Me he perdido un poco, pero he vuelto, y ahora si, para darle fin lo mas rápido posible a esta historia.
Es increíble cómo
pasa el tiempo, apenas y siento que lo conocí ayer, y ya van 2 meses, que se
dicen rápido, pero no lo son. Si me preguntas, ¿si soy feliz?, te diré que sí,
¿igual que antes?, no, esta felicidad de ahora, es de otro nivel, del tipo de
felicidad, que te hace querer flotar en lugar de caminar, que te hace sonreír
aunque no tengas una razón alguna, solo el instantáneo cruce de su recuerdo, te
evoca querer sonreír, porque todo es diferente ahora, ya nada es igual que
antes.
Pero no solo en
cuanto a la felicidad, he cambiado, hay algo más, me he vuelto muy perceptible,
a la rutina que él ha establecido conmigo, ahora es más y más lejana la
comunicación, no sé si es un mecanismo de defensa suyo, o causalidad de la vida
o … no, ¿por qué quien ignora un mensaje de una persona, por dos días seguidos?
Solo alguien a quien no le importas realmente, y sea como sea, ese pensamiento
se cuela en tu mente, hasta hacer un orificio, taladrar y romper.
Él dice que mis
comentarios, cuando no están cubiertos de una ternura, no le gustan, pero ¿Cómo
ser tierna, cuando no quieres serlo, porque muy muy en el fondo estas dolida,
que te has dado cuenta, que no eres una prioridad en su mundo virtual, que
cuando ya no quedan más mensajes por responder, aparece ese mensaje que hace 2
días no has respondido, y hay que responderlo, no se puede poner happy face,
cuando te sientes pocker face.
Siempre ha existido
ese tiempo libre entre nosotros, en el cual no tenemos interacción y está bien, pero antes era 1 día o dos, y los
mensajes sea como sea eran respondidos y cuando ya no había más de que hablar
nos dispersábamos. Ahora se han transformado en mensajes sin responder, en
llamadas sin contestar, por cosas del destino, que si lo ponemos en parámetros
karma, es tal cual; yo le escribo y no contesta, él me llama y no contesto.
Siento que mi nave
va y viene entre mi planeta y el suyo, que la gravedad del espacio me sostiene
ahí, en ese punto medio, que días avanzo más hacia su órbita y hay otras veces
que desacelero y quiero regresar a mi mundo, donde todo es tranquilo, en paz,
feliz aunque insípido.
Mas sin embargo, no
puedo poner reversa y salir del limbo gravitacional en el que estoy, me quedo
contemplando todo a mi alrededor y me dejo inundar por los miles de asteroides
que pasan cerca de mí, que están a poco metros del impacto, de romper mi nave,
y hacer caer al vacío, así estoy realmente con Mauri, él mi meteorito, yo una nave indefensa, que
desea activar sus escudos para protegerse del impacto, pero que dicho
artefacto, al parecer me hacía cambiar, y un cambio que era tan visible que a él no le satisfacía.
¿Sería acaso mi nave de tan buen material, que lograría recibir un impacto, sin
tener daño alguno?, solo esperaba que sí, porque no quería activar mis
defensas, porque en efecto me hacían cambiar, quería dejarme así tal cual, sin
nada que ocultar.
No debería ser tan
complicado ¿o sí?. Es como cuando vas al mar, sabes nadar, pero te pones tu
chaleco salvavidas, porque quieres sentirte segura, y entonces ese otro ser que
está ahí nadando, mirándote fijamente, sonriéndote, extendiendo su mano hacia ti,
te invita a nadar más profundo, donde sabes hay cosas maravillosas, que solo
podrás verlas, si te quitaras tu chaleco.
Dudas obviamente de
hacerlo, pero su mano se ve tentadora, y mucho más lo que próximamente
experimentaras, y que solo de ti, exclusivamente de ti depende; si avanzas,
tomas su mano y te sumerges o te quedas en la superficie flotando, como todos
los que no saben nadar, pero recuerdas que tu si sabes, y que no hay que vivir
con miedo, y eso te hace reaccionar, te quitas tu chaleco, nadas hacia él, como
el imán que es para ti, tomas su mano, te maravillas del contacto entre los dos
por un momento, lo grabas en tu mente y se sumergen, muy y muy profundo en el
mar, viendo las maravillas que el coraje de haber aceptado hacer eso, te
ofrecen, y sonríes, porque has elegido bien.
Solo era dejar el
miedo y dejarse llevar, sin importar las consecuencias.
¿Y no es en eso que
radica vivir esta única vida que Dios te ha dado?, vivir sin miedo alguno,
porque cuando aprendes a vivir sin miedo, comenzaras a ser feliz realmente.
***
Hace más de dos
semanas que no dibujo para él, hace dos semanas que no hablamos como antes,
hace dos semanas que no nos comunicamos por teléfono, hace dos semanas que
cambié, y el cambio a nadie le gusta, pues en la rutina está el gozo a veces.
Pero hoy puedo
decir, que no solo yo cambié, él también cambió, de un día para el otro, ya no
quedo en el abandono absoluto, en el abandono que he estado viviendo, y al cual
me he acostumbrado, y me abruma este cambio, pues me hace inmensamente feliz,
pero que no entiendo del todo por qué dicho cambio.
Recuerdo un día le
solicite formalmente su ausencia; a veces se me daba ser bien formal con las
cosas, le pedí un tiempo de cero comunicación, pues lo necesitaba, sentía;
estaba abandonando mi seguridad, la de mi nave y puesto mis pies en Marte, su
planeta; un lugar cálido, adorable de mil colores, que incitaba a querer
quedarse ahí viviendo y no ser una turista más, pero al mismo tiempo era
abrumador y necesitaba con urgencia salir de ahí, volver a la nave, encender
motores y despegar, no sé si con rumbo otra vez a Venus, pero con tal de salir
de ahí, no importaba donde fuese.
Él denegó mi
solicitud al instante, fue como si estuviese frente a mí, con su semblante
sereno, sonriéndome con sus hermosos ojos, con su invitación no audible, pero
si visible, sin querer ya mi ausencia, una que siempre ha estado ahí, pero
nunca tan real como iba a ser ahora. Él sabía quería huir, me gustó el hecho de
no dejarme partir, pues a veces un gesto dice más que mil palabras, y él era
corto de expresión, pero no, en cuanto a sus acciones.
Muchas veces me
gustaba pensar por él, por ejemplo en situaciones como esas, ¿Por qué no queria que me fueses?, ¿Por qué no unos días de vacaciones, yo sin su presencia, y él sin
la mía?, si me dejaba a la deriva con mi pensamientos podía pensar mil y una
cosa. Ejemplo: así como le hablaba bonito a él, así le hablaba él a otras,
porque los cuerpos sanos ocupan distracción orgásmica, una que no le daría yo,
y así muchos más pensamientos más.
No le gustaba que
pensara por él, y razón tenía, pero entonces respuestas debía de dar, pues no
hablábamos en el mismo idioma, y tratar de suponer no era lo ideal, tenía que
aprender su forma de comunicación y ahí conocer más de él.
Que difícil era
gustar de alguien que no era de tu mismo planeta, pero que con su manera de
pensar, de expresarse, e interactuar, hacía que cada día te gustase más, y le
daba luz a tu vida, no en vano era una gotita; mi gotita de felicidad.
¿Qué era una
gotita? Te preguntaras, déjame te aclaro. Es el simple hecho de que alguien te
gustase, ese alguien era tu gotita. El gusto por una persona es inmedible, así
como las gotas de lluvia; no las puedes contar, solo disfrutar de ellas; te
mojan, y te hacen sentir vivo, feliz , libre y es igual cuando una persona te
gusta; se está en libertad de empaparse de su contacto, de sentirse feliz y es
un gusto libre, porque así como la lluvia cae, donde sea cuando sea, así es el
gusto por una persona; libre, que no se espera nada a cambio, solo se disfruta
la sensación, te embriagas de ella te dejas llevar, y así como la lluvia
culmina en un arcoíris: donde todo parece mucho mejor que antes, todavía más…
así es cuando el gusto es reciproco.
Gotita: es el gusto
por una persona, y gotita de felicidad es, la sensación que logra esa misma
persona en uno, cuando la vida ya no es más; insípida, ya no simple tres
colores primarios, sino un sin fin de colores; eso es gotita de felicidad:
tú.
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