"Days go by like the wind and this life is too short" The Rasmus

jueves, 8 de noviembre de 2012

Dangerous Kind -C25, 26-


Y bueno...después de la tragedia de Oblivion...a pasar la página!!! Arriba ese animo!!!


Este fic no me pertenece.
(c) Flavia M.


Capítulo 25: Your Forgiveness

------------------ (narrado por Lauri) ------------------------

El penetrante olor a té verde llego de inmediato a mi nariz cuando estaba temprano en la sede de Universal Music en la sala de juntas con los ejecutivos de la disquera.

-Que puntual Ylönen…-Dijo Markus, uno de los productores.

-Siempre… ¿Entonces está todo listo?, ya por parte de nosotros ya tenemos todo programado-Comencé a decir, hasta que una voz proveniente de la puerta me interrumpió terminando la frase.

-Sólo falta que nos entreguen el resto del itinerario… muy bien, ¿Dónde comenzaremos?... Ah, casi lo olvidaba, buenos días a todos- Era Eero quien había ingresado con paso imponente al lugar.

Su mirada tenía algo que nunca había percibido desde hace más de 20 años. Algo oscuro se escondía dentro de él, irradiaba una mezcla de indiferencia y decepción. Hubiese preferido mil veces que mi mejor amigo estuviese molesto conmigo, que sintiese toda la ira posible contra mí y hasta le hubiese permitido drenarla completamente, pero lo que más me causaba remordimiento era que alguien tan noble como Eero sintiese decepcionado de mis acciones… a mi parecer es la peor sensación de rechazo que se puede tener hacia un ser humano, por primera vez en la vida le había fallado a Eero con consecuencias irremediables. Yo solo lo miré pensativo, sin hacer referencia a absolutamente nada de lo sucedido, la conversación se limitó tan sólo al tour que comenzaría en menos de tres días.

-Hubo algunos cambios, la primera cuidad será Vienna, seguidamente irán a Berlín, Londres, Roma, París, Bucarest, Budapest, Praga… mmm otras ciudades más y terminaremos en Helsinki, aquí tendrán la presentación especial. Se tomarán un descanso y estarán dos semanas en presentaciones por Latinoamérica, pero ese itinerario se los estaremos comunicando a más tardar en una semana.

-Ya Pauli me llamó ayer en la tarde para informarme de los cambios, solo tengo unas dudas en cuanto a las ruedas de prensa… No podemos ser distantes con el público, no queremos esa banda de policias que nos sugirieron. Después de cada rueda de prensa debemos hacer la firma de autógrafos- Dijo Eero en forma tajante.

-Pero es por cuestiones de seguridad!-Exclamó Markus.

-Primero están nuestros seguidores, es una falta de respeto dejarlos esperando horas para nada… Lo siento, pero yo me opongo- declaró.

Con esas últimas palabras me sentí aliviado de que algo quedaba en la personalidad bondadosa de Eero, pero por su tono y el semblante de su cara aún podría percibirse una gran furia que estaba tratando de controlar con todas sus fuerzas.

-Yo también me opongo a esa banda de seguridad. Ya lo estuvimos discutiendo antes y la verdad es que me parecen cosas de personas prepotentes. El concepto de esta banda es otro, estamos siempre en contacto con nuestro público-Dije con seriedad.

Eero dirigió su mirada fulminante hacia mí, como si fuese un insecto al que hay que aplastar. El inicio de tour era el peor momento para estallar una discusión entre los miembros de The Rasmus, “culpa” era la palabra perfecta para describir los acontecimientos que estaban por darse en las semanas venideras.

Pauli y Aki llegaron al instante, les agradecí enormemente la interrupción, de lo contrario Eero hubiese perforado mi cerebro tan solo con aquella mirada. La reunión finalizó rápidamente, buenos acuerdos logramos esa mañana. El bajista de The Rasmus se despidió del baterista y el guitarrista de manera amistosa como era costumbre para él, mientras que a los productores les dirigió un saludo sencillo sin caer en lo descortés. Yo estaba al final del pasillo alejado del grupo fumando un cigarrillo, pude ver que Eero ni siquiera se inmutó a echar un vistazo hacia donde yo estaba, tan solo sacó las lleves de su auto del bolsillo, subió al ascensor y abandonó el lugar en segundos.

Aki y Pauli se acercaron.

-Creo que debes hacer algo- Dijo Pauli preocupado.

-Creo que es mejor esperar al primer día de la gira, dale estos dos días de respiro, su mente está muy congestionada- aconsejó Aki.

-Lo sé, sé que tengo que resolver esto lo más pronto posible, Eero tiene unas inmensas ganas de asesinarme y yo no puedo vivir con esta culpa. Es lo peor que haya experimentado-Dije cansado, mi cuerpo ya no podía más.

-¿Esperaras a estar en el avión?-cuestionó Pauli reflexivo.

-Eso creo… Tomaré tu consejo Aki… Pero antes debo hacer algo-Dije con la mirada fija al suelo.

-No vayas a cometer una estupidez!... ¿no estarás pensando en buscarla de nuevo?!-Advirtió el baterista.

-Si la voy a buscar Aki, pero no para lo que estas pensado… Pienso que también le debo una disculpa a ella. Arruiné sus esperanzas con Eero- dije pasivamente.

-¿De qué demonios estás hablando?!!... Helena arruinó una amistad de años por una simple calentura!... Me disculpas Lauri, pero no pienso apoyarte es eso, lo más sensato que puedes hacer es cortar completamente relación con esa mujer.

-Déjalo Aki, es su decisión. Te poyaré siempre y cuando sea para que drenes esa carga pesada que tienes, sé que si hablas con ella para dejarle las cosas en claro- Las palabras de Pauli fueron las más alentadoras que hubiese podido escuchar.

-No se preocupen. Esta será la última vez que la vea- Dije finalmente. Me despedí y emprendí mi rumbo hacia mi residencia.

-------------- (narrado por Helena) -----------------

Llegué agotada a mi casa luego de un largo día de trabajo. Solté mi bolsa encima del sofá del living y me dispuse a colocarme mi pijama. Mi corazón se exaltó al escuchar el timbre, corrí hacia la puerta para ver de quién se trataba, seguramente era alguno de mis amigos de la empresa con una excelente invitación para tomar un trago en algún bar de Helsinki.

-Buenas noches- Me dijo el dueño de los ojos verdes que estaba inmóvil en el umbral de mi departamento.

-Buenas noches- Pronuncié nerviosa, sentía miedo de su presencia.

-Sé que esta visita no es de tu agrado, pero considero que tenemos algunas cosas que resolver. Siento que debo disculparme… y…-su mirada se enrojeció un poco pero no salió ni una sola lágrima de sus penetrantes ojos esmeralda.

-¿y?- pregunté intrigada y deseando no escuchar esa última palabra.

-despedirme- terminó su frase y mi temor se materializó.

No existía palabra alguna para responder ante aquella declaración, sólo que quedé inmóvil con una gran sensación de nostalgia y dolor. Yo siempre correcta, siguiendo las reglas y esquemas que me impusieron desde niña, hasta que conocí a Lauri Ylönen, la persona que me hizo cometer la mayor locura de mi vida, y por culpa de dicha acción estoy condenada a vivir sola y sin el amor de mi vida… Eero.

Le hice un ademán para que pasara y tomara asiento. Su rostro estaba opaco, embriagado por la tristeza y el remordimiento por haberse comportado como un inmaduro traidor… ¿acaso yo fui la culpable de acabar con una amistad de más de 20 años?... No quise pensar en la respuesta a tal cuestionamiento, de nada servía seguirme martirizando, había llegado el principio de mi castigo, era la hora de afrontar las consecuencias de mi relación secreta con Lauri.

-¿Quieres tomar algo?- Le pregunté con un nudo en la garganta. No quería escuchar sus palabras, pero no porque me molestara su presencia, si no que estaba consciente de lo que se proponía a decirme… sabía que no volvería a verlo nunca más.

-Si por favor- Musitó mientras se sentaba en el mullido mueble, mientras yo fui a servir dos tazas del cappuccino que había dejado preparándose en la cocina.

-Toma, esto te hará sentir mejor- Le dije dándole una de las tazas.

-Gracias… creo que estoy recibiendo demasiadas atenciones, más de las que merezco- Dijo amargamente dando un sorbo a su taza.

-Veo que te sientes igual que yo… se lo que vienes a decirme… Se breve y sin detalles por favor, tu voz me hace daño- Dije rápidamente sin dar tiempo a para reflexionar mis palabras.

-¿A qué te refieres con que mi voz te hace daño?- Dijo impresionado y preocupado a la vez.

Sonreí al ver su expresión. – tranquilo, no tiene nada que ver con tus habilidades para cantar… Sólo que me hace recordar tus letras, no sé cómo explicarlo… Me dueles Lauri, y mucho- Le dije con sinceridad, arrepintiéndome segundos después de haber dicho semejante estupidez.

-Tus ojos me duelen a mí- Dijo tomando mi mano dirigiendo sus seductores ojos verdes hacia mí. Sentí que me quemaba por dentro, su tacto era cálido y erizaba mi piel, miré hacia la ventana temiendo que aquellos ojos volvieran a tentarme.

-Basta ya, Lauri… Sólo dime a que viniste- Dije fríamente.

-A pedir tu perdón- Noté agonía en sus palabras.

-¿Cómo dices?- Pregunté asombrada… No entendía sus intenciones.

-Yo soy el responsable de esto. Tú no eres así Helena, no eres la mujer perversa e indolente capaz de mentir… Yo te convertí en ese ser, alguien parecido a mí, un ególatra al que no le importa más que sí mismo- dijo.

-No!- exclamé. –Ya estoy cansada de que te culpes y pidas perdón por algo que no hiciste solo, yo también engañé a Eero. Te besé porque quise, te desee de la misma manera en la que tú lo hiciste conmigo y ahora ambos pagaremos… es lo justo!... Lauri ya deja de hacerme sufrir haciéndote el culpable- No pude contener mis lágrimas, me levanté del sofá y tapé mi rostro evitándolo.

-Helena por favor entiéndeme!! Sólo vine para estar en paz contigo… Siento algo muy fuerte hacia ti al punto de sentir miedo de mí mismo. Quiero protegerte-Me espetó. Respiró hondamente y se levantó del sofá.

Me viré para observar hacia donde se dirigía. Lo ví caminar hacia la cocina, tomó la pequeña libreta que estaba sobre el mesón de granito y ví que escribí algo sobre ella, la cerró rápidamente para luego dirigirse hacia la puerta.

-Adiós Helena. Esta será la última vez que me veas… Es lo más sensato- Dijo dándome la espalda.

-Espera- Articulé sin pensar.

Se volteó para contemplarme, caminé lentamente hacia donde él estaba. Tomó mi rostro entre sus manos uniendo nuestras frentes, sus manos estaban temblorosas y bajaron su temperatura.

-Si nuestra historia hubiese sido otra… Todo sería perfecto contigo- Estaba tan afligido como yo.

-Pero esta es nuestra realidad, y no podemos cerrar los ojos ante ella- Le dije abrazándolo con fuerza.

-Te amo Helena… - Me dijo en voz baja. Sentí humedad sobre mis hombros. – Pero le importas demasiado a Eero, y me siento miserable al decirte esto… Pero solo quiero que sepas lo mucho que te quiero… Soy un imbécil, no me hagas caso, me estoy volviendo débil- Me separó un poco para que quedásemos frente a frente, calmó sus lágrimas rápidamente para que yo no lo notara.

-Lauri yo también te amo… Pero no vuelvas a decirme eso, estas provocando más caos en mi cabeza y ya no lo soporto más, tan solo quiero irme lejos. Pero tengo demasiados compromisos que me amarran a esta ciudad-

-Lo que te enlaza a esta realidad tiene nombre y apellido, Eero Heinonen… Lucha por él y no lo vuelvas a lastimar- Me declaró con firmeza.

Ya para ese entonces sus manos estaban en mi cintura, lentamente me fue acercando hasta su cuerpo y nuestros labios rozaron. No pudimos evitarlo y al mismo tiempo nos besamos calurosamente mientras los cappuccinos se enfriaban en la mesa. Los movimientos comenzaron a ser más rápidos y desesperados, pude darme cuenta de que hizo un esfuerzo por contenerse, detuvo el momento abrazándome poniendo mi cabeza contra su pecho.

-Ahora si siento que esto es una despedida- No pude evitar decir.

-Estábamos destinados a esto- musitó. Escuché los latidos acelerados de su corazón.

-Nunca me voy a olvidar de ti Lauri Ylönen- Le dije aun recargada en su pecho.

-Será mejor que lo hagas Helena Allen Linnankivi-

-Eres duro conmigo ¿sabes?-

-Tengo que serlo, aunque yo tampoco te olvidaré. Sólo deseo que seas feliz, y recuerda lo que te dije, intenta recuperar lo que perdiste por mi causa… Adiós- Besó mi frente, se alejó de mí y salió de mi departamento. Nunca me había sentido tan sola.

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Capítulo 26: Dead Letters

--------------(narrado por Helena)------------------

Su imagen había desaparecido, ya ni siquiera escuchaba el habitual ruido de los autos en la calle, el silencio invadió cada rincón de mi departamento. Caminé despacio hacia el mesón de la cocina, donde aún permanecía la nota que Lauri había escrito hacia algunos minutos. La miré por un buen rato antes de tomar la pequeña libreta color verde, el nudo en mi garganta cada vez se hacía más tenso, tenía unas enormes ganas de leer la nota, pero una voz me decía que su contenido me descalabraría. Finalmente la intriga y la curiosidad vencieron mis temores, tomé la libreta y procedí a abrirla en la primera página donde estaban palpados los sutiles y a la vez irregulares trazos del finlandés.

Mis presentimientos no fueron en vano, realmente había acertado cuando imaginé que sus letras me dolerían. Sin embargo, me dieron esperanzas para luchar por lo que había perdido estúpidamente, llegué a la conclusión de que mi experiencia con Lauri no fue un error, sino una lección.

“It’s heavy but you are not the only one, I’m still afraid of the oblivion

When you are sad and no one knows it, I’ll send your black roses

Don´t share another night with me, you can hurt me like a bullet

Just remember live forever, to live for love

I thought i was in love for a minute, but all I need from you is this… Your forgiveness”


¿Cómo demonios le dio tiempo de escribir y organizar todas esas palabras en tan solo segundos?, siempre pensé que Lauri era talentoso, pero esto definitivamente lo recalca como un verdadero artista, sus versos eran como pequeñas piezas de rompecabezas, que ahora cuadraban perfectamente para darme un mensaje. Leí una decena de veces la hojita de papel mientras retazos de canciones sonaban dentro de mi mente. El dueño de los ojos verdes realmente logró su objetivo con aquella nota, sentí que el suelo de mi departamento se movió bruscamente bajo mis pies.

Mi instinto me incitaba a salir corriendo en busca de Eero y suplicarle indulgencia, pero la razón me lo impidió, era una sensación extraña la de ese instante. Por primera vez en mucho tiempo estaba pensando con prudencia, era más que indiscutible que esa noche no era el momento más indicado para enfrentarlo para hacerle entender mis razones, preferí confiar en el tiempo, la mejor medicina para sanar las heridas. Unos días serían suficientes para permitirle aclarar su mente.

-Noo! La gira es en tres días!- Pensé en voz alta mientras me tapé el rostro en señal de derrota. Todo estaba perdido y estaba consciente de que el amor que sintió Eero por mí ya no regresaría, pero debía realmente darme prisa si aún quería por lo menos tener la conciencia tranquila sabiendo que él ya no me guardaría rencor.

El pasar de los días fue lento, los minutos parecían años, traté de despejar la mente mientras estaba ocupada con tanto trabajo, entre congresos, conferencias, el tiempo que pasaba en la oficina y en el laboratorio me hicieron olvidar un poco los problemas personales. En más de una ocasión me preguntaron los mi semblante pálido y agotado, solo respondí que era a causa de una gripe, aunque no conseguí sonar muy convincente.

Finalmente llegó el domingo, me levanté temprano y rápidamente tomé un baño para servirme un vaso de leche del refrigerador, no tenía ganas de desayunar aunque sabía que necesitaría mucha energía para lo que estaba a punto de enfrentarme. Me vestí cómoda, con unos jeans, una franelilla blanca, un sweater negro y unos tennis blancos.

El tráfico de Helsinki era prácticamente inexistente, solo pocos autos estaban transitando a esa hora, mis manos estaban frías y resbalaban por el volante mientras conducía. Llegué en menos de 20 minutos a la residencia de Eero. Estacioné mi auto en una acera un poco alejada para evitar que se enterase de mi llegada, me tomé unos segundos para pensar en lo que le diría, pero mi impaciencia me lo impidió, bajé del auto abruptamente y me dirigí a la entrada de su casa.

-No puedo hacerlo… no puedo hacer esto-Susurré casi inaudible.

Ya era demasiado tarde, al parecer Eero había visto mi auto desde la ventana de su habitación y bajó rápidamente para recibirme… pero no de la manera calurosa en la que solía hacerlo.

-¿Qué estás haciendo aquí?- Me dijo con frialdad. Su rostro estaba tan pálido como la nieve y sus ojos color miel verdoso ya no tenían su brillo habitual.

Abrí mis labios para decir algo, sin embargo no emití sonido alguno. Estaba nerviosa, inmóvil allí parada como una verdadera idiota. Él tan solo me observó con desprecio de los pies a la cabeza, luego me hizo un gesto con la mano para que hablase.

-Sólo… quería… hablar- Pude decir finalmente con la voz entre cortada.

-¿Acaso no fui lo suficiente mente claro?- Cuestionó el firmemente.

-Por favor, puede ser que para ti sea una pérdida de tiempo, pero no viviré en paz hasta que escuches lo que tengo que decirte-Pronuncie las palabras atropelladamente intentando parecer lo más serena posible. Verdaderamente tuve ganas de romper a llorar al ver la actitud de él, sencillamente a partir de ese instante entendí que su personalidad había cambiado por completo.

-No me interesa si vives en paz o no… Pensándolo bien sería un buen castigo por lo que hiciste… Así es el karma, aprende a vivir con él- No podía creer lo que estaba escuchando. Eero se había convertido en un ser inhumano e indolente. Sus palabras llegaron a mi como si fuesen balas, quizás el dolor lo convirtieron en una persona vacía.

Estuvo a punto de cerrarme la puerta en la cara, pero no podía seguir tolerando su malcriadez, ya era hora de que nos comportáramos como adultos. Detuve la puerta con tanta fuerza que luego sentí que me lastimé el brazo, no obstante no me quejé, ya mi posición no era reflexiva, estaba llena de ira.

-Ya basta!... Ahora si me vas a escuchar, estoy cansada de ser ignorada- profirió casi gritando.

---------- (Narrado por Eero) -------------

Me arrepentí de lo que acababa de decir, fui despiadadamente duro con ella, pero no pude contenerme, tan solo le dije lo que realmente sentía por ella. Su expresión al principio fue de intenso sufrimiento, pero es como su toda esa tristeza que llevaba consigo la hubiese trasformado en ira. Helena merecía pagar por su deslealtad, y creo que con esa última frase había saldado una buena parte de su deuda conmigo. Sin embargo no me sentía completo, no era suficiente para mí, y aun así si tuviese la oportunidad de cobrarle completamente por sus acciones, no lograría sentirme en paz conmigo mismo sabiendo que yo actué de la misma forma, como un déspota con ella.

Para evitar un escándalo mayor y darle un banquete a los paparazzi, la hice pasar con un gesto sin emitir palabra alguna. Ella caminó lentamente apenada hacia el living.

-y bien… ¿qué demonios quieres? Date prisa porque estoy empacando, hoy mismo salgo para Viena en la noche- Dije sin mirarla y pasando una mano por mí cabello halándolo un poco con disimulo, buscando la forma de liberar la tensión.
Ella suspiró hondamente, hecho un vistazo a mi casa con un aire de nostalgia, su expresión era sincera, sin sobreactuaciones ni exageraciones. Pero no estaba dispuesto por nada del mundo a dar mi brazo a torcer.

-¿Te vas hoy?... Pensé que sería mañana- Preguntó nerviosa con voz débil.

-Sí, adelantamos los planes- Dije seriamente.

-Eero… Mira yo sé lo que hice, sé que en estos momentos para ti debo ser el peor ser humano del mundo. Me siento tan miserable, es que no sabes cuánto, es inexplicable… Pero sé que me sentiría peor si ni siquiera intento recuperarte- Aquellas frases salieron de ella como un torbellino que simplemente me dejaron atónito, no esperé que estallara de esa manera, su voz parecía ahogada y sus ojos al igual que su nariz estaban comenzando a enrojecerse.

-Tal vez no lo logre y esto sea un intento fallido, porque estoy consciente de que no volverás a quererme como antes… Pero solo te pido que me perdones, sólo de esa forma estaré tranquila, y te prometo que no volverás a saber de mí nunca más- Continuó ella soltando una lágrima, la secó rápidamente con la manga de su sweater.

Aun no era capaz de decir algo, estaba perplejo al verla allí muriéndose de vergüenza y remordimiento pidiéndome perdón. Tan solo continué observándola con asombro, quise correr para abrazarla y calmar su sollozo, pero era demasiado pronto para responderle, ni siquiera estaba claro con mis propios sentimientos. ¿De verdad quería perdonarla o irme del país y dejarla olvidada por un buen tiempo… o tal vez para siempre?

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