arena  a unos metros de mi, pero que la sentía mas lejana, corrí y corrí no se si fueron unos pasos o mil kilómetros yo sentí que atravesé el mundo entero, por querer contestar esa llamada.

-¿Alo?- dije,  acaloradamente, con la cara mas feliz, como si hubiese sido la descubridora de América. El subidón de adrenalina esta en su punto máximo, eso causaba él en mi, y obviamente era adicta a esa sensación, sin importar cuantos kilómetros pusiera de distancia, eso no se extinguir así de fácil y no quería, quería seguir sintiendo eso.


***
  













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