"Days go by like the wind and this life is too short" The Rasmus

jueves, 13 de diciembre de 2018

La Hora Del Café -A6-


Y el fin de año ya casi se acerca...
nunca pensé que volvería a escribir, como lo hice esta mitad del año.
Gracias Magda y lector@s fantasmas, por leer!


@conigliooooo



Las estaciones había pasado en su abrir y cerrar de ojos, el clima había cambiado y así también las personas, porque nada era igual, todo se transforma, algunas cosas para bien otras para mal, pero eventualmente hay una evolución, porque siempre ha sido así; desde tiempos antiguos.

Señor Conejo, ese ser que proyectaba algo que no era, y que no todo el mundo podía realmente decir como era en verdad, también había cambiado, no sé si para bien o para mal, pero ahora solía pasar más tiempo en el bosque que de costumbre. Sus llegadas a casa eran más esporádicas, más lejanas, más cortas, no le decía nada, porque sabía él compartía sus cosas cuando así lo sentía, no cuando debía hacerlo, me gustaba que se sintiera libre, pues libre siempre habia sido y así debería seguir.

Cada cabeza es un mundo, y una bien grande era la del Señor Conejo. El otro día, en una de nuestras “hora del café”, me había compartido, que su vecina más cercana, Doña Ardilla lo había despedido; ya no quería que hiciera su nido, no porque no lo encontrase capaz, sino porque Don Ardillo la había abandonado, y ya no tenía caso continuar con los planes. Señor Conejo obviamente no tenía contemplado algo así en su futuro próximo, y eso le dio un giro de 180 grados a su vida; porque él siempre está trabajando. Creo tener tanto tiempo libre lo tenía estupefacto.

Hace mucho tiempo le había regalado un teléfono móvil, para estar en comunicación; cuando se perdía más de lo habitual, pues me hacía falta, y también al menos saber que estaba vivo, ver que no había perecido, así como la última vez, que se había ido, y era, porque había caído por un acantilado; yaciendo muerto, pero que gracias a la bondad del Señor Tiempo, había regresado sano y salvo.

No era lo mismo hablar por el móvil, pero era algo, a nada. A veces se sentía como si en verdad estuviese en la misma habitación; yo recostada en mi cama, escuchando como las gotas de lluvia caían afuera, mientras conversábamos por el móvil, como si también estuviese ahí, recostado pero no conmigo, sino a un lado, porque nunca sería lo mismo, por más que se quisiera nunca sería lo mismo que tenerlo cerca.

Quería tenerlo a mi lado, abrazarlo, darle mi calor, y viceversa. Que viéramos partir la luna juntos, y ver salir el sol de igual manera, porque nada se compara a estar en compañía con alguien que de verdad aprecias, y compartir momentos que aunque fuesen efímeros o no, serian entrañables.

Quería…

Quería…

Quería tantas cosas, pero por ahora solo un momento juntos; una hora de café, no porque le mandase una invitación, sino porque él viniese por su voluntad, porque siempre había sido así, o bueno la mayoría de las veces.



***


Había pasado tanto tiempo de nuestra última hora del café, que en ocasiones cuando sucedía esto, no siempre era la misma que lo recibía, me notaba un tanto resentida, y no me gustaba sentirme así, porque no solo cambiaba la forma en como me sentía, sino en cómo me expresaba hacia él.

Pero como siempre decían las personas, Señor Tiempo lo curaba todo, y me había acoplado a su modus operando, que de un tiempo para acá, ya no cambiaba la forma en que lo recibía, solo me alegraba de que volviera, y lo recibía con los brazos abiertos y muchos besos. Comprendía que no siempre podía venir a verme, que no era que me olvidaba totalmente, que a veces aparecía en su mente; como una luz brillante, que le  daba ese toque de luz extra, a su ya iluminada vida.

Recordaba la última vez que había venido, habían pasado tantos días, que por un momento, de verdad pensé quería mi ausencia total, y se lo hice saber, a lo que él contesto, que no quería mi ausencia, simplemente, estaba disfrutando sus días en el bosque, en esta nueva etapa, que era estar sin un horario estricto del trabajo, sino siendo libre totalmente.

¿Y quien no quería ser libre en estos tiempos?, si siempre lo hemos sido.

Y así como venía  el invierno; a congelar corazones, haciendo más cortos los días, más largas las frías noches, siempre vendría luego un verano, derritiendo  gélidos corazones, haciendo de los días soleados más largos, y de las noches más cortas, porque todo cambiaba, nada era eterno.


***



@conigliooooo


Señor Conejo había llegado, en una noche en la que nevaba bastante; la primera nieve del invierno, no pensé que hubiese atravesado el bosque tan tarde y con tan mal tiempo, pero un día le había dicho que si llegaba a nevar, sería muy especial que estuviésemos juntos, viendo la primera nevaba, porque según mitología asiática, los seres que veían  la primera nevada del mes, no se separaban.

Nos acercamos a la ventana, y contemplamos juntos como los copos de nieve caían, todo los arboles estaban cubiertos de polvo blanco, que aunque era de noche, parecía que era de día, así de maravillosa era la naturaleza.

Ver como cada copo de nieve nacía, y caía, haciendo su viaje lentamente hasta el suelo; donde moría, y yacía, para derretirse posteriormente y volverse agua, así de efímero era todo en el mundo; como ese copo de nieve, por eso debía de disfrutar los pequeños momentos, que podían ser solo hoy, como mañana también.

Así de fugaz parecía ser todo, como un copo de nieve, como una gota de agua, que nace desde la fuente, va cayendo en caída libre, hasta impactar en el suelo y desaparecer.

-¿Por qué estas triste Kau?- preguntó Señor Conejo, que veía mi reflejo en la ventana.

No me giré para enfrentarlo, porque tenía mis ojos pesados, cargados con agua; con lágrimas, que no quería derramar, que eran a causa de pensamientos llenos de nostalgia,  pero verdaderos.

-No estoy triste, es solo que, ver cómo nace un copito, va cayendo disfrutando de su momento de libertad, para caer, en unos segundos después y morir, me hace ver que las cosas en el mundo suelen pasar así de rápido.- contenté, sin dejar de contemplar el paisaje.

-Tienes razón, siempre ha sido así, y así continuara, pero está en cada uno de nosotros, no ponernos a pensar tanto las cosas, preocupándonos por el futuro, en lugar de vivir el presente, porque muchos seres se la pasan frustrados pensando en el futuro que  quieren vivir, que se olvidan de vivir el presente que la vida les está dando.- Señor 
Conejo tomó mi mano, y me insto a seguirlo, para yacer juntos en la alfombra.

Lo seguí, me recosté sobre mi cojín, y él se colocó detrás de mí, dándome su calor, no solo por fuera, sino, que también hacia calentar mi alma profundamente como nadie lo había hecho, y sin pensar en nada más, cerré mis ojos y me deje apapachar.




@conigliooooo












miércoles, 28 de noviembre de 2018

La Hora del Cafe -sideB-



Un día nos dejamos llevar por la magnitud del momento y atravesamos un portal negro, que apareció de la nada ante nosotros, en una de las tantas horas del café,  en  el cual ya no éramos los mismos, y no solo éramos diferentes externamente, sino internamente. Habíamos viajado a través del tiempo y del espacio, pues todo a nuestro alrededor se movía, como ráfagas de luz de múltiples colores que iban y venia, a toda velocidad, que si las mirabas fijamente te mareabas.

Estábamos suspendidos en la nada, pero no nos caíamos, estábamos flotando; aun seguíamos en el agujero negro, Señor Conejo tomó mi mano fuerte, para darme valor pues en mi rostro se notaba la angustia del momento, no sabíamos a dónde íbamos ni si regresaríamos a donde estábamos hasta hace unos instantes.

Las ráfagas se detuvieron, y desaparecieron, dejándonos a los dos sobre un vasto campo en plena luz de la luna. Las estrellas parecían que se habían multiplicado por 100, me hacía estremecer lo hermoso que se miraba el cielo lleno de tantos microscópicos puntos brillantes, era algo tan maravilloso, que me quitaba el aliento, era  para quedarse ahí eternamente contemplándolas.

Sentí el pelaje de mi acompañante, que ahora no era más un conejo; sino un hermoso lobo negro, con el semblante taciturno tatuado, yo en cambio, ya no era más la niña pequeña soñadora, sino una joven pasada de la adolescencia, mi pelo largo, negro caía en ondas sedosas hasta mi cintura. No éramos los mismos externamente, e internamente me sentía diferente también.



Señor Lobo caminó perezosamente, arrastrando sus patas, a la cima de la colina, lo seguí y me causo risa el movimiento de su cola, sabía que estaba feliz. Le alcancé el paso y le sonríe pues el solo hecho de estar ahí, con él me hacía feliz.

No sabía porque estábamos ahí, ni cuanto duraríamos, pero lo único certero era que debíamos de disfrutar el momento.

-¿Extrañas mi otra forma?- dijo el Lobo.- ¿Qué siempre llega una vez a la semana a ti, que le gusta beber el café contigo?-. Llegamos a la cima y él se sentó en sus patas traseras, y cuando me senté a su lado, él terminó de apoyar sus patas delanteras en el suelo, recostándose totalmente.

Era tan magnifico verlo así, estirado, relajado, con su gran cuerpo y pelaje, que me acerque a él y recosté mi cabeza a un lado de su cara, mientras con mi mano izquierda recorría su lomo, en suaves caricias.

-Si y no, veras los dos son el mismo ser, lo único que ha cambiado es tu forma externa, pero sigues siendo el mismo. Tal vez este acostumbrada a verte, blanco, pequeño corriendo de aquí para allá, y ahora que eres negro, grande y quieto, pero es algo que en unos pocos momentos me acostumbraré.


***

 
Habíamos encontrado una casa, en medio del bosque, parecía la cabaña de un acaudalado, me serví un poco de vino, y nos sentamos frente a la chimenea para entrar en calor, pues afuera el clima había cambiado en un instante, y ahora nevaba, cuando previas horas tan solo la frescura de la noche se sentía.

-¿Qué pasa por tu mente ahora que estoy aquí, que no tengo planeado marcharme?-Él Señor lobo se hizo bolita frente a las llamaradas de la chimenea, pero con vista fija hacia mí, que me había sentado en un sofá de terciopelo negro.

-Tal vez estas disfrutando de mi compañía, así como yo de la tuya, de una manera diferente; estas más sosegado,  preguntón, más reflexivo, y antes todo lo contrario.- quede viendo mi copa, a medio llenar, mientras hacía girar su contenido lentamente, haciéndose un remolino en el centro. El vino olía delicioso, un pequeño sorbo y tenías un rato para disfrutar. Al inicio de encontrarse con tu lengua, era dulce, pero un dulce que no empalagaba sino agradable, avanzaba un poco más, y sentías lo ácido de las uvas, y ya cuando no había más en tu boca, sentías la mezcla de ambos, en una perfecta unión, quedando con la sensación que algo pesado acababa de ingerir y no solo liquido rojizo.

-¿Me extrañabas mucho antes, cuando solía ir solamente de vez en cuando?- Señor Lobo se puso en pie magistralmente, como si la elegancia fuera su segundo nombre, y camino hasta el sofá; hasta mí. 

Se sentó en sus patas traseras, apoyándose firmemente en sus delanteras, y sus ojos me quedaron viendo fijamente.

Tomé un sorbo de vino, deje que la pregunta me hiciera cosquillas en el interior, tanto así que hasta sonríe.- Claro que te he extrañado, siempre lo hago, en muchas ocasiones te lo he dicho, tal vez no de manera tan directa; con esas palabras, pero si lo he demostrado. Me encanta cuando vienes a mi casa y nos sentamos frente mi ventana a contemplar el horizonte, y perdernos hablando, que quisiera que el tiempo se detuviera, pero sé que te tienes que marchar y aguardar por tu próxima visita, y por eso no me gusta que a veces dices: mañana volveré y no lo haces, porque si dices esos, seré feliz desde hoy, esperando por el mañana que nunca llegó, es preferible que me digas: otro día volveré, porque es incierto ni tú lo sabes, mucho menos yo, y no acumulo ninguna emoción.

Lobo se subió al sofá, se recostó en la parte libre que quedaba, pero su cabeza la coloco en mis piernas, pidiendo mimos no audibles.

Dejé mi copa a un lado de la mesa de vidrio que estaba a un lado, y me concentre en hacer lo que quería él y yo. Acaricie sus orejas suavemente, de arriba abajo, luego hice un remolino con mis dedos en el centro de su cabeza, a lo que le fascinó, porque cerró automáticamente los ojos.

-Antes cuando has dicho que me extrañabas, me gustó la sensación que causo en mi saberlo, me he estremecido, has hecho temblar la capa de hielo que se asienta sobre mi corazón, por alguna extraña razón me han conmovido tus palabras, siempre logras la manera de reconfortarme cuando estas platicando conmigo, y es por eso que siempre vuelvo; me haces reír, me relajas, me alivias, me confortas, es por eso que te pido; si un día me alejo, no lo hagas tú, por favor, porque pueda que me aleje sin quererlo, porque otras cosas perturben mi mente y no halle la manera de volver, pero entonces, tu hazlo por mi.- para el término de su monologo, ya me había recostado en el sofá y él junto a mí, mi brazo rozando su pelaje, sintiendo su columna vertebral.
 
Inhalé y exhalé profundamente, para lo que iba a continuación decir:- me da miedo extrañarte, pues cada vez que te pierdes más de mi lado; así como entre más días te vas, más grande se hace mi añoranza por ti, y a veces no es tan agradable sentir que eso va incrementando, pues muchos dicen por ahí, que quien ignora es porque no quiere, y si algo no quieres; estorba, creo ese no es tu caso, o quiero creer, pero entonces se contamina mi mente y mi corazón y haces que de estar a 5 metros sobre el cielo, pase a estar en la tierra otra vez, y no es que este malo, por el contrario me gusta;  sentir que tengo el poder de volver a estar en mis 5 sentidos, que vuelvo a ser  estoica,  pero entonces siento que no estoy completa, que algo me falta, que no sé qué es, que no me pone ni triste ni feliz, sino solo sosegada, pero que no estoy con la sensación de antes, esa en la cual me encontraba a 5 metros; levitando de éxtasis.

Sabía que esto era transitorio, que pronto volveríamos a mi casa; a la realidad, en donde solo se acercaba una vez, de vez en cuando, pero era agradable tenerlo cerca más tiempo, y poder hablar de todo y de nada. Me di vuelta, enfrentándolo y abrace su forma peluda contra mi pecho, su hocico respiraba fuertemente contra mi cuello, haciendo leve cosquilleo, pero perpetrando el momento en mi mente.

Me sentía hipnotizada por el momento, por la calma del lugar, por la cercanía de su presencia, creía que si lo miraba mucho tiempo a los ojos resbalaría, y caería, solo por el simple hecho de estar bajo su hechizo.

Deseé tener un estéreo en ese lugar y sonara esa canción de Coldplay-Hypnotised, que describía a la perfección eso. Y  olvidé donde estaba, en otra realidad que no era la nuestra, sino una alterna donde todo podía pasar, y así comencé a escuchar la música a lo lejos que se hacía más audible, que la melodía me envolvía, me daba un confort, que parecía que tocaba mi alma, que  era el soundtrack de mi corazón, se sentía sublime, como si pudiese flotar al compás de las notas musicales, era demasiado agradable como para poder describirla a la perfección.

No quería que acabara la canción, ni que se terminara nuestro tiempo, porque sabía, cuando retornáramos a la realidad, volveríamos a lo de antes; a las más ausencias que presencias, que en si no importaban, pero si tenía que elegir una de las dos, elegiría la segunda obviamente.

Sentía llegar el final de la melodía, cada vez más cerca y no quería. Abracé más fuerte a Señor Lobo enterrando mi rostro en su cuello peludo y deseé por primera vez que no fuese un animalito, sino un ser humano de carne y hueso como yo.

Y en esta realidad alterna; se me fue otorgado.















Arte: Chiara Bautista
Soundtrack: Coldplay

sábado, 10 de noviembre de 2018

Secretos de una ficker


Una ficker, no se hace de la noche a la mañana, no es que amaneces y dices "vamos a escribir", no nada que ver, por lo general hay varios factores que deben estar presentes, el principal de ellos, es la fascinación por algo o alguien, en mi caso como ya lo habrán visto es: The Rasmus Siempre he escrito de ellos y muy egocentricamente para ellos, aunque bueno, no con el fin de que ellos realmente me lean.

Otro de los factores, seria la inspiración, porque por muchas ganas de escribir que tengas, si no la tienes nunca avanzaras en esa historia en concreto que querías realizar, y he de decir que pasa muy a menudo que tienes la inspiración en los momentos mas inapropiados para agarrar tu lapto y lanzarte a escribir un capitulo entero, bueno eso es lo que me suele pasar a mi, o solía hacerlo, ahora mi inspiración ha vuelto y se ha mantenido por bastante tiempo, cosa que es rara, llevo casi 6 meses en un estado de inspiración continua y de la cual estoy muy agradecida, porque puedo escribir.

Cuando he querido escribir, pero no tengo la inspiración a flor de piel, es muy difícil hacerlo, los párrafos no salen fluidos, y cuesta mucho avanzar en la historia y bueno tener una historia de principio a fin en mi caso es lo fundamental.

A veces solo dejo que la inspiración me guía, como si llevase los ojos cerrados, sin pensar en si lo que escribo ahora encaja con lo que haré mañana, pero como soy guiada por la inspiración, eso no importa, porque al final todo encaja perfectamente, tu mente es como un laberinto, del cual se puede salir en un abrir y cerrar de ojos, no hay cabo suelto, no hay nada que no cuadre, todo es perfecto, por eso me fascina escribir en inspiración.

Hay algunas ocasiones que estoy viendo algo en la pc y me viene la inspiración, y anota en un cuaderno la idea, ese tipo de sucesos lo llamo flash momentáneos, pues no durara para siempre y debes como sea buscar en donde escribir, un ejemplo de eso en mi notas de celular, la cual esta llena de ideas muchas ideas que por lo general suelo pasar rápido a la historia que estoy llevando a cabo.

Y en otras ocasiones esta el tipo de inspiración que no es flash; que es perecedera, a través del tiempo y del espacio, y de el detonan muchas y muchas historias. Tenia 2 años casi, no estar en ese tipo de inspiración que ha sido tan gratificante. Es como cuando llega cansada a tu casa pero sucia, y anhelas darte una ducha para luego meterte en tus sabana limpias, pues esa sensación de ínfimo placer gratificante es el que siento cuando escribo en inspiración perecedera.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

La Hora del Café -C4-

@conigliooooo IG

Cuando el miedo no nos deja vivir

Señor Conejo llegó puntual como siempre solía hacerlo, pero en esta ocasión fue diferente. Se quedó más tiempo de lo normal, se salió de la rutina, de lo ya establecido, que me maravilló, pues rara vez se quedaba más del tiempo que él consideraba oportuno, y velozmente salía corriendo.

Quería preguntarle qué había pasado, que había cambiado, pero sabía no contestaría, a veces parecía ser un conejo de verdad; de esos pequeños escurridizos seres que son mudos con total falta de la palabra, pero no hacía falta que dijera algo, solo agradecer su compañía.

Él ya había entrado a nadar en la gran taza de café que había preparado con anticipación, sabia amaba el café, como no iba amar una gigante taza de café gourmet.

Llamó por mí para que me apresurara, porque no quería nadar solo, y vacilé un momento, claro que quería entrar, pero quería hacerlo con mi chaleco salvavidas, era una taza muy muy onda, si lo sabía yo que me había costado llenarla, pero Señor Conejo me había dicho que no podía hacerlo así, debía entrar sin miedos.

Era tan fácil para él decirlo, y tan difícil de hacerlo, y no porque no quisiera complacerlo, sino que tenía miedo, miedo de nadar sin mi protección, de introducirme, y ahogarme, sabía que él intentaría salvarme si así fuere el caso, pero si me empezaba a ahogar, solo iba a estar en mí, poder salir a flote, él no podría hacerlo, solo yo.

Vacilé, no sé cuánto tiempo, hasta que al fin, me quité todo y sin pensarlo dos veces, me metí a la taza. La sensación fue deliciosa, pero no solo la del café contra mi piel, sino la libertad del momento, de mi decisión, que estaba ahí con él, nadando sin protección alguna.

Me tomó de la mano, y comenzamos a sumergirnos profundamente, se volvió para verme y con gestos, me hizo entender de lo que me hubiese perdido si me hubiese quedado arriba; flotando, tranquila, pero aun con miedo, y verdaderamente dejarse llevar, quitarse los miedos de encima se sentía bien.

Era una libertad absoluta, plena sin comparación alguna.









jueves, 25 de octubre de 2018

Voy A Marte, desde Venus -C6-


Este 16 de octubre el blog estuvo de aniversario, increible como pasa el tiempo...hace 7 años que esto empezó. 








Era ya la época de agosto, el tiempo pasaba más rápido de lo que se podía pestañar, se sentía que había transcurrido ya más tiempo del que en verdad había pasado. El trabajo en la galería había incrementado, tenía que presentar una serie de obras para el 21 de septiembre, y aunque se escuchaba que faltaba mucho tiempo, era en realidad poco, no tenía tiempo que perder, y sea como sea eso me estresaba un poco, no mucho, pero si lo hacía.

Me encantaba por eso la forma de ser de Mauri, porque se adaptaba perfecto a mi estilo de vida, no era como otros individuos que te exigían una respuesta inmediata a sus mensajes, no te reclamaba si te tardabas algunas horas en contestar (no es que me tardara tanto en contestarle, en muy raras ocasiones lo hacía; a veces cuando estaba resentida con él, y otras porque andaba haciendo alguna cosa lejos de mi célular).

Resentida; si has leído bien, y aunque en pocas ocasiones me pasaba eso, sí que lo había sentido, más que todo cuando me dejaba en sus “sutiles vistos” que no entraba a leer el bendito mensaje que le había enviado, y lo venía leyendo al día siguiente, si, al bendito día  siguiente, ¿no te resentirías ni un poquito si alguien te hiciera eso?, bueno si ese alguien te valiera 5 hectarias de estiércol, pues no pasaba nada, pero él que …. Era la luz mis ojos, a veces eso me ponía como un Sharizard ( si viste pokemon entenderas) no siempre claro, pero es que además era una falta de cortesía humana, pues en estos días, que el tiempo vale oro, que te tomes unos momentos para redactar un mensaje ( a veces me pasaba y escribía mini testamentos) y ese receptor, no se digne a leerlo es como –¡ hey! No seas así, conchale mi chavo.- pero en fin, eso aún no lo entendía del todo, porque tenía la capacidad de ignorar un mensaje por tanto tiempo, yo no podía hacer eso, solo aunque estuviese enojada, o bueno, tal vez era que no quería ver con mis ojos la verdad que estaba frente a mi.

Tenía dos teorías del porque él hacia eso. La primera era para no sentir apego hacia mi persona; que podría ser, pero no estaba muy convencida, la otra era porque estaba tan ocupado que no podía tomarse unos minutos a leerme y contestarme, pero entonces, sí esta era verdad, él solo estaba tonteando conmigo y mis sentimientos, queriéndome tener ahí cerca, para calentarte el oído, pero de lejos, que cuando no estorbase, allí iba a estar él y su mensaje, pero cuando no era bienvenida ni me leía.

En una ocasión le pregunte porque hacia eso, y solo dijo, que al final siempre me contestaba. Era verdad siempre lo hacía pero a un millón de segundos después, trataba de no darle importancia, pero habían días que si importaban y molestaba, solo a veces, lo he de admitir, pero como no iba a sentarme mal que hiciese eso; que se sentía tan a propósito, era de dosificarme una dosis diaria de comprensión.
Salí de la nube de mis pensamientos, y de la comodidad de mi cama, me encaminé hacia mi armario que estaba empotrado en la pared, y tomé mi traje de baño negro, no tenía ganas de usar otro color, solo ese, será que era un reflejo de cómo estaba mi aura ese día.

Me hice una coleta alta, me aplique un poco de bloqueador, y me encamine hacia mi piscina, necesitaba sentir el agua en mí. Pero no sin antes conectando mi celular al estéreo, tenía ganas de escuchar música, mi música la que solía escuchar siempre en Finlandia; The Rasmus.

Tenía hambre pero por los momentos solo alimentaria mi alma, con música, siempre era relajante y sin importar que canción eligiese, esa reconfortaría mi ser, esa era la capacidad de la música de The Rasmus, alimentar almas hambrientas.
Mientras avanzaba hacia el patio trasero en donde lo único que estaba era la piscina y una pequeña sala de estar, Last Generation comenzó a sonar, al instante una sonrisa conquisto en mi rostro, era algo roquerona, del álbum hide from the sun, tenía una aura de nostalgia y dolor, no es que me sintiera así, pero era reconfortante de alguna manera, que Lauri me cantara y me apapachara momentáneamente.

La piscina era en forma ovalada y tenía degradación en profundidad, totalmente cristalina el agua, repellada con azulejos celestes, unas cinco palmeras adornaban mi patio, y eran perfectas para dar sombra en ciertos sectores del área.

Me zambullí dejando que el agua acariciara mi cuerpo, no recordaba la última vez que había utilizada la piscina, pero definitivamente era algo que no debería dejar en el olvido, pues instantáneamente me traía paz.

La música se escuchaba fuerte y claro en el patio, y un párrafo me llamó la atención:

Dust replaced their souls
Minds turned into stone


Y así me sentía en realidad, mi mente de piedra, y mi alma de polvo. Dejé de nadar y solo comencé a flotar, a perderme en el intrincado dibujo que iban formando las pocas nubes blancas en ese perfecto cielo azul.

Tenía ya una semana de no hablar con Mauri, bueno un poco  más, porque le había escrito a veces pero solo contestaba por contestar, sabia estaba ocupado y lo entendía, por lo que dejé de mandarle mensajes, que no eran vanos de –Hola, ¿Qué haces?. Me molestaba ese tipo de mensajes, sino comentándole algo que había visto, o mandándole algún boceto de mis pinturas.

Pero dejé de comunicarme y él también, había desaparecido totalmente, era como si hubiera hecho un viaje directo hasta Plutón, donde no era bienvenida, dejándome atrás, en el limbo intergaláctico de su planeta y el espacio.

Los días fueron pasando y nada que daba señales de vida, ya en otras ocasiones se había esfumado de la misma manera, pero por alguna razón se sentía diferente esta ausencia.

Quería viajar hasta Plutón y traerlo de vuelta conmigo, pero entendía que si había hecho ese viaje hasta allá, era porque quería estar solo. Y comprendía muy bien, pero era algo difícil, y más cuando entraba a leer memes a instagram y daba la casualidad que solo de memes románticos aparecían en momentos como ese.

“ si no te busca, no te llama, no le importas”

“Valórate y deja de mendigar cariño que no te quieren dar”

“No le des prioridad virtual a quien no te la da”

Y así, habían mensajes que era como luces de neon de -¡reacciona Kai, aléjate de ese hombre, que solo está jugando contigo!, entonces era difícil, ver como se alejaba y no pensar que todos esos memes eran real. Kimoa solía siempre aconsejarme que lo buscase, si él no llamaba; que lo llamase, si él no escribia; que le escribiese, y creo por tan orgullosa que era, que no lo hacía, pero en raras ocasiones le había caso y esa fue una.

Le llamé a un en contra de mi razón, pues no quería y si deseaba hacerlo y no contestó, y ni devolvió la llamada, ni ese día ni el día siguiente. De solo recordar lo que sentí, perdí la concentración que tenia de estar flotando, que mi cuerpo se tornó pesado y me comencé a hundir, aun con los ojos abiertos, quizá tal vez para no ser consciente de lo que mis ojos querían hacer y traicionarme con una lagrima.

Era de noche, sabia él estaba en su casa, y no contestó porque no había querido, o no había podido, y si tenía que escoger una opción, sería la primera; el masoquismo ante todo.

El aire en mis pulmones se estaba acabando, pero aun no quería salir a la superficie, se sentía aun mucha más calma estando dentro del agua, más reconfortante.

Salí a flote cuando no pude más, y mi alma estaba en paz. Continué flotando pues no tenía la intención de nadar, solo dejarme acariciar por el agua y el sol y el recuerdo de la llamada nunca contestada. Y así fueron pasando más días, e iba a dejar pasar muchísimos más, hasta que él volviera a mí por su cuenta, pero no pude más, eso me estaba quitando la paz mental; una que valoraba y apreciaba más que nada en este mundo y tenía que saber porque se estaba alejando de mí, si era porque se había cansado o aburrido, pues sabía nada malo había hecho, y su lejanía ya era más prolongada de lo usual.

Dejé a un lado mi orgullo y le escribí, no contestó. Pasó una, luego dos, tres, cuatro, cinco horas y nada, ni un visto, ni una respuesta nada, silencio absoluto, sentí que mi alma quemaba de iracunda, pues aun en contra de lo que mi razón indicaba de no escribirle; lo había hecho, él no quería ser contactado, ¿y qué había obtenido a cambio?. Nada.

Se había sentido como si tocase su puerta, sabiendo que él estaba dentro, y que jamás había intentado abrirla y dejarme pasar, que por el contrario me había dejado afuera en la tormentosa lluvia que caía sobre mí, y no me gustó para nada lo que sentí.

Esto estaba ya saliéndose de mi control, pues no tenía que sentirme así,  me había ignorado; pues que más daba, no había contestado mi llamada; ya otro día lo haría, pero no, si me había importado que no me contestara, que ni siquiera me leyera el mensaje, que no diera una señal de luz. Era como si estuviese aceptando mi solicitud de alejamiento, que días atrás le había enviado, y que solo hasta ahora, que sabía Dios por qué, si había aceptado pero sin decírmelo.

Mi mente no dejaba de maquinar cosas, por qué se había alejado tanto tiempo, pues nunca lo había hecho antes, y no podía seguir así, tenía que saber porque lo estaba haciendo o perdería totalmente mi paz.

Nuevamente aun en contra de todo mi ser le volví a escribir(a este punto, queda un gran cero de orgullo en mi interior o ¿ya había perdido la dignidad?), y es que si me dejaba en su bonito “no leído”, ahí si le volvería a contestar en la próxima navidad cuando él se dignara a volver. Pero no le escribí cualquier cosa, sabia tenía que decirle algo que lo hiciera entrar al chat, y darme una respuesta, pues aunque no leía el mensaje en el chat, sabía muy bien lo leía en sus notificaciones, o bueno eso solemos hacer en general casi todos.

-Has aceptado mi solicitud.- le escribí. Miraba que el mensaje no le llegaba y ¡oh por Dios! fueron los minutos más largos de mi vida, pues cuando lo leyera en su notificación sí que entraría, y así lo hizo, pero entró todo iracundo.

Lo hizo iracundo, pero con justificación del por qué estaba en Plutón y no en Marte; por el bendito estrés, y mi alma tuvo sosiego al fin, no sabía la había perdido, hasta que leí eso y ese simple renglón, le había devuelto la luz a mi día; la calma a mi ser.

Él era el ser más peligroso para mí, tenía un poder que ni cuenta me había dado, y no recordaba la última vez que me había sentido así, o tal vez sí, pero ahora era diferente, pues no había un título entre nosotros, era como estar en el limbo, aunque al parecer, solo yo estaba en el, porque él si sabía dónde se encontraba perfectamente, o eso daba a entender con sus acciones.

Y le creí, del porque se había esfumado por tanto tiempo en Pluton. Estaba en un punto que mi confianza era al 100%, hubiera dudado que fuese por el estrés; que se había alejado, si no confiara en él. Solo esa palabra había bastado para volver a estar en paz, la paz que había perdido, de la cual era fiel guardiana, porque mi paz siempre estaba antes que todos, sin importar quien fuese.

Había sido cortante en su mensaje, pero por obvia razón, no le negaba eso, pero me hizo ver que, él tenía más orgullo que yo. No quería que me alejara, y era la segunda vez lo que pedía, y no haría falta una tercera vez para comprobarlo. Había dicho que si me alejaba, su orgullo no le permitiría que volviese.

Y pues no, no quería alejarme, como iba alejarme de mi propia mano, del sol de mi verano, de la luna de mis noches, de mí muso incondicional, tendría que ser una tremenda tonta y testaruda si lo hacía o muy miedosa, solo que no sabía como saber el porqué de su ausencia, que tenía nombre: estrés.

Había aprendido algo importante, que ante momentos de estrés, donde él se refugiaba en su luna de miel consigo mismo, en donde se mimaba su alma, pues aun no era bienvenida y debía respetar eso, que aunque no entendiera porqué tan extremo de su actitud, debía aceptarlo, pues en esta vida cuando uno quiere a una persona desinteresadamente, lo acepta como es; con sus virtudes y sus defectos, pero si no lo haces, simplemente te exaspera su forma de ser, te das por vencido y escapas, porque es lo más fácil; huir de un planeta, y buscarte otro.

En esta galaxia habían miles de formas de querer, porque nadie quiere de la misma manera, unos más desinteresadamente; que no esperan absolutamente nada del otro, otros más cariñosamente, unos son más demostrativos de afecto( con gesto o palabras o hechos), otros más insípidos, otros más detallistas, y los que no lo son , uno si realmente quiere estar con esa persona, encontrara la manera de hacer sentir querida a esa persona especial; con el paso del tiempo, se aprende que cosas son las que hacen sentir queridas  a una persona, porque las hay, que no pasa nada si no contestas un mensaje en un siglo, pero hay otras que eso cuenta, máximamente, hay unas que si no le das besito de buenos días, no se sienten amadas, hay otras que no pasa nada si no lo haces, hay unos que quieren que le digas palabras bonitas, cariñosas, para saber que sientes algo por ellos, hay otras que no pasa nada si ni dices su nombre… todas las personas somos diferentes y está en uno identificar esas pequeñas singularidades que denotan; amor hacia alguien más, y estarás alerta a encontrarlas si realmente sientes algo en tu interior, sino, nunca te enteraras.






jueves, 18 de octubre de 2018

La Hora del Cafe- A3-

@conigliooooo
 AVENTURA 3



Señor Conejo no había llegado esa semana por su dosis de café a casa de Kau, pero si lo había bebido, pues ella lo había ido a visitar, pero aun así Kau lo estuvo esperando, y cuando por fin vio que los días de la semana pasaban y sin señales de vida de él, se resignó a que no lo vería hasta una próxima vez.

Cuando por fin apareció ante ella, no fue como las otras veces su reacción ante él, pues había pasado tanto tiempo que se sentía como una flor sin agua; que se estaba marchitando, pues no solo de sol viven las plantas. 
Le sirvió el café y galletas, y estuvo como siempre, pero no se sentía igual, no es que estuviese triste por su llegada, todo lo contrario, sí que estaba feliz, pero era una felicidad microscópica, estaba más que todo normal.

-Kau, he estado pensando mucho en ti últimamente.- dijo de pronto Señor Conejo, mientras la observaba fijamente.

Ella dejó de hacer burbujas inmediatamente. El día era tan cálido, que habían salido a tomar el café en el jardín. Lo volvió a ver, para poder creer que había escuchado bien, él solo asintió, como intuyendo su duda.

-Te he extrañado también.- agregó él. Sin perder de vista en ningún momento los gestos de Kau.
Kau no sabía que decir, obviamente que dijera esas palabras, había sido como el agua que necesitaba para volver a tener esa vitalidad, y creo Conejo lo notó, porque sonrió.

Nunca antes Señor Conejo había sido tan expresivo en sus palabras, y que dijera eso era como que se quitase su pelaje de encima, como que desnudara su alma, solo para ella, y era bonito saberlo.

Kau nerviosa continuó haciendo sus burbujas de jabón con más entusiasmo que antes, con más fervor que antes, y él lo notó, tanto así que se dispuso a jugar con ella, y se introdujo en una de las burbujas, elevándose rápidamente por el aire.

-Si no vine antes, fue porque he estado muy estresado, y no quería que me vieras así.- dijo él, mientras se sentaba dentro de la burbuja, apesarado de haber pasado tantos días sin verla.

-No eres perfecto, Señor Conejo, y no espero que seas así, solo ven sin importar como estés de ánimo, solo ven a mí, siempre te recibiré, sin importar tu estado, yo siempre estaré aquí, solo no te vuelvas a esconder.- y continuó haciendo más y más burbujas, en la cuales Conejo saltaba de una en otra, para no alejarse tanto de Kau, pues las burbujas se elevaban con tanta rapidez en el cielo que parecía que le costaría una eternidad bajar y volver al lado de Kau.

-Lo haré, siempre volveré mi preciada Kau.-


sábado, 6 de octubre de 2018

Voy A Marte, desde Venus -C5-



La luz del sol acariciaba mis parpados, anunciándome que era un nuevo día, que debía despertar, dejar atrás la cama y comenzar una nueva aventura en esta que era mi vida, pero sí que era muy difícil de hacer. La sabana de seda, que envolvía mi cuerpo desnudo, bueno casi desnudo; solo vestía  cacheteros negro de algodón y un top de encaje del mismo color, me lo impedían

Anoche me había desvelado, y el responsable de mi desvelo, había sido Mauri, mis labios me traicionaron y ante el recuerdo de  nuestra platica,  esbocé una sonrisa de esas; de las tontas enamoradas, creía más bien, me estaban saliendo arrugas nuevas de tanto reír, ya que solía pasar en un estado estoico facial, que mis músculos faciales no se acostumbraban al cambio abrupto.

No es que antes no hubiera estado  así; feliz, pero era una felicidad distinta, como cuando vas a tu supermercado a comprar tu bebida favorita de chocolate, llegas y te encuentras que hay una nueva marca, te dan a probar y si, es de chocolate, ya habías probado el chocolate, pero esta tenia un distinto sabor, más fuerte, más potente, que lo ingieres, recorre todas tus papilas gustativas, conquistándolas una a una, y sabes que después de esa nueva bebida, no habrá otra que se le compare, algo así, era esta nueva felicidad.

Había sido la primera vez en esta corta trayectoria, que me quedaba hasta tarde hablando con él, porque si, había sido una deliciosa llamada, dejándome embriagar por el elixir que  era su voz para mí.

Salí de la cama a regañadientes, pero más feliz que ayer, que sentir el frio de las baldosas en mis pies, se sentía bien, recordándome que tenía los pies bien puestos aun, o bueno eso quería suponer, porque era más fácil creer que no lo había ascendido a otro nivel.

Fui hasta el estudio, a continuar con un boceto que tenía días sin terminar, que de un día para el otro, había dejado de querer pintarlo, no sé, como cuando una flor se estaá muriendo de sed, que no puede hacer otra cosa que reservar lo poco que tiene en su interior, creo así había estado, en su ausencia, que había sido más alargada que otras veces, me había secado, eso y las palabras de Kimoa. –Kaia, ¿para qué le hablas, si ni te contesta?, ¿para que le piensas, si te ignora-. En el fondo eso se podría traducir en un: le vales una hectárea de estiércol completa.

Y podría ser verdad, a veces me gustaba creer que era cierto, eso se transformaba en un campo gravitacional que me evitaba seguir avanzando, pero que rápidamente era disipado cuando reaparecía, como que sabía el momento justo; que tanta ausencia era malo, y debía hacer su espectacular aparición, y en efecto, aparecía y todo se me olvidaba, creía que si desaparecía por más de unos días ahí sí, podría manejar su efecto en mí y poner verdadera distancia.

No es que quería poner una distancia, todo lo contrario, pero a veces se hacían sacrificios para evitar un mal peor.

Mientras lo terminaba de dibujar, no podía dejar de pensar en el cambio abrupto que había tenido. Un cambio de 180 grados, un cambio hermoso si me permiten decirlo, y dentro de ese cambio venían sorpresas. Una de ellas, que estaba empezando a abrirse poco a poco a mí, porque mientras mi alma estaba totalmente abierta hacia él, que no tenía ni un filtro en mis palabras o en lo que ellas querían decir, él continuaba hermético, hasta ahora.

Empezó a abrirse a finales de julio, casi al final del segundo mes, que inició esta historia, y ¿Cómo lo hizo? De la manera más sutil, pero demasiado romántica, de solo recordar lo que había escuchado, me daba escalofríos, de esos ricos, que al mismo tiempo se acompañan; de una sonrisa, y el bailar de tu alma al compás de la melodía.

Dejé por un momento el dibujo, y me apresuré hasta la sala, una que era muy de mi estilo; grandes ventanas de cristal oscilo-batientes de aislamiento acústico bajo, que prácticamente venían siendo también las paredes, pues comenzaban desde el piso hasta escasos centímetros del techo, que tenían vista al mar, todas las  paredes  (las pocas ) pintadas de blanco, un sofá en forma de L, del mismo color que las ventanas, con unos cojines color rosa pálido, celeste y gris, una alfombra cuadrada gris, con rayas blancas, que daba el marco a la sala de estar, enfrente una mini mesa rectangular de madera falsa blanca con vidrio sobre ella, en la cual estaba el mini estéreo y colgando de la pared un plasma.

Aun lado de cada ventana, tenía florero cilíndricos, blancos, con vegetación, sentía que, lo blanco estéril del lugar, se armonizaba con el verde de las plantas, y una que otra cosa color de madera, por ejemplo en comedor, era rectangular, para cuatro personas, totalmente de madera, color beige tan suave que parecía madera falsa. Pero no lo era. La cocina estaba totalmente equipada, con muebles de piso y  aéreos blancos con acabados cromados, la estufa, refrigeradora, y demás utensilios eran todos negros, había una isla que tenía mármol blanco con toques en beige, y un florero blanco de porcelana, de 20 cm de alto y 10 de ancho   con planta tipo  miltonia; verde sus hojas y largas muy largas que crecían hacia arriba, y sus flores eran blanco con morado que le daban toque femenino a mi cocina. Sobre la isla estaba el estante de copas, una casa sin copas no era casa, aunque aún no había comprado ni un vino, pronto lo haría, aunque beber sola no era lo mío, nunca lo había hecho y por eso  sospechaba no compraría por ahora nada.

Tenía vecinos, pero estaban un poco retirados, pues cada chalet estaba sobre cimientos de madera en el agua, que nos conectábamos por caminos de madera. Mi vecino más cercano estaba a 30 metros, y todos formábamos una hilera de chalets hasta llegar a la mera isla, estábamos ubicados como que fuéramos la rama de un árbol, algo así. Era delicioso vivir aquí, a vece pensaba si algún día volvería a Finlandia, pues despertar con el sonido del mar, sus olas rompiendo entre los cilindros de madera, el sol como tu despertador fiel, era un paraíso, aunque lo que más me gustaba era el color del agua; igual que el cielo, se podía decir era transparente porque podía ver la arena bajo ella, cuando estaba cerca de la isla, y entre más y más profundo se estaba del mar más azul era, algo maravilloso de ver.

Vincule mi celular, al equipo de sonido, y empecé a reproducir la primer canción que me había compartido, con un simple: -Me gusta esta canción. No había dicho, -te la dedico, ¡hey mira!, esto me recuerda de ti, no solo unas palabras –Me gusta esto, escúchalo.

Dejé mi celular sobre la mesa de madera blanca baja que estaba frente al sofá, y me recosté en la sección larga de este, con los ojos cerrados, flotando de emoción y satisfacción, pues rara vez un hombre se tomaba la molestia de compartirme su música, algunos no lo hacía, porque después cuando todo acababa, esas canciones ya quedaban marcadas, y ya no serían música a volver a escuchar, pero Mauri; mi gotita de felicidad, al parecer no le daba miedo eso.

La melodía comenzó a sonar, de la banda mexicana Maná, y Fer a cantar, pero que eran palabras, parecían ser robadas desde el mismísimo pensamiento de Mauri.

Iba caminando por las calles empapadas en olvido
Iba por los parques con fantasmas y con ángeles caídos
Iba sin luz, iba sin sol
Iba sin un sentido, iba muriéndome
Iba volando sobre el mar
Con las alas rotas

Solo me recordó a lo que una vez le escribí en un cuento, “ como el verano sin sol, como la luna sin la noche”
Ay amor apareciste en mi vida
Y me curaste las heridas
Ay amor eres mi luna, eres mi sol
Eres mi pan de cada día
Apareciste con tu luz
No, nunca te vayas
Oh, no te vayas, no
Tú eres la gloria de los dos
Hasta la muerte

¿A poco no se te hizo chiquito el corazón tras leer esas palabras,?, de seguir dedicándome canciones me iba a derretir, me iba a enamorar, creo que solo entonces entendí cuando él me decía que le gustaba lo que yo le mandaba, porque de igual manera, me sentía cuando él mandaba ese tipo de canciones con esas letras tan reveladoras, uff.

No voy a mentir, esa canción ya la había escuchado, pues era un tanto antigua, pero jamás le había puesto atención a la letra, y mucho menos reparar en su significado, hasta ese día, puedo decir que siempre que volviese a escuchar esa canción me recordaría de él, sin importar donde estuviese o con quien, esa canción estaba marcada con tinta indeleble su nombre.

Entendí que era su luz, que iluminaba su día, o su vida en esos momentos que solíamos charlar.

Dejé correr el playlist completo y fue a bañarme, pues no podía pasar todo el día tirada en el sofá recordando y añorando las canciones, que sonaba buen plan, si, pero que no daba para vivir.

Mi baño era un espacio abierto, por así decirlo, pues la regadera tenia puertas transparentes, el granito era una combinación de blanco, con toques rosa pálido y azul, tal cual los cojines del sofá. Tenía un gran espejo de pared a pared, sobre el lavamanos de esos modernos que no parecen lavamanos sino una cuenca sobre una mesa, unas pequeñas maceteras con plantitas verdes que no les conocía el nombre pero que eran divinas., estaban por doquier, dándole vida al estéril lugar, porque todo era blanco, con detalles cromados y verde por las plantas.

Tenía tiempo más que suficiente para escuchar unas canciones, de igual manera el audio me había seguido hasta el baño pues la casa estaba totalmente acondicionada con mini parlantes empotrados y escondidos que no había rincón alguno donde no se escuchara la melodía.

En poco tiempo había acondicionado este lugar a mi gusto, no sé cuánto tiempo iba a vivir ahí, pero mientras lo hiciera seria al máximo, pues era mi hogar por el momento.

Me vestí con un short corto de tela color peach, a la cintura, con un mini croptop blanco, una chaquetita del mismo color del short y unos tenis  a juego con el croptop, me hice una cola de cabella, me maquille muy naturalmente, y volví a mi lugar preferido de toda la casa, mi cuarto.

Totalmente modificado, ahora por una cama del doble de lo normal, cubierta con sábanas blancas, cojines rosa pálido, celeste y gris, unas floreros blancos a cada lado de esta, con plantas verdes, y mi fiel acompañante, el mar, cada vez que entraba aquí, automáticamente me invadía una paz absoluta, no es que toda la casa no transmitiera eso, pero aquí el agregado era mi cama, ah y había mandado a hacer dos cojines, donde aparecía una niña y un conejo, los protagonistas de la hora del Café, el cuento que era para Mauri.

Me sumergí entre mis sabanas y quedando viendo al cielo del techo, me salte a la otra canción que me había invitado a escuchar, del mismísimo Luis Miguel: reloj.

Reloj detén tu camino
Porque mi vida se apaga
Ella es la estrella
Que alumbra mi ser
Yo sin su amor no soy nada
Detén el tiempo en tus manos
Haz esta noche perpetua
Para que nunca se vaya de mí
Para que nunca amanezca


Si no has escuchado esa canción, mueve ese trasero y busca esa canción ¡ya!, porque no solo es la letra, también la melodía que juega un papel importante. Era tan deliciosa, tan relajante, tan romántica, que incitaba querer acompañarla con una copa de vino, y perderte entre las palabras, no dichas que decían la canción.

¡Oh Mauri! ¡Oh Gotita mía! ¿Qué voy hacer un día sin ti en mi vida?

Anteriormente  me había dicho que era su momento de relax en una vida llena de estrés, que alumbraba su ser, solo quería que el tiempo no corriera tan rápido, y disfrutar más de los pequeños placeres de la vida.

Me fascinaba que hiciera eso; compartir letras de canciones que él había escuchado, y que por x razón le encontraba sentido y deber de compartir conmigo. Las letras de las canciones son para que cada quien les encuentre su propio sentido de ser, pues nunca será igual para quien las escribió o para los escuchantes, pero si al ser comprendidas por alguien, y luego compartidas, automáticamente esa letra dejaba de ser del artista y se convertían en esa persona, que le dio sentido, el artista pasaba a un segundo plano, donde solo era el intérprete de algo que esa persona no podía decir fluidamente.
Me fascinaba eso y todo lo demás. Esta otra también de Luis Miguel: Sabor a mí.

Si negaras mi presencia en tu vivir
Bastaría con abrazarte y conversar
Tanta vida yo te di
Que por fuerza tienes ya
Sabor a mí

Y en efecto, así quise hacerlo, negarme su presencia, salir de la burbuja, pero no, no me dejó partir, y en su lugar, me abrazó con sus palabras, con su modo de ser, con ese cambio tan abrupto pero tan reconfortante, que aunque estuviese lejos, lo sentía cerca. Sabor a él,  por supuesto que ya tenía, mis días ya no eran igual, estaban llenos de vida, estaban marcados con su presencia continuamente que no importaba si se perdía un día o dos de mí, su sabor seguía ahí, fuerte y claro.

Solo entonces pude comprender lo que él sentía cada vez que le daba algo, realmente era una sensación sublime, y adictiva, ¿quién no le gustaría vivir de eso?,  a todo el mundo, pero solo unos cuantos eran capaces de encontrar a una persona así.
No sabía en qué punto mi querer estaba ya por él, solo conocía un hecho real; que quería estar con él.








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