"Days go by like the wind and this life is too short" The Rasmus

miércoles, 28 de noviembre de 2018

La Hora del Cafe -sideB-



Un día nos dejamos llevar por la magnitud del momento y atravesamos un portal negro, que apareció de la nada ante nosotros, en una de las tantas horas del café,  en  el cual ya no éramos los mismos, y no solo éramos diferentes externamente, sino internamente. Habíamos viajado a través del tiempo y del espacio, pues todo a nuestro alrededor se movía, como ráfagas de luz de múltiples colores que iban y venia, a toda velocidad, que si las mirabas fijamente te mareabas.

Estábamos suspendidos en la nada, pero no nos caíamos, estábamos flotando; aun seguíamos en el agujero negro, Señor Conejo tomó mi mano fuerte, para darme valor pues en mi rostro se notaba la angustia del momento, no sabíamos a dónde íbamos ni si regresaríamos a donde estábamos hasta hace unos instantes.

Las ráfagas se detuvieron, y desaparecieron, dejándonos a los dos sobre un vasto campo en plena luz de la luna. Las estrellas parecían que se habían multiplicado por 100, me hacía estremecer lo hermoso que se miraba el cielo lleno de tantos microscópicos puntos brillantes, era algo tan maravilloso, que me quitaba el aliento, era  para quedarse ahí eternamente contemplándolas.

Sentí el pelaje de mi acompañante, que ahora no era más un conejo; sino un hermoso lobo negro, con el semblante taciturno tatuado, yo en cambio, ya no era más la niña pequeña soñadora, sino una joven pasada de la adolescencia, mi pelo largo, negro caía en ondas sedosas hasta mi cintura. No éramos los mismos externamente, e internamente me sentía diferente también.



Señor Lobo caminó perezosamente, arrastrando sus patas, a la cima de la colina, lo seguí y me causo risa el movimiento de su cola, sabía que estaba feliz. Le alcancé el paso y le sonríe pues el solo hecho de estar ahí, con él me hacía feliz.

No sabía porque estábamos ahí, ni cuanto duraríamos, pero lo único certero era que debíamos de disfrutar el momento.

-¿Extrañas mi otra forma?- dijo el Lobo.- ¿Qué siempre llega una vez a la semana a ti, que le gusta beber el café contigo?-. Llegamos a la cima y él se sentó en sus patas traseras, y cuando me senté a su lado, él terminó de apoyar sus patas delanteras en el suelo, recostándose totalmente.

Era tan magnifico verlo así, estirado, relajado, con su gran cuerpo y pelaje, que me acerque a él y recosté mi cabeza a un lado de su cara, mientras con mi mano izquierda recorría su lomo, en suaves caricias.

-Si y no, veras los dos son el mismo ser, lo único que ha cambiado es tu forma externa, pero sigues siendo el mismo. Tal vez este acostumbrada a verte, blanco, pequeño corriendo de aquí para allá, y ahora que eres negro, grande y quieto, pero es algo que en unos pocos momentos me acostumbraré.


***

 
Habíamos encontrado una casa, en medio del bosque, parecía la cabaña de un acaudalado, me serví un poco de vino, y nos sentamos frente a la chimenea para entrar en calor, pues afuera el clima había cambiado en un instante, y ahora nevaba, cuando previas horas tan solo la frescura de la noche se sentía.

-¿Qué pasa por tu mente ahora que estoy aquí, que no tengo planeado marcharme?-Él Señor lobo se hizo bolita frente a las llamaradas de la chimenea, pero con vista fija hacia mí, que me había sentado en un sofá de terciopelo negro.

-Tal vez estas disfrutando de mi compañía, así como yo de la tuya, de una manera diferente; estas más sosegado,  preguntón, más reflexivo, y antes todo lo contrario.- quede viendo mi copa, a medio llenar, mientras hacía girar su contenido lentamente, haciéndose un remolino en el centro. El vino olía delicioso, un pequeño sorbo y tenías un rato para disfrutar. Al inicio de encontrarse con tu lengua, era dulce, pero un dulce que no empalagaba sino agradable, avanzaba un poco más, y sentías lo ácido de las uvas, y ya cuando no había más en tu boca, sentías la mezcla de ambos, en una perfecta unión, quedando con la sensación que algo pesado acababa de ingerir y no solo liquido rojizo.

-¿Me extrañabas mucho antes, cuando solía ir solamente de vez en cuando?- Señor Lobo se puso en pie magistralmente, como si la elegancia fuera su segundo nombre, y camino hasta el sofá; hasta mí. 

Se sentó en sus patas traseras, apoyándose firmemente en sus delanteras, y sus ojos me quedaron viendo fijamente.

Tomé un sorbo de vino, deje que la pregunta me hiciera cosquillas en el interior, tanto así que hasta sonríe.- Claro que te he extrañado, siempre lo hago, en muchas ocasiones te lo he dicho, tal vez no de manera tan directa; con esas palabras, pero si lo he demostrado. Me encanta cuando vienes a mi casa y nos sentamos frente mi ventana a contemplar el horizonte, y perdernos hablando, que quisiera que el tiempo se detuviera, pero sé que te tienes que marchar y aguardar por tu próxima visita, y por eso no me gusta que a veces dices: mañana volveré y no lo haces, porque si dices esos, seré feliz desde hoy, esperando por el mañana que nunca llegó, es preferible que me digas: otro día volveré, porque es incierto ni tú lo sabes, mucho menos yo, y no acumulo ninguna emoción.

Lobo se subió al sofá, se recostó en la parte libre que quedaba, pero su cabeza la coloco en mis piernas, pidiendo mimos no audibles.

Dejé mi copa a un lado de la mesa de vidrio que estaba a un lado, y me concentre en hacer lo que quería él y yo. Acaricie sus orejas suavemente, de arriba abajo, luego hice un remolino con mis dedos en el centro de su cabeza, a lo que le fascinó, porque cerró automáticamente los ojos.

-Antes cuando has dicho que me extrañabas, me gustó la sensación que causo en mi saberlo, me he estremecido, has hecho temblar la capa de hielo que se asienta sobre mi corazón, por alguna extraña razón me han conmovido tus palabras, siempre logras la manera de reconfortarme cuando estas platicando conmigo, y es por eso que siempre vuelvo; me haces reír, me relajas, me alivias, me confortas, es por eso que te pido; si un día me alejo, no lo hagas tú, por favor, porque pueda que me aleje sin quererlo, porque otras cosas perturben mi mente y no halle la manera de volver, pero entonces, tu hazlo por mi.- para el término de su monologo, ya me había recostado en el sofá y él junto a mí, mi brazo rozando su pelaje, sintiendo su columna vertebral.
 
Inhalé y exhalé profundamente, para lo que iba a continuación decir:- me da miedo extrañarte, pues cada vez que te pierdes más de mi lado; así como entre más días te vas, más grande se hace mi añoranza por ti, y a veces no es tan agradable sentir que eso va incrementando, pues muchos dicen por ahí, que quien ignora es porque no quiere, y si algo no quieres; estorba, creo ese no es tu caso, o quiero creer, pero entonces se contamina mi mente y mi corazón y haces que de estar a 5 metros sobre el cielo, pase a estar en la tierra otra vez, y no es que este malo, por el contrario me gusta;  sentir que tengo el poder de volver a estar en mis 5 sentidos, que vuelvo a ser  estoica,  pero entonces siento que no estoy completa, que algo me falta, que no sé qué es, que no me pone ni triste ni feliz, sino solo sosegada, pero que no estoy con la sensación de antes, esa en la cual me encontraba a 5 metros; levitando de éxtasis.

Sabía que esto era transitorio, que pronto volveríamos a mi casa; a la realidad, en donde solo se acercaba una vez, de vez en cuando, pero era agradable tenerlo cerca más tiempo, y poder hablar de todo y de nada. Me di vuelta, enfrentándolo y abrace su forma peluda contra mi pecho, su hocico respiraba fuertemente contra mi cuello, haciendo leve cosquilleo, pero perpetrando el momento en mi mente.

Me sentía hipnotizada por el momento, por la calma del lugar, por la cercanía de su presencia, creía que si lo miraba mucho tiempo a los ojos resbalaría, y caería, solo por el simple hecho de estar bajo su hechizo.

Deseé tener un estéreo en ese lugar y sonara esa canción de Coldplay-Hypnotised, que describía a la perfección eso. Y  olvidé donde estaba, en otra realidad que no era la nuestra, sino una alterna donde todo podía pasar, y así comencé a escuchar la música a lo lejos que se hacía más audible, que la melodía me envolvía, me daba un confort, que parecía que tocaba mi alma, que  era el soundtrack de mi corazón, se sentía sublime, como si pudiese flotar al compás de las notas musicales, era demasiado agradable como para poder describirla a la perfección.

No quería que acabara la canción, ni que se terminara nuestro tiempo, porque sabía, cuando retornáramos a la realidad, volveríamos a lo de antes; a las más ausencias que presencias, que en si no importaban, pero si tenía que elegir una de las dos, elegiría la segunda obviamente.

Sentía llegar el final de la melodía, cada vez más cerca y no quería. Abracé más fuerte a Señor Lobo enterrando mi rostro en su cuello peludo y deseé por primera vez que no fuese un animalito, sino un ser humano de carne y hueso como yo.

Y en esta realidad alterna; se me fue otorgado.















Arte: Chiara Bautista
Soundtrack: Coldplay

sábado, 10 de noviembre de 2018

Secretos de una ficker


Una ficker, no se hace de la noche a la mañana, no es que amaneces y dices "vamos a escribir", no nada que ver, por lo general hay varios factores que deben estar presentes, el principal de ellos, es la fascinación por algo o alguien, en mi caso como ya lo habrán visto es: The Rasmus Siempre he escrito de ellos y muy egocentricamente para ellos, aunque bueno, no con el fin de que ellos realmente me lean.

Otro de los factores, seria la inspiración, porque por muchas ganas de escribir que tengas, si no la tienes nunca avanzaras en esa historia en concreto que querías realizar, y he de decir que pasa muy a menudo que tienes la inspiración en los momentos mas inapropiados para agarrar tu lapto y lanzarte a escribir un capitulo entero, bueno eso es lo que me suele pasar a mi, o solía hacerlo, ahora mi inspiración ha vuelto y se ha mantenido por bastante tiempo, cosa que es rara, llevo casi 6 meses en un estado de inspiración continua y de la cual estoy muy agradecida, porque puedo escribir.

Cuando he querido escribir, pero no tengo la inspiración a flor de piel, es muy difícil hacerlo, los párrafos no salen fluidos, y cuesta mucho avanzar en la historia y bueno tener una historia de principio a fin en mi caso es lo fundamental.

A veces solo dejo que la inspiración me guía, como si llevase los ojos cerrados, sin pensar en si lo que escribo ahora encaja con lo que haré mañana, pero como soy guiada por la inspiración, eso no importa, porque al final todo encaja perfectamente, tu mente es como un laberinto, del cual se puede salir en un abrir y cerrar de ojos, no hay cabo suelto, no hay nada que no cuadre, todo es perfecto, por eso me fascina escribir en inspiración.

Hay algunas ocasiones que estoy viendo algo en la pc y me viene la inspiración, y anota en un cuaderno la idea, ese tipo de sucesos lo llamo flash momentáneos, pues no durara para siempre y debes como sea buscar en donde escribir, un ejemplo de eso en mi notas de celular, la cual esta llena de ideas muchas ideas que por lo general suelo pasar rápido a la historia que estoy llevando a cabo.

Y en otras ocasiones esta el tipo de inspiración que no es flash; que es perecedera, a través del tiempo y del espacio, y de el detonan muchas y muchas historias. Tenia 2 años casi, no estar en ese tipo de inspiración que ha sido tan gratificante. Es como cuando llega cansada a tu casa pero sucia, y anhelas darte una ducha para luego meterte en tus sabana limpias, pues esa sensación de ínfimo placer gratificante es el que siento cuando escribo en inspiración perecedera.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

La Hora del Café -C4-

@conigliooooo IG

Cuando el miedo no nos deja vivir

Señor Conejo llegó puntual como siempre solía hacerlo, pero en esta ocasión fue diferente. Se quedó más tiempo de lo normal, se salió de la rutina, de lo ya establecido, que me maravilló, pues rara vez se quedaba más del tiempo que él consideraba oportuno, y velozmente salía corriendo.

Quería preguntarle qué había pasado, que había cambiado, pero sabía no contestaría, a veces parecía ser un conejo de verdad; de esos pequeños escurridizos seres que son mudos con total falta de la palabra, pero no hacía falta que dijera algo, solo agradecer su compañía.

Él ya había entrado a nadar en la gran taza de café que había preparado con anticipación, sabia amaba el café, como no iba amar una gigante taza de café gourmet.

Llamó por mí para que me apresurara, porque no quería nadar solo, y vacilé un momento, claro que quería entrar, pero quería hacerlo con mi chaleco salvavidas, era una taza muy muy onda, si lo sabía yo que me había costado llenarla, pero Señor Conejo me había dicho que no podía hacerlo así, debía entrar sin miedos.

Era tan fácil para él decirlo, y tan difícil de hacerlo, y no porque no quisiera complacerlo, sino que tenía miedo, miedo de nadar sin mi protección, de introducirme, y ahogarme, sabía que él intentaría salvarme si así fuere el caso, pero si me empezaba a ahogar, solo iba a estar en mí, poder salir a flote, él no podría hacerlo, solo yo.

Vacilé, no sé cuánto tiempo, hasta que al fin, me quité todo y sin pensarlo dos veces, me metí a la taza. La sensación fue deliciosa, pero no solo la del café contra mi piel, sino la libertad del momento, de mi decisión, que estaba ahí con él, nadando sin protección alguna.

Me tomó de la mano, y comenzamos a sumergirnos profundamente, se volvió para verme y con gestos, me hizo entender de lo que me hubiese perdido si me hubiese quedado arriba; flotando, tranquila, pero aun con miedo, y verdaderamente dejarse llevar, quitarse los miedos de encima se sentía bien.

Era una libertad absoluta, plena sin comparación alguna.









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