"Days go by like the wind and this life is too short" The Rasmus

jueves, 1 de septiembre de 2022

La Hora del Café II - Segunda Luna-

El maravilloso mundo de Chiara. – Caza Risas

@chiara Bautista art

 

Segunda Luna

 

 

El tiempo se detuvo, pues el Señor Lobo ya no era un animal sino un humano; pero inmóvil, los sonidos que hacia la leña al quemarse, se habían detenido al igual que las llamas. Levanté mis manos del pecho de mi Humano, para comprobar que era la única en movimiento. La verdad golpeó mi estómago, como si una patada hubiese sido. Miraba hacia todos lados frenéticamente, sin enfocarme exactamente en algo en particular, sino en modo automático, algo que me hiciera salir de este estado, que me hacía respirar más oxigeno del que ocupaba, pues sentía que me era insuficiente, los latidos de mi corazón amenazaban con salirse de mi pecho, de lo rápido que latía, mi cuerpo entero comenzó a sudar helado, quería gritar y no podía, el sonido de mi voz estaba atorado en mi garganta, haciéndome fruncir los músculos de mi rostro. Quería que mi Humano me mirase y dijese que todo estaba bien, pero él no podía, era como si no existiese. ¿Qué era esto?, ¿¡Qué era..!?

Escuché pasos que provenían de afuera; del bosque, pero dentro nada se movía, solo mis manos, y mi cuerpo, pero no podía ponerme en mí, mis piernas estaban paralizadas del terror. La puerta se abrió, y mi corazón amenazó con salirse de mi pecho nuevamente, si acaso podía respirar más rápido lo hice. Me comenzó a doler el cuerpo, ya que no me había dado cuenta que lo tenía tenso.

Quien fuese lo que había entrado en la cabaña, estaba dentro ya y acercándose a mí, a pasos firmes pero sin prisa.

Me ardía la garganta, tratando de lanzar un grito mudo, mis  ojos comenzaron a ver borroso, pero solo por el acúmulo de mis lágrimas ante el temor a lo desconocido.

-¡Cálmate Kau!, soy el Señor Tiempo.-

Y solo entonces, el alma me volvió al cuerpo.  Comencé a respirar como lo hacía cualquier otra persona, mi corazón dejó de correr a gran velocidad, y pude al fin relajar mis músculos y ponerme en pie. Hice un barrido visual por toda la sala de la cabaña pero no encontré al dueño de la voz.

-Solo he venido porque he tenido curiosidad, de ver como disfrutas del préstamo que te hice.- no entendí sus palabras, pues nunca le había pedido tal cosa.

-Este Humano que ahora vez, solo está aquí por un permiso que le concedí, recuerda que murió siendo un conejo hace un tiempo atrás.- no daba créditos a sus palabras, tenía que estar mintiendo, no  podía hacer eso.

-Él no debería estar aquí, y sin embargo lo está, pero solo porque lo permito y le concedo un tiempo que ya no le pertenece, así que disfruta el tiempo que vivan juntos, porque así como está ahora aquí, así mañana podría no estarlo.- y las llamas volvieron hacer crujir la leña, como así lo hicieron las palabras del Señor tiempo.

Mi Humano se acercó hasta donde yo estaba, lo veía caminar apenas vestido con un pantalón de chándal gris, y no daba crédito a lo que mis ojos observaban, quería avanzar hacia él, y acortar los pocos centímetros que nos separaban, abrazarlo y besarlo hasta ya no sentir que tenía labios, pero la verdad escuchada aun golpeaba mi entristecido corazón.

-¿Luz de mi alma, que te pasa?- acunó mi rostro entre sus grandes manos, sus ojos café oscuro delataron la preocupación en ellos tatuada.

Me perdí en sus ojos, que armonizaban con su rostro; delgado, blanco, que lo adornaba un sinfín de pecas, que me invitaban a querer besarlas cada una, lo que provocó que sonriera ante tan vano pensamiento.

Sus labios también dibujaron una sonrisa en respuesta, unos grandes y carnosos labios rosados que me invitaban a querer estrenarlos y devorarlos, pero que solo pude elevar mi mano y con mi dedo índice dibujarlos, dejándome el placer de sentir la suavidad más grande, pero quería probarlos con los míos también y comprobar que fuesen suaves, tanto así que compitieran con la textura de la seda.

Acuné su cara entre mis manos, y me maravillé de la textura única de su rostro ante mi tacto. Cada peca era posible palparla, y así lo hice con cada una de ellas, acaricié sus pocas pero perfectas cejas, que le daban un marco adecuado a su rostro, bajé por su aristocrática nariz, la cual también tenía esas hermosas pecas y volví a sus labios, sin pensarlo lo acerque a mí; a mis labios para comprobar mi teoría de suavidad.

¡Oh Dios bendito! ¡Sí que eran suaves!, ni la más fina de las sedas se les podía llegar a comparar, era un manjar besarlo, sentirlo sobre mis labios; lento y rápido, suave y duro. Al mismo tiempo una de mis manos, bajó entre nosotros, para depositarse en su pecho, permitiéndome acariciarlo con las yemas de mis dedos, mientras la otra mano; ahora yacía en su espalda, que bajaba y subía palpando cada musculo con el que había sido dotado.

No quería separarme; dejar de hacer lo que estaba haciendo,  tan solo quería que el tiempo  no siguiera su curso, y quedarme estancada en este día, pero por algo había venido Señor Tiempo a recordarme que el tiempo de Señor Conejo, Señor Lobo y mi Humano era prestado, y solo debía disfrutar cada segundo como si fuese el ultimo.

 No puede evitar suspirar durante mi beso, además de buscar un poco de aire, y darle un alivio transitorio a mis labios. El rostro de mi Humano era un poema; una mezcla entre el disfrute y gozo de las sensaciones que conllevan a un beso, como la falta de aire y su creciente muestra de deseo entre sus piernas.

No fue necesario que bajara mi mirada para comprobarlo, ya antes lo había sentido crecer. Me volví a pegar a su cuerpo, para abrazarlo y dejarme abrazar, acomodé mi rostro debajo del suyo, a la altura de su cuello, y comenzamos a movernos al compás de la lenta melodía que provenía del estéreo.

Nos dieron la diez de la noche, las llamas de la chimenea ya no eran de gran magnitud, sino por el contrario apenas y daban luz; la única de la cabaña. Tendidos sobre una alfombra azul yacíamos los dos, sin prisa a movernos, aunque debíamos ya que ambos teníamos hambre y no solo de calor mutuo podíamos continuar, pero entre elegir saciar el hambre a dejar la calidez de su cuerpo, el hambre podría esperar un poco más.

 

Cuando al fin nos dimos por vencidos a causa del hambre, me di cuenta que de algo, él no paraba de comer, era como si lo que tuviese enfrente sobre su plato fuera insuficiente y solo paró cuando hice la observación, al parecer él también lo notó extraño, pero no le dimos importancia alguna.

Cuando la noche cayó sobre nosotros, no así lo hizo el sueño, sin embargo si nos dispusimos a recostarnos en la cama que estaba en el cuarto principal de la cabaña. El color madera predominaba en todos lados, pero habían plantas verdes que hacían contraste y focos que iluminaban partes oscuras, dando un ambiente de paz.

Me quité la ropa y me subí a la cama, metiéndome entre las sábanas blancas, mi Humano hizo lo mismo, para encontrarse conmigo recibiéndolo con los brazos abiertos. Sentirlo sin nada de barreras textiles entre nosotros, era algo para recordar. No solo sus labios eran suaves, el resto de él también lo era así. Mis manos fueron palpando cada parte de su cuerpo, como si fuera un texto para personas invidentes, el cual anhelaba por leer, guardando  memoria de cada curvatura de sus músculos, de cada estremecimiento que percibía de él por mi tacto, sencillamente era un manjar para mis sentidos tenerlo así.

Lo apreté más a mí, temiendo lo peor; que de pronto Señor Tiempo me lo arrebatara. Sabía que llegaría el fatídico día, pero no debía traer a mi mente cosas tan oscuras; que entorpecieran nuestro momento.

El sueño al fin nos invadió, y vi como él se giró para quedar de espaldas a mí, contrario a que me molestase dicha acción, me fascinó, porque me pegué a su espalda apoyando mi cabeza justo en el hueco que se le formaba entre sus omoplatos musculosos, se sintió como si fuera un rompecabezas, cuando encuentras las piezas que encajan perfectamente.

 

  Él se durmió primero. Su respiración era más pesada y pausada. Yo sin embargo seguía disfrutando de la sensación de tenerlo así junto a mí,  de poder escuchar los latidos de su corazón, un corazón el cual no era mío aun, ya que no lo había encontrado, porque cuando se encuentra algo; que es difícil de hallar, le pertenece a quien lo ve primero pero solo porque se ha dejado ver.

Sé que tenía un corazón el cual podía encontrar, pero el camino era largo para demostrar que valía la pena, dejarlo enseñar  y así confiarme algo tan preciado para él.

Solo esperaba poder hallarlo antes de que Señor Tiempo le pusiera fin a todo.

 

Al parecer lo único que ocupaba era tiempo y nada más.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 14 de agosto de 2022

La Hora del Café II -1ra Luna-

 Ha pasado mucho tiempo desde la ultima vez que subí una actualización, pero nunca es tarde para volver. 

Espero hayan estado bien. Tantas cosas han pasado y para comenzar vengo con esta segunda parte de una historia que ya conocen,  La hora del café; las aventuras del Señor Conejo y Kau, solo que en esta ocasión vienen un poco cambiados, pero siguen siendo ellos mismos.

 Ella ya creció ya no es la niña de antes y él...digamos que evolucionó o se cambió de especie (: , ahora es un enigmático pero hermoso Lobo.

Si quieres recordar de que iba su historia (la primera parte) pincha AQUI para leer el primer capitulo de La Hora del Café, y si quieres seguir leyendo su historia, en el menú a la izquierda podrás encontrar el resto de la historia.




Primera Luna


@chiara-bautista art


 

Un día nos dejamos llevar por la magnitud del momento y atravesamos un portal negro, que apareció de la nada ante nosotros, en una de las tantas horas del café,  en  el cual ya no éramos los mismos, y no solo éramos diferentes externamente, sino internamente. Habíamos viajado a través del tiempo y del espacio; pues todo a nuestro alrededor se movía, como ráfagas de luz de múltiples colores que iban y venia, a toda velocidad, que si las mirabas fijamente te mareabas.

Estábamos suspendidos en la nada, pero no nos caíamos; estábamos flotando. Aun seguíamos en el agujero negro, Señor Conejo tomó mi mano fuerte, para darme valor pues en mi rostro se notaba la angustia del momento, no sabíamos a dónde íbamos ni si regresaríamos a donde estábamos hasta hace unos instantes.

Las ráfagas se detuvieron, y desaparecieron, dejándonos a los dos sobre un vasto campo en plena luz de la luna. Las estrellas parecían que se habían multiplicado por 100, me hacía estremecer lo hermoso que se miraba el cielo lleno de tantos microscópicos puntos brillantes, era algo tan maravilloso, que me quitaba el aliento, era  para quedarse ahí eternamente contemplándolas.

Sentí el pelaje de mi acompañante, que ahora no era más un conejo sino un hermoso lobo negro, con el semblante taciturno tatuado en su rostro, yo en cambio, ya no era más la niña pequeña soñadora, sino una joven pasada de la adolescencia, mi pelo largo negro caía en ondas sedosas hasta mi cintura bien perfilada, sobre una piel blanca como la nieve. No éramos los mismos externamente e internamente me sentía diferente también.

 

 

@chiara-bautista art

 

Señor Lobo caminó perezosamente, arrastrando sus patas a la cima de la colina. Lo seguí y me causó risa el movimiento de su cola, sabía  estaba feliz. Le alcancé el paso y le sonríe pues el solo hecho de estar ahí, con él me hacía feliz.

No sabía porque estábamos ahí, ni cuanto duraríamos, pero lo único certero era que debíamos de disfrutar el momento.

-¿Extrañas mi otra forma?- dijo el Lobo, con una voz cargada de melancolía.- ¿Qué siempre llega una vez a la semana a ti?, ¿Qué le gusta beber el café contigo?-. Llegamos a la cima y él se sentó en sus patas traseras, y cuando me senté a su lado, él terminó de apoyar sus patas delanteras en el suelo, recostándose totalmente.

Era tan magnifico verlo así, estirado, relajado, con su gran cuerpo y pelaje, que me acerque a él y recosté mi cabeza a un lado de su cara, mientras con mi mano izquierda recorría su lomo, en suaves caricias.

-Si y no. Veras los dos son el mismo ser, lo único que ha cambiado es tu forma externa, pero sigues siendo el mismo. Tal vez esté acostumbrada a verte; blanco, pequeño, corriendo de aquí para allá, y ahora eres negro, grande y quieto, pero es algo que en unos pocos momentos me acostumbraré.

 

 

 

***

 

@chiara-bautista art

 

***

 

 

Habíamos encontrado una casa, en medio del bosque, parecía la cabaña de un no tan acaudalado, me serví un poco de vino, y nos sentamos frente a la chimenea para entrar en calor, pues afuera el clima había cambiado en un instante, y ahora nevaba, cuando previas horas tan solo la frescura de la noche se sentía.

-¿Qué pasa por tu mente ahora que estoy aquí?, ¿Qué no tengo planeado marcharme?-Él Señor Lobo se hizo bolita frente a las llamaradas de la chimenea, pero con vista fija hacia mí, que me había sentado en un sofá de terciopelo negro.

-Tal vez estas disfrutando de mi compañía, así como yo de la tuya, de una manera diferente; estas más sosegado,  preguntón, más reflexivo, y antes todo lo contrario.- quedé viendo mi copa, a medio llenar, mientras hacía girar su contenido lentamente, haciéndose un remolino en el centro. El vino olía delicioso, un pequeño sorbo y tenías un rato para disfrutar. Al inicio de encontrarse con tu lengua, era dulce, pero un dulce que no empalagaba sino agradable, avanzaba un poco más, y sentías lo acido de las uvas, y ya cuando no había más en tu boca, sentías la mezcla de ambos, en una perfecta unión, quedando con la sensación que algo pesado acababa de ingerir y no solo liquido rojizo.

-¿Me extrañabas mucho antes, cuando solía ir solamente de vez en cuando?- Señor Lobo se puso en pie magistralmente, como si la elegancia fuera su segundo nombre, y caminó hasta el sofá; hasta mí. Se sentó en sus patas traseras, apoyándose firmemente en sus delanteras, y sus ojos me quedaron viendo fijamente.

Tomé un sorbo de vino, dejé que la pregunta me hiciera cosquillas en el interior, tanto así que hasta sonríe.- ¡Claro que te he extrañado!, siempre lo hago, en muchas ocasiones te lo he dicho, tal vez no de manera tan directa con esas palabras, pero si lo he demostrado. Me encanta cuando vienes a mi casa y nos sentamos frente mi ventana a contemplar el horizonte, y perdernos hablando, que quisiera qué el tiempo se detuviera, pero sé que te tienes que marchar y aguardar por tu próxima visita, y por eso no me gusta que a veces dices: mañana volveré y no lo haces, porque si dices eso, seré feliz desde hoy, esperando por el mañana que nunca llegó, es preferible que me digas: otro día volveré, porque es incierto ni tú lo sabes, mucho menos yo, y no acumulo ninguna emoción.

Señor Lobo se subió al sofá, se recostó en la parte libre que quedaba, pero su cabeza la coloco en mis piernas, pidiendo mimos no audibles.

Dejé mi copa sobre  la mesa de vidrio que estaba a un lado del sofá, y me concentre en hacer lo que quería él y yo. Acaricié sus orejas suavemente, de arriba abajo, luego hice un remolino con mis dedos en el centro de su cabeza, a lo que le fascinó, porque cerró automáticamente los ojos, dibujando una sonrisa en sus labios.

-Antes cuando has dicho que me extrañabas, me gustó la sensación que causó en mí saberlo, me he estremecido, has hecho temblar la capa de hielo que se asienta sobre mi corazón, por alguna extraña razón me han conmovido tus palabras, siempre logras la manera de reconfortarme cuando estas platicando conmigo, y es por eso que siempre vuelvo; me haces reír, me relajas, me alivias, me confortas, me iluminas, es por eso que te pido; si un día me alejo, no lo hagas tú, por favor, porque pueda que me aleje sin quererlo, porque otras cosas perturben mi mente y no halle la manera de volver, pero entonces, tú hazlo por mí.- para el término de su monologo, ya me había recostado en el sofá y él junto a mí, mi brazo rozando su pelaje, sintiendo su columna vertebral, maravillándome con la textura aterciopelada de su pelaje, que era un placer para mi piel.


@chiara-bautista art


 

Inhalé y exhalé profundamente, para lo que iba a continuación a decir: - Me da miedo extrañarte, pues cada vez que te pierdes más de mi lado; así como entre más días te vas, más grande se hace mi añoranza por ti, y a veces no es tan agradable sentir que eso va incrementando, pues muchos dicen por allí, que quien ignora es porque no quiere, y si algo no quieres; estorba, pienso ese no es tú caso, o quiero creerlo, pero entonces se contamina mi mente y mi corazón y haces que de estar a 5 metros sobre el cielo, pase a estar en la tierra otra vez, y no es que este malo, por el contrario me gusta;  sentir que tengo el poder de volver a estar en mis 5 sentidos, que vuelvo a ser  estoica,  pero entonces siento que no estoy completa, que algo me falta, que no sé qué es, que no me pone ni triste ni feliz, sino solo sosegada, pero que no estoy con la sensación de antes; esa en la cual me encontraba a 5 metros, levitando de éxtasis.

Sabía que esto era transitorio, que pronto volveríamos a mi casa; a la realidad, en donde solo se acercaba una vez, de vez en cuando, pero era agradable tenerlo cerca más tiempo, y poder hablar de todo y de nada. Me di vuelta, enfrentándolo y abracé su forma peluda contra mi pecho, su hocico respiraba fuertemente contra mi cuello, haciendo leve cosquilleo, pero perpetrando el momento en mi mente para siempre.

Me sentía hipnotizada por el momento, por la calma del lugar, por la cercanía de su presencia, creía que si lo miraba mucho tiempo a los ojos resbalaría, y caería, solo por el simple hecho de estar bajo su hechizo.

Deseé tener un estéreo en ese lugar y sonara esa canción de Coldplay-Hypnotised (si quieres escucharla) pincha aquí, que describía a la perfección eso, y  olvidé donde estaba, en otra realidad que no era la nuestra, sino una alterna donde todo podía pasar, y así comencé a escuchar la música a lo lejos que se hacía más audible, que la melodía me envolvía, me daba un confort, que parecía que tocaba mi alma, que  era el soundtrack de mi corazón. Se sentía sublime; como si pudiese flotar al compás de las notas musicales, era demasiado agradable como para poder describirla a la perfección.

No quería que acabara la canción, ni que se terminara nuestro tiempo, porque sabía, cuando retornáramos a la realidad, volveríamos a lo de antes; a las más ausencias que presencias, que en si no importaban, pero si tenía que elegir una de las dos, elegiría la segunda obviamente.

 

Sentía llegar el final de la melodía, cada vez más cerca y no quería. Abracé más fuerte a Señor Lobo enterrando mi rostro en su cuello peludo y deseé por primera vez que no fuese un animalito, sino un ser humano de carne y hueso como yo.

 

Y en esta realidad alterna; se me fue otorgado.

 

 

@chiara-bautista art

 

 

 

 

 

 

 

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