"Days go by like the wind and this life is too short" The Rasmus

jueves, 25 de octubre de 2018

Voy A Marte, desde Venus -C6-


Este 16 de octubre el blog estuvo de aniversario, increible como pasa el tiempo...hace 7 años que esto empezó. 








Era ya la época de agosto, el tiempo pasaba más rápido de lo que se podía pestañar, se sentía que había transcurrido ya más tiempo del que en verdad había pasado. El trabajo en la galería había incrementado, tenía que presentar una serie de obras para el 21 de septiembre, y aunque se escuchaba que faltaba mucho tiempo, era en realidad poco, no tenía tiempo que perder, y sea como sea eso me estresaba un poco, no mucho, pero si lo hacía.

Me encantaba por eso la forma de ser de Mauri, porque se adaptaba perfecto a mi estilo de vida, no era como otros individuos que te exigían una respuesta inmediata a sus mensajes, no te reclamaba si te tardabas algunas horas en contestar (no es que me tardara tanto en contestarle, en muy raras ocasiones lo hacía; a veces cuando estaba resentida con él, y otras porque andaba haciendo alguna cosa lejos de mi célular).

Resentida; si has leído bien, y aunque en pocas ocasiones me pasaba eso, sí que lo había sentido, más que todo cuando me dejaba en sus “sutiles vistos” que no entraba a leer el bendito mensaje que le había enviado, y lo venía leyendo al día siguiente, si, al bendito día  siguiente, ¿no te resentirías ni un poquito si alguien te hiciera eso?, bueno si ese alguien te valiera 5 hectarias de estiércol, pues no pasaba nada, pero él que …. Era la luz mis ojos, a veces eso me ponía como un Sharizard ( si viste pokemon entenderas) no siempre claro, pero es que además era una falta de cortesía humana, pues en estos días, que el tiempo vale oro, que te tomes unos momentos para redactar un mensaje ( a veces me pasaba y escribía mini testamentos) y ese receptor, no se digne a leerlo es como –¡ hey! No seas así, conchale mi chavo.- pero en fin, eso aún no lo entendía del todo, porque tenía la capacidad de ignorar un mensaje por tanto tiempo, yo no podía hacer eso, solo aunque estuviese enojada, o bueno, tal vez era que no quería ver con mis ojos la verdad que estaba frente a mi.

Tenía dos teorías del porque él hacia eso. La primera era para no sentir apego hacia mi persona; que podría ser, pero no estaba muy convencida, la otra era porque estaba tan ocupado que no podía tomarse unos minutos a leerme y contestarme, pero entonces, sí esta era verdad, él solo estaba tonteando conmigo y mis sentimientos, queriéndome tener ahí cerca, para calentarte el oído, pero de lejos, que cuando no estorbase, allí iba a estar él y su mensaje, pero cuando no era bienvenida ni me leía.

En una ocasión le pregunte porque hacia eso, y solo dijo, que al final siempre me contestaba. Era verdad siempre lo hacía pero a un millón de segundos después, trataba de no darle importancia, pero habían días que si importaban y molestaba, solo a veces, lo he de admitir, pero como no iba a sentarme mal que hiciese eso; que se sentía tan a propósito, era de dosificarme una dosis diaria de comprensión.
Salí de la nube de mis pensamientos, y de la comodidad de mi cama, me encaminé hacia mi armario que estaba empotrado en la pared, y tomé mi traje de baño negro, no tenía ganas de usar otro color, solo ese, será que era un reflejo de cómo estaba mi aura ese día.

Me hice una coleta alta, me aplique un poco de bloqueador, y me encamine hacia mi piscina, necesitaba sentir el agua en mí. Pero no sin antes conectando mi celular al estéreo, tenía ganas de escuchar música, mi música la que solía escuchar siempre en Finlandia; The Rasmus.

Tenía hambre pero por los momentos solo alimentaria mi alma, con música, siempre era relajante y sin importar que canción eligiese, esa reconfortaría mi ser, esa era la capacidad de la música de The Rasmus, alimentar almas hambrientas.
Mientras avanzaba hacia el patio trasero en donde lo único que estaba era la piscina y una pequeña sala de estar, Last Generation comenzó a sonar, al instante una sonrisa conquisto en mi rostro, era algo roquerona, del álbum hide from the sun, tenía una aura de nostalgia y dolor, no es que me sintiera así, pero era reconfortante de alguna manera, que Lauri me cantara y me apapachara momentáneamente.

La piscina era en forma ovalada y tenía degradación en profundidad, totalmente cristalina el agua, repellada con azulejos celestes, unas cinco palmeras adornaban mi patio, y eran perfectas para dar sombra en ciertos sectores del área.

Me zambullí dejando que el agua acariciara mi cuerpo, no recordaba la última vez que había utilizada la piscina, pero definitivamente era algo que no debería dejar en el olvido, pues instantáneamente me traía paz.

La música se escuchaba fuerte y claro en el patio, y un párrafo me llamó la atención:

Dust replaced their souls
Minds turned into stone


Y así me sentía en realidad, mi mente de piedra, y mi alma de polvo. Dejé de nadar y solo comencé a flotar, a perderme en el intrincado dibujo que iban formando las pocas nubes blancas en ese perfecto cielo azul.

Tenía ya una semana de no hablar con Mauri, bueno un poco  más, porque le había escrito a veces pero solo contestaba por contestar, sabia estaba ocupado y lo entendía, por lo que dejé de mandarle mensajes, que no eran vanos de –Hola, ¿Qué haces?. Me molestaba ese tipo de mensajes, sino comentándole algo que había visto, o mandándole algún boceto de mis pinturas.

Pero dejé de comunicarme y él también, había desaparecido totalmente, era como si hubiera hecho un viaje directo hasta Plutón, donde no era bienvenida, dejándome atrás, en el limbo intergaláctico de su planeta y el espacio.

Los días fueron pasando y nada que daba señales de vida, ya en otras ocasiones se había esfumado de la misma manera, pero por alguna razón se sentía diferente esta ausencia.

Quería viajar hasta Plutón y traerlo de vuelta conmigo, pero entendía que si había hecho ese viaje hasta allá, era porque quería estar solo. Y comprendía muy bien, pero era algo difícil, y más cuando entraba a leer memes a instagram y daba la casualidad que solo de memes románticos aparecían en momentos como ese.

“ si no te busca, no te llama, no le importas”

“Valórate y deja de mendigar cariño que no te quieren dar”

“No le des prioridad virtual a quien no te la da”

Y así, habían mensajes que era como luces de neon de -¡reacciona Kai, aléjate de ese hombre, que solo está jugando contigo!, entonces era difícil, ver como se alejaba y no pensar que todos esos memes eran real. Kimoa solía siempre aconsejarme que lo buscase, si él no llamaba; que lo llamase, si él no escribia; que le escribiese, y creo por tan orgullosa que era, que no lo hacía, pero en raras ocasiones le había caso y esa fue una.

Le llamé a un en contra de mi razón, pues no quería y si deseaba hacerlo y no contestó, y ni devolvió la llamada, ni ese día ni el día siguiente. De solo recordar lo que sentí, perdí la concentración que tenia de estar flotando, que mi cuerpo se tornó pesado y me comencé a hundir, aun con los ojos abiertos, quizá tal vez para no ser consciente de lo que mis ojos querían hacer y traicionarme con una lagrima.

Era de noche, sabia él estaba en su casa, y no contestó porque no había querido, o no había podido, y si tenía que escoger una opción, sería la primera; el masoquismo ante todo.

El aire en mis pulmones se estaba acabando, pero aun no quería salir a la superficie, se sentía aun mucha más calma estando dentro del agua, más reconfortante.

Salí a flote cuando no pude más, y mi alma estaba en paz. Continué flotando pues no tenía la intención de nadar, solo dejarme acariciar por el agua y el sol y el recuerdo de la llamada nunca contestada. Y así fueron pasando más días, e iba a dejar pasar muchísimos más, hasta que él volviera a mí por su cuenta, pero no pude más, eso me estaba quitando la paz mental; una que valoraba y apreciaba más que nada en este mundo y tenía que saber porque se estaba alejando de mí, si era porque se había cansado o aburrido, pues sabía nada malo había hecho, y su lejanía ya era más prolongada de lo usual.

Dejé a un lado mi orgullo y le escribí, no contestó. Pasó una, luego dos, tres, cuatro, cinco horas y nada, ni un visto, ni una respuesta nada, silencio absoluto, sentí que mi alma quemaba de iracunda, pues aun en contra de lo que mi razón indicaba de no escribirle; lo había hecho, él no quería ser contactado, ¿y qué había obtenido a cambio?. Nada.

Se había sentido como si tocase su puerta, sabiendo que él estaba dentro, y que jamás había intentado abrirla y dejarme pasar, que por el contrario me había dejado afuera en la tormentosa lluvia que caía sobre mí, y no me gustó para nada lo que sentí.

Esto estaba ya saliéndose de mi control, pues no tenía que sentirme así,  me había ignorado; pues que más daba, no había contestado mi llamada; ya otro día lo haría, pero no, si me había importado que no me contestara, que ni siquiera me leyera el mensaje, que no diera una señal de luz. Era como si estuviese aceptando mi solicitud de alejamiento, que días atrás le había enviado, y que solo hasta ahora, que sabía Dios por qué, si había aceptado pero sin decírmelo.

Mi mente no dejaba de maquinar cosas, por qué se había alejado tanto tiempo, pues nunca lo había hecho antes, y no podía seguir así, tenía que saber porque lo estaba haciendo o perdería totalmente mi paz.

Nuevamente aun en contra de todo mi ser le volví a escribir(a este punto, queda un gran cero de orgullo en mi interior o ¿ya había perdido la dignidad?), y es que si me dejaba en su bonito “no leído”, ahí si le volvería a contestar en la próxima navidad cuando él se dignara a volver. Pero no le escribí cualquier cosa, sabia tenía que decirle algo que lo hiciera entrar al chat, y darme una respuesta, pues aunque no leía el mensaje en el chat, sabía muy bien lo leía en sus notificaciones, o bueno eso solemos hacer en general casi todos.

-Has aceptado mi solicitud.- le escribí. Miraba que el mensaje no le llegaba y ¡oh por Dios! fueron los minutos más largos de mi vida, pues cuando lo leyera en su notificación sí que entraría, y así lo hizo, pero entró todo iracundo.

Lo hizo iracundo, pero con justificación del por qué estaba en Plutón y no en Marte; por el bendito estrés, y mi alma tuvo sosiego al fin, no sabía la había perdido, hasta que leí eso y ese simple renglón, le había devuelto la luz a mi día; la calma a mi ser.

Él era el ser más peligroso para mí, tenía un poder que ni cuenta me había dado, y no recordaba la última vez que me había sentido así, o tal vez sí, pero ahora era diferente, pues no había un título entre nosotros, era como estar en el limbo, aunque al parecer, solo yo estaba en el, porque él si sabía dónde se encontraba perfectamente, o eso daba a entender con sus acciones.

Y le creí, del porque se había esfumado por tanto tiempo en Pluton. Estaba en un punto que mi confianza era al 100%, hubiera dudado que fuese por el estrés; que se había alejado, si no confiara en él. Solo esa palabra había bastado para volver a estar en paz, la paz que había perdido, de la cual era fiel guardiana, porque mi paz siempre estaba antes que todos, sin importar quien fuese.

Había sido cortante en su mensaje, pero por obvia razón, no le negaba eso, pero me hizo ver que, él tenía más orgullo que yo. No quería que me alejara, y era la segunda vez lo que pedía, y no haría falta una tercera vez para comprobarlo. Había dicho que si me alejaba, su orgullo no le permitiría que volviese.

Y pues no, no quería alejarme, como iba alejarme de mi propia mano, del sol de mi verano, de la luna de mis noches, de mí muso incondicional, tendría que ser una tremenda tonta y testaruda si lo hacía o muy miedosa, solo que no sabía como saber el porqué de su ausencia, que tenía nombre: estrés.

Había aprendido algo importante, que ante momentos de estrés, donde él se refugiaba en su luna de miel consigo mismo, en donde se mimaba su alma, pues aun no era bienvenida y debía respetar eso, que aunque no entendiera porqué tan extremo de su actitud, debía aceptarlo, pues en esta vida cuando uno quiere a una persona desinteresadamente, lo acepta como es; con sus virtudes y sus defectos, pero si no lo haces, simplemente te exaspera su forma de ser, te das por vencido y escapas, porque es lo más fácil; huir de un planeta, y buscarte otro.

En esta galaxia habían miles de formas de querer, porque nadie quiere de la misma manera, unos más desinteresadamente; que no esperan absolutamente nada del otro, otros más cariñosamente, unos son más demostrativos de afecto( con gesto o palabras o hechos), otros más insípidos, otros más detallistas, y los que no lo son , uno si realmente quiere estar con esa persona, encontrara la manera de hacer sentir querida a esa persona especial; con el paso del tiempo, se aprende que cosas son las que hacen sentir queridas  a una persona, porque las hay, que no pasa nada si no contestas un mensaje en un siglo, pero hay otras que eso cuenta, máximamente, hay unas que si no le das besito de buenos días, no se sienten amadas, hay otras que no pasa nada si no lo haces, hay unos que quieren que le digas palabras bonitas, cariñosas, para saber que sientes algo por ellos, hay otras que no pasa nada si ni dices su nombre… todas las personas somos diferentes y está en uno identificar esas pequeñas singularidades que denotan; amor hacia alguien más, y estarás alerta a encontrarlas si realmente sientes algo en tu interior, sino, nunca te enteraras.






jueves, 18 de octubre de 2018

La Hora del Cafe- A3-

@conigliooooo
 AVENTURA 3



Señor Conejo no había llegado esa semana por su dosis de café a casa de Kau, pero si lo había bebido, pues ella lo había ido a visitar, pero aun así Kau lo estuvo esperando, y cuando por fin vio que los días de la semana pasaban y sin señales de vida de él, se resignó a que no lo vería hasta una próxima vez.

Cuando por fin apareció ante ella, no fue como las otras veces su reacción ante él, pues había pasado tanto tiempo que se sentía como una flor sin agua; que se estaba marchitando, pues no solo de sol viven las plantas. 
Le sirvió el café y galletas, y estuvo como siempre, pero no se sentía igual, no es que estuviese triste por su llegada, todo lo contrario, sí que estaba feliz, pero era una felicidad microscópica, estaba más que todo normal.

-Kau, he estado pensando mucho en ti últimamente.- dijo de pronto Señor Conejo, mientras la observaba fijamente.

Ella dejó de hacer burbujas inmediatamente. El día era tan cálido, que habían salido a tomar el café en el jardín. Lo volvió a ver, para poder creer que había escuchado bien, él solo asintió, como intuyendo su duda.

-Te he extrañado también.- agregó él. Sin perder de vista en ningún momento los gestos de Kau.
Kau no sabía que decir, obviamente que dijera esas palabras, había sido como el agua que necesitaba para volver a tener esa vitalidad, y creo Conejo lo notó, porque sonrió.

Nunca antes Señor Conejo había sido tan expresivo en sus palabras, y que dijera eso era como que se quitase su pelaje de encima, como que desnudara su alma, solo para ella, y era bonito saberlo.

Kau nerviosa continuó haciendo sus burbujas de jabón con más entusiasmo que antes, con más fervor que antes, y él lo notó, tanto así que se dispuso a jugar con ella, y se introdujo en una de las burbujas, elevándose rápidamente por el aire.

-Si no vine antes, fue porque he estado muy estresado, y no quería que me vieras así.- dijo él, mientras se sentaba dentro de la burbuja, apesarado de haber pasado tantos días sin verla.

-No eres perfecto, Señor Conejo, y no espero que seas así, solo ven sin importar como estés de ánimo, solo ven a mí, siempre te recibiré, sin importar tu estado, yo siempre estaré aquí, solo no te vuelvas a esconder.- y continuó haciendo más y más burbujas, en la cuales Conejo saltaba de una en otra, para no alejarse tanto de Kau, pues las burbujas se elevaban con tanta rapidez en el cielo que parecía que le costaría una eternidad bajar y volver al lado de Kau.

-Lo haré, siempre volveré mi preciada Kau.-


sábado, 6 de octubre de 2018

Voy A Marte, desde Venus -C5-



La luz del sol acariciaba mis parpados, anunciándome que era un nuevo día, que debía despertar, dejar atrás la cama y comenzar una nueva aventura en esta que era mi vida, pero sí que era muy difícil de hacer. La sabana de seda, que envolvía mi cuerpo desnudo, bueno casi desnudo; solo vestía  cacheteros negro de algodón y un top de encaje del mismo color, me lo impedían

Anoche me había desvelado, y el responsable de mi desvelo, había sido Mauri, mis labios me traicionaron y ante el recuerdo de  nuestra platica,  esbocé una sonrisa de esas; de las tontas enamoradas, creía más bien, me estaban saliendo arrugas nuevas de tanto reír, ya que solía pasar en un estado estoico facial, que mis músculos faciales no se acostumbraban al cambio abrupto.

No es que antes no hubiera estado  así; feliz, pero era una felicidad distinta, como cuando vas a tu supermercado a comprar tu bebida favorita de chocolate, llegas y te encuentras que hay una nueva marca, te dan a probar y si, es de chocolate, ya habías probado el chocolate, pero esta tenia un distinto sabor, más fuerte, más potente, que lo ingieres, recorre todas tus papilas gustativas, conquistándolas una a una, y sabes que después de esa nueva bebida, no habrá otra que se le compare, algo así, era esta nueva felicidad.

Había sido la primera vez en esta corta trayectoria, que me quedaba hasta tarde hablando con él, porque si, había sido una deliciosa llamada, dejándome embriagar por el elixir que  era su voz para mí.

Salí de la cama a regañadientes, pero más feliz que ayer, que sentir el frio de las baldosas en mis pies, se sentía bien, recordándome que tenía los pies bien puestos aun, o bueno eso quería suponer, porque era más fácil creer que no lo había ascendido a otro nivel.

Fui hasta el estudio, a continuar con un boceto que tenía días sin terminar, que de un día para el otro, había dejado de querer pintarlo, no sé, como cuando una flor se estaá muriendo de sed, que no puede hacer otra cosa que reservar lo poco que tiene en su interior, creo así había estado, en su ausencia, que había sido más alargada que otras veces, me había secado, eso y las palabras de Kimoa. –Kaia, ¿para qué le hablas, si ni te contesta?, ¿para que le piensas, si te ignora-. En el fondo eso se podría traducir en un: le vales una hectárea de estiércol completa.

Y podría ser verdad, a veces me gustaba creer que era cierto, eso se transformaba en un campo gravitacional que me evitaba seguir avanzando, pero que rápidamente era disipado cuando reaparecía, como que sabía el momento justo; que tanta ausencia era malo, y debía hacer su espectacular aparición, y en efecto, aparecía y todo se me olvidaba, creía que si desaparecía por más de unos días ahí sí, podría manejar su efecto en mí y poner verdadera distancia.

No es que quería poner una distancia, todo lo contrario, pero a veces se hacían sacrificios para evitar un mal peor.

Mientras lo terminaba de dibujar, no podía dejar de pensar en el cambio abrupto que había tenido. Un cambio de 180 grados, un cambio hermoso si me permiten decirlo, y dentro de ese cambio venían sorpresas. Una de ellas, que estaba empezando a abrirse poco a poco a mí, porque mientras mi alma estaba totalmente abierta hacia él, que no tenía ni un filtro en mis palabras o en lo que ellas querían decir, él continuaba hermético, hasta ahora.

Empezó a abrirse a finales de julio, casi al final del segundo mes, que inició esta historia, y ¿Cómo lo hizo? De la manera más sutil, pero demasiado romántica, de solo recordar lo que había escuchado, me daba escalofríos, de esos ricos, que al mismo tiempo se acompañan; de una sonrisa, y el bailar de tu alma al compás de la melodía.

Dejé por un momento el dibujo, y me apresuré hasta la sala, una que era muy de mi estilo; grandes ventanas de cristal oscilo-batientes de aislamiento acústico bajo, que prácticamente venían siendo también las paredes, pues comenzaban desde el piso hasta escasos centímetros del techo, que tenían vista al mar, todas las  paredes  (las pocas ) pintadas de blanco, un sofá en forma de L, del mismo color que las ventanas, con unos cojines color rosa pálido, celeste y gris, una alfombra cuadrada gris, con rayas blancas, que daba el marco a la sala de estar, enfrente una mini mesa rectangular de madera falsa blanca con vidrio sobre ella, en la cual estaba el mini estéreo y colgando de la pared un plasma.

Aun lado de cada ventana, tenía florero cilíndricos, blancos, con vegetación, sentía que, lo blanco estéril del lugar, se armonizaba con el verde de las plantas, y una que otra cosa color de madera, por ejemplo en comedor, era rectangular, para cuatro personas, totalmente de madera, color beige tan suave que parecía madera falsa. Pero no lo era. La cocina estaba totalmente equipada, con muebles de piso y  aéreos blancos con acabados cromados, la estufa, refrigeradora, y demás utensilios eran todos negros, había una isla que tenía mármol blanco con toques en beige, y un florero blanco de porcelana, de 20 cm de alto y 10 de ancho   con planta tipo  miltonia; verde sus hojas y largas muy largas que crecían hacia arriba, y sus flores eran blanco con morado que le daban toque femenino a mi cocina. Sobre la isla estaba el estante de copas, una casa sin copas no era casa, aunque aún no había comprado ni un vino, pronto lo haría, aunque beber sola no era lo mío, nunca lo había hecho y por eso  sospechaba no compraría por ahora nada.

Tenía vecinos, pero estaban un poco retirados, pues cada chalet estaba sobre cimientos de madera en el agua, que nos conectábamos por caminos de madera. Mi vecino más cercano estaba a 30 metros, y todos formábamos una hilera de chalets hasta llegar a la mera isla, estábamos ubicados como que fuéramos la rama de un árbol, algo así. Era delicioso vivir aquí, a vece pensaba si algún día volvería a Finlandia, pues despertar con el sonido del mar, sus olas rompiendo entre los cilindros de madera, el sol como tu despertador fiel, era un paraíso, aunque lo que más me gustaba era el color del agua; igual que el cielo, se podía decir era transparente porque podía ver la arena bajo ella, cuando estaba cerca de la isla, y entre más y más profundo se estaba del mar más azul era, algo maravilloso de ver.

Vincule mi celular, al equipo de sonido, y empecé a reproducir la primer canción que me había compartido, con un simple: -Me gusta esta canción. No había dicho, -te la dedico, ¡hey mira!, esto me recuerda de ti, no solo unas palabras –Me gusta esto, escúchalo.

Dejé mi celular sobre la mesa de madera blanca baja que estaba frente al sofá, y me recosté en la sección larga de este, con los ojos cerrados, flotando de emoción y satisfacción, pues rara vez un hombre se tomaba la molestia de compartirme su música, algunos no lo hacía, porque después cuando todo acababa, esas canciones ya quedaban marcadas, y ya no serían música a volver a escuchar, pero Mauri; mi gotita de felicidad, al parecer no le daba miedo eso.

La melodía comenzó a sonar, de la banda mexicana Maná, y Fer a cantar, pero que eran palabras, parecían ser robadas desde el mismísimo pensamiento de Mauri.

Iba caminando por las calles empapadas en olvido
Iba por los parques con fantasmas y con ángeles caídos
Iba sin luz, iba sin sol
Iba sin un sentido, iba muriéndome
Iba volando sobre el mar
Con las alas rotas

Solo me recordó a lo que una vez le escribí en un cuento, “ como el verano sin sol, como la luna sin la noche”
Ay amor apareciste en mi vida
Y me curaste las heridas
Ay amor eres mi luna, eres mi sol
Eres mi pan de cada día
Apareciste con tu luz
No, nunca te vayas
Oh, no te vayas, no
Tú eres la gloria de los dos
Hasta la muerte

¿A poco no se te hizo chiquito el corazón tras leer esas palabras,?, de seguir dedicándome canciones me iba a derretir, me iba a enamorar, creo que solo entonces entendí cuando él me decía que le gustaba lo que yo le mandaba, porque de igual manera, me sentía cuando él mandaba ese tipo de canciones con esas letras tan reveladoras, uff.

No voy a mentir, esa canción ya la había escuchado, pues era un tanto antigua, pero jamás le había puesto atención a la letra, y mucho menos reparar en su significado, hasta ese día, puedo decir que siempre que volviese a escuchar esa canción me recordaría de él, sin importar donde estuviese o con quien, esa canción estaba marcada con tinta indeleble su nombre.

Entendí que era su luz, que iluminaba su día, o su vida en esos momentos que solíamos charlar.

Dejé correr el playlist completo y fue a bañarme, pues no podía pasar todo el día tirada en el sofá recordando y añorando las canciones, que sonaba buen plan, si, pero que no daba para vivir.

Mi baño era un espacio abierto, por así decirlo, pues la regadera tenia puertas transparentes, el granito era una combinación de blanco, con toques rosa pálido y azul, tal cual los cojines del sofá. Tenía un gran espejo de pared a pared, sobre el lavamanos de esos modernos que no parecen lavamanos sino una cuenca sobre una mesa, unas pequeñas maceteras con plantitas verdes que no les conocía el nombre pero que eran divinas., estaban por doquier, dándole vida al estéril lugar, porque todo era blanco, con detalles cromados y verde por las plantas.

Tenía tiempo más que suficiente para escuchar unas canciones, de igual manera el audio me había seguido hasta el baño pues la casa estaba totalmente acondicionada con mini parlantes empotrados y escondidos que no había rincón alguno donde no se escuchara la melodía.

En poco tiempo había acondicionado este lugar a mi gusto, no sé cuánto tiempo iba a vivir ahí, pero mientras lo hiciera seria al máximo, pues era mi hogar por el momento.

Me vestí con un short corto de tela color peach, a la cintura, con un mini croptop blanco, una chaquetita del mismo color del short y unos tenis  a juego con el croptop, me hice una cola de cabella, me maquille muy naturalmente, y volví a mi lugar preferido de toda la casa, mi cuarto.

Totalmente modificado, ahora por una cama del doble de lo normal, cubierta con sábanas blancas, cojines rosa pálido, celeste y gris, unas floreros blancos a cada lado de esta, con plantas verdes, y mi fiel acompañante, el mar, cada vez que entraba aquí, automáticamente me invadía una paz absoluta, no es que toda la casa no transmitiera eso, pero aquí el agregado era mi cama, ah y había mandado a hacer dos cojines, donde aparecía una niña y un conejo, los protagonistas de la hora del Café, el cuento que era para Mauri.

Me sumergí entre mis sabanas y quedando viendo al cielo del techo, me salte a la otra canción que me había invitado a escuchar, del mismísimo Luis Miguel: reloj.

Reloj detén tu camino
Porque mi vida se apaga
Ella es la estrella
Que alumbra mi ser
Yo sin su amor no soy nada
Detén el tiempo en tus manos
Haz esta noche perpetua
Para que nunca se vaya de mí
Para que nunca amanezca


Si no has escuchado esa canción, mueve ese trasero y busca esa canción ¡ya!, porque no solo es la letra, también la melodía que juega un papel importante. Era tan deliciosa, tan relajante, tan romántica, que incitaba querer acompañarla con una copa de vino, y perderte entre las palabras, no dichas que decían la canción.

¡Oh Mauri! ¡Oh Gotita mía! ¿Qué voy hacer un día sin ti en mi vida?

Anteriormente  me había dicho que era su momento de relax en una vida llena de estrés, que alumbraba su ser, solo quería que el tiempo no corriera tan rápido, y disfrutar más de los pequeños placeres de la vida.

Me fascinaba que hiciera eso; compartir letras de canciones que él había escuchado, y que por x razón le encontraba sentido y deber de compartir conmigo. Las letras de las canciones son para que cada quien les encuentre su propio sentido de ser, pues nunca será igual para quien las escribió o para los escuchantes, pero si al ser comprendidas por alguien, y luego compartidas, automáticamente esa letra dejaba de ser del artista y se convertían en esa persona, que le dio sentido, el artista pasaba a un segundo plano, donde solo era el intérprete de algo que esa persona no podía decir fluidamente.
Me fascinaba eso y todo lo demás. Esta otra también de Luis Miguel: Sabor a mí.

Si negaras mi presencia en tu vivir
Bastaría con abrazarte y conversar
Tanta vida yo te di
Que por fuerza tienes ya
Sabor a mí

Y en efecto, así quise hacerlo, negarme su presencia, salir de la burbuja, pero no, no me dejó partir, y en su lugar, me abrazó con sus palabras, con su modo de ser, con ese cambio tan abrupto pero tan reconfortante, que aunque estuviese lejos, lo sentía cerca. Sabor a él,  por supuesto que ya tenía, mis días ya no eran igual, estaban llenos de vida, estaban marcados con su presencia continuamente que no importaba si se perdía un día o dos de mí, su sabor seguía ahí, fuerte y claro.

Solo entonces pude comprender lo que él sentía cada vez que le daba algo, realmente era una sensación sublime, y adictiva, ¿quién no le gustaría vivir de eso?,  a todo el mundo, pero solo unos cuantos eran capaces de encontrar a una persona así.
No sabía en qué punto mi querer estaba ya por él, solo conocía un hecho real; que quería estar con él.








lunes, 1 de octubre de 2018

Voy A Marte, desde Venus -C4-






Me he perdido un  poco, pero he vuelto, y ahora si, para darle fin lo mas rápido posible a esta historia.








Es increíble cómo pasa el tiempo, apenas y siento que lo conocí ayer, y ya van 2 meses, que se dicen rápido, pero no lo son. Si me preguntas, ¿si soy feliz?, te diré que sí, ¿igual que antes?, no, esta felicidad de ahora, es de otro nivel, del tipo de felicidad, que te hace querer flotar en lugar de caminar, que te hace sonreír aunque no tengas una razón alguna, solo el instantáneo cruce de su recuerdo, te evoca querer sonreír, porque todo es diferente ahora, ya nada es igual que antes.


Pero no solo en cuanto a la felicidad, he cambiado, hay algo más, me he vuelto muy perceptible, a la rutina que él ha establecido conmigo, ahora es más y más lejana la comunicación, no sé si es un mecanismo de defensa suyo, o causalidad de la vida o … no, ¿por qué quien ignora un mensaje de una persona, por dos días seguidos? Solo alguien a quien no le importas realmente, y sea como sea, ese pensamiento se cuela en tu mente, hasta hacer un orificio, taladrar y romper.

Él dice que mis comentarios, cuando no están cubiertos de una ternura, no le gustan, pero ¿Cómo ser tierna, cuando no quieres serlo, porque muy muy en el fondo estas dolida, que te has dado cuenta, que no eres una prioridad en su mundo virtual, que cuando ya no quedan más mensajes por responder, aparece ese mensaje que hace 2 días no has respondido, y hay que responderlo, no se puede poner happy face, cuando te sientes pocker face.

Siempre ha existido ese tiempo libre entre nosotros, en el cual no tenemos interacción y  está bien, pero antes era 1 día o dos, y los mensajes sea como sea eran respondidos y cuando ya no había más de que hablar nos dispersábamos. Ahora se han transformado en mensajes sin responder, en llamadas sin contestar, por cosas del destino, que si lo ponemos en parámetros karma, es tal cual; yo le escribo y no contesta, él me llama y no contesto.

Siento que mi nave va y viene entre mi planeta y el suyo, que la gravedad del espacio me sostiene ahí, en ese punto medio, que días avanzo más hacia su órbita y hay otras veces que desacelero y quiero regresar a mi mundo, donde todo es tranquilo, en paz, feliz aunque insípido.

Mas sin embargo, no puedo poner reversa y salir del limbo gravitacional en el que estoy, me quedo contemplando todo a mi alrededor y me dejo inundar por los miles de asteroides que pasan cerca de mí, que están a poco metros del impacto, de romper mi nave, y hacer caer al vacío, así estoy realmente con Mauri, él  mi meteorito, yo una nave indefensa, que desea activar sus escudos para protegerse del impacto, pero que dicho artefacto, al parecer me hacía cambiar, y un cambio que  era tan visible que a él no le satisfacía. ¿Sería acaso mi nave de tan buen material, que lograría recibir un impacto, sin tener daño alguno?, solo esperaba que sí, porque no quería activar mis defensas, porque en efecto me hacían cambiar, quería dejarme así tal cual, sin nada que ocultar.

No debería ser tan complicado ¿o sí?. Es como cuando vas al mar, sabes nadar, pero te pones tu chaleco salvavidas, porque quieres sentirte segura, y entonces ese otro ser que está ahí nadando, mirándote fijamente, sonriéndote, extendiendo su mano hacia ti, te invita a nadar más profundo, donde sabes hay cosas maravillosas, que solo podrás verlas, si te quitaras tu chaleco.

Dudas obviamente de hacerlo, pero su mano se ve tentadora, y mucho más lo que próximamente experimentaras, y que solo de ti, exclusivamente de ti depende; si avanzas, tomas su mano y te sumerges o te quedas en la superficie flotando, como todos los que no saben nadar, pero recuerdas que tu si sabes, y que no hay que vivir con miedo, y eso te hace reaccionar, te quitas tu chaleco, nadas hacia él, como el imán que es para ti, tomas su mano, te maravillas del contacto entre los dos por un momento, lo grabas en tu mente y se sumergen, muy y muy profundo en el mar, viendo las maravillas que el coraje de haber aceptado hacer eso, te ofrecen, y sonríes, porque has elegido bien.

Solo era dejar el miedo y dejarse llevar, sin importar las consecuencias.

¿Y no es en eso que radica vivir esta única vida que Dios te ha dado?, vivir sin miedo alguno, porque cuando aprendes a vivir sin miedo, comenzaras a ser feliz realmente.

***

Hace más de dos semanas que no dibujo para él, hace dos semanas que no hablamos como antes, hace dos semanas que no nos comunicamos por teléfono, hace dos semanas que cambié, y el cambio a nadie le gusta, pues en la rutina está el gozo a veces.

Pero hoy puedo decir, que no solo yo cambié, él también cambió, de un día para el otro, ya no quedo en el abandono absoluto, en el abandono que he estado viviendo, y al cual me he acostumbrado, y me abruma este cambio, pues me hace inmensamente feliz, pero que no entiendo del todo por qué dicho cambio.

Recuerdo un día le solicite formalmente su ausencia; a veces se me daba ser bien formal con las cosas, le pedí un tiempo de cero comunicación, pues lo necesitaba, sentía; estaba abandonando mi seguridad, la de mi nave y puesto mis pies en Marte, su planeta; un lugar cálido, adorable de mil colores, que incitaba a querer quedarse ahí viviendo y no ser una turista más, pero al mismo tiempo era abrumador y necesitaba con urgencia salir de ahí, volver a la nave, encender motores y despegar, no sé si con rumbo otra vez a Venus, pero con tal de salir de ahí, no importaba donde fuese.

Él denegó mi solicitud al instante, fue como si estuviese frente a mí, con su semblante sereno, sonriéndome con sus hermosos ojos, con su invitación no audible, pero si visible, sin querer ya mi ausencia, una que siempre ha estado ahí, pero nunca tan real como iba a ser ahora. Él sabía quería huir, me gustó el hecho de no dejarme partir, pues a veces un gesto dice más que mil palabras, y él era corto de expresión, pero no, en cuanto a sus acciones.

Muchas veces me gustaba pensar por él, por ejemplo en situaciones como esas, ¿Por qué no queria que me fueses?, ¿Por qué no unos días de vacaciones, yo sin su presencia, y él sin la mía?, si me dejaba a la deriva con mi pensamientos podía pensar mil y una cosa. Ejemplo: así como le hablaba bonito a él, así le hablaba él a otras, porque los cuerpos sanos ocupan distracción orgásmica, una que no le daría yo, y así muchos más pensamientos más.

No le gustaba que pensara por él, y razón tenía, pero entonces respuestas debía de dar, pues no hablábamos en el mismo idioma, y tratar de suponer no era lo ideal, tenía que aprender su forma de comunicación y ahí conocer más de él.

Que difícil era gustar de alguien que no era de tu mismo planeta, pero que con su manera de pensar, de expresarse, e interactuar, hacía que cada día te gustase más, y le daba luz a tu vida, no en vano era una gotita; mi gotita de felicidad.

¿Qué era una gotita? Te preguntaras, déjame te aclaro. Es el simple hecho de que alguien te gustase, ese alguien era tu gotita. El gusto por una persona es inmedible, así como las gotas de lluvia; no las puedes contar, solo disfrutar de ellas; te mojan, y te hacen sentir vivo, feliz , libre y es igual cuando una persona te gusta; se está en libertad de empaparse de su contacto, de sentirse feliz y es un gusto libre, porque así como la lluvia cae, donde sea cuando sea, así es el gusto por una persona; libre, que no se espera nada a cambio, solo se disfruta la sensación, te embriagas de ella te dejas llevar, y así como la lluvia culmina en un arcoíris: donde todo parece mucho mejor que antes, todavía más… así es cuando el gusto es reciproco.

Gotita: es el gusto por una persona, y gotita de felicidad es, la sensación que logra esa misma persona en uno, cuando la vida ya no es más; insípida, ya no simple tres colores primarios, sino un sin fin de colores; eso es gotita de felicidad: tú.

























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