"Days go by like the wind and this life is too short" The Rasmus

domingo, 28 de diciembre de 2014

Korppi

Esta historia la hice hace 2 años atrás, lo sé!! lo sé!! ¿porqué hasta ahora la publico? 
muy simple, estaba perdida en mis archivos, es mas ni recordaba que la había escrito hasta hace unos días que hice recopilación de mis escritos.



El tenia un deseo, con el cual vivia día y noche, tener lo imposible,
el dia que  se hizo realidad, ese día todo cambió,
pero ¿acaso para bien o para mal? porque deseaba mas de lo que podía tener...

-Korppi-

En un bosque iluminado por la luna, lleno de abedules de color blanco, por la nieve de noviembre que cubría toda la vegetación en Finlandia, vivía un ave cuyo plumaje negro contrastaba con el ambiente. Sus ojos miraban con tristeza hacia el horizonte, donde se encontraba la casa de verano en la que soñaba vivir, pues cuando sus dueños llegaban los pájaros lo hacían también.


Los trataban como si fueran sus mascotas, eran bien recibidos, les daban de comer, de beber y hasta habían hecho un jardín en el cual cualquier animal desearía vivir. Pero había un gran problema por el cual él no podía ni siquiera asomarse en vuelo; sus plumas eran negras, y ella, la chica que mimaba a los pájaros le tenía pavor a los de su linaje, y eso lo entristecía enormemente.  


Sus ojos se nublaron ante el recuerdo del color de sus plumas, extendió sus hermosas alas pero no para volar, sino para dejar que la nieve cayera sobre ellas y así hacerlas blancas. Giró su cuello a la derecha y con pesar en sus ojos vio la transformación instantánea, pero eso no lo hizo feliz, pues no era su color lo que quería cambiar, era algo más.


Tarde se dio cuenta que alguien lo observaba y rápidamente guardó sus alas para ocultar ese deseo que vivía en su ser. Elevó su cabeza fijando la mirada a la rama que estaba sobre él y descubrió al intruso: su vecino de árbol, su igual, el que decía conocer su más anhelado deseo, pero estaba equivocado como lo estaban todos los demás.


-¡Já! Otra vez estas contemplando tus alas blancas.- dijo  burlonamente el cuervo. Rápidamente extendió sus alas para volar hasta él. Si bien era su igual en especie habían diferencias, y la más visible eran sus alas, estas eran negras pero al final la coloración se iba volviendo mas pálida, hasta llegar al tono blanco.                                                                                                                  


-No es asunto tuyo Neko.- No era asunto de nadie, pero al parecer no pensaban igual que él. Desde que descubrió lo que pasaba en la casa de verano, su forma de ser cambió, todos se interesaron mas él, pero no por ser sus amigos, sino por el chisme que generaba.                                                    


-Korppi, te has vuelto tan amargado.-Le confesó Neko, quien conoció su parte alegre.- Necesitas emparejarte y volar lejos, olvidar de una buena vez querer ser un pájaro multicolor.- dijo con soberbia el ave.


Pero él no quería ser un pájaro y ya estaba cansado de decirlo, nadie le creía y de ahí que le llamaran Korppi. No era su nombre real pero le gustaba. Sin querer seguir escuchando los reclamos de Neko, extendió sus alas y voló lejos, ignorando el replique de su vecino por su partida repentina.


Voló y voló hasta donde el viento se lo permitió. Descendió en  un majestuoso acto plegando sus alas que imitaban la seda, mientras  posaba sus patas sobre el hielo que cubría el lago al que solía venir siempre, y caminó hasta el orificio que los pescadores solían dejar. Tomó un poco de la congelada agua, y al instante le quemó su garganta, pero poco le importo, observó su reflejo en el agua mientras calmaba el dolor de su boca, y se sorprendió de ver la tristeza en sus ojos verdes.


No podía evitarlo, la extrañaba, aunque fuera de lejos le gustaba verla y escucharla cantar, porque ella les cantaba a los pájaros, pero no a él. Y no pudo evitar recordar la primera vez que se acercó al jardín como lo hacían los otros pájaros, y verla huir horrorizada por su presencia, en esa ocasión no le molesto tanto, pero luego cuando cada día lo intentó hacer nuevamente, comprendió que no era bienvenido como las otras aves.


Y sin más metió su cabeza en la gélida agua para tratar de borrar esos recuerdos. El agua si bien no cumplió con lo esperado lo hizo despertar de su locura, sacudió su cabeza que dolía como si lo hubieran aplastado con un martillo y caminó lejos del agujero de la mentira.  Contempló el cielo negro con esperanza, algo debía de cambiar para poder ser feliz, y mientras algo se le ocurría, comenzó a cantar. Todos decían que quería ser un pájaro y tal vez él tenía la culpa de que pensaran así, por actuar como uno. Pero solo se le había grabado en su mente el actuar de esos plumíferos, no quería ser como ellos, pero quería estar con ellos, o mejor dicho con ella.


Cantó y cantó hasta que su voz o su pesar se lo permitió, porque cuando cantaba lo hacia pensando en ella; Nelia. La chica que amaba a las aves pero no a él. Volvió a elevar su cabeza al cielo para evitar que el líquido de sus ojos se saliera, y se encontró maravillado de lo que se estaba perdiendo por tener la cabeza agachada.


El cielo negro ahora estaba cubierto por muchos colores brillantes que se movían rápidamente en movimientos sutiles. Quedó maravillado, pues tenía mucho tiempo de no ver el espectáculo del zorro de la cola de fuego, como le llamaban los humanos a la aurora boreal.


Nunca lo había visto en su forma animal ni esperaba verlo, pero cuando descendió del cielo el zorro que parecía mas un lobo blanco con sus luminiscentes colores en su cola, se quedó sin palabras y recordó la leyenda que su madre le solía contar. “el de la cola de fuego cumple deseos mi pequeño, cuando lo veas no dudes en pedirlo desde el fondo de tu corazón” . Pero no pudo hablar, estaba tan maravillado de la belleza del animal que las palabras se le atragantaron en la garganta.


Pero entonces fue ella, el animal de la cola de fuego, la que habló en su mente y le hizo saber que conocía su deseo pero que no quería concedérselo, a lo cual Korppi la vio con tristeza inmediata, sabia que esa era la única oportunidad de alcanzar sus deseos y la haría cambiar de opinión, tenia que hacerlo o de lo contrario…perecería de agonía.


Ella entendía sus razones y era por eso que no quería hacerlo. Siempre lo había observado desde la lejanía del cielo. Él siempre iba a cantar a ese lago; rodeado de arboles, y lleno de múltiples flores de colores incorrectos,  sin importar en que estación del año estuvieran pero ella solo podía bajar hasta él en invierno, tal y como lo había hecho hoy.
Quería apartar esa mirada acongojada de su rostro, ya que lo último que quería era verlo sufrir, y con eso en mente le cumplió su deseo sabiendo que se arrepentiría de haber caído ante su encanto natural.


***


Korppi despertó desorientado y muy aturdido, sin saber donde estaba, no reconocía nada inclusive su propio ser. Levantó frente a él una de sus manos, ¡tenia manos!, y la miró. Le comenzó a temblar, pero no por miedo sino de entusiasmo…ahora era humano. Se puso en pie con mucha dificultad pero rápidamente le entendió al mecanismo de la movilidad de sus extremidades, y deambulo por la casa, la cual no tenia en su memoria. Estaba completamente llena de muebles cubiertos por sabanas blancas, pero no tenia cabeza para disfrutar de la belleza que poseía esa morada, ya de por si los candelabros de cristal que colgaban en la sala principal daban un indicio de lo que podía llegar a encontrar mas allá.


Pero lo que ocupaba con urgencia era un espejo, lo buscó y buscó por todos lados con desesperación pero tal parecía que no había ninguno, y eso lo angustio, algo estaba pasando, algo que estaba fuera de su mente para llegar a saberlo o adivinarlo.


Se asomó a la ventana y sin darse cuenta de lo que estaba haciendo vio su reflejo ante él, y lo único que reconoció fue el color de sus ojos, ese verde esmeralda que ahora era acompañado por una nariz pequeña, unos labios de perfecta simetría en un rostro rectangular. Lo palpo todo una y otra vez para comprobar que era real que nada era un sueño, inclusive jaloneó un mechón de su cabellera negra y lacia para tratar de despertar si era eso un sueño. ¡Pero no!, no estaba soñando y entre mas veces se repetía eso en su mente mas crecía el jubilo en su interior exteriorizándolo en una gran sonrisa que mostraba sus perfectos y blancos dientes.


Pero tan pronto se le paso el entusiasmo por su nuevo cuerpo, vio a través de la ventana, lo que podría ser el dueño de la casa, quien no venia solo, venia acompañado nada menos que de Neila.


-¡Estoy en su casa!- gritó emocionado, pero rápidamente recordó que era un intruso y uno ¡desnudo!. Bajó su vista y comprobó su estado de desnudes no podía nadie verlo así, por lo que corrió a retirar una sabana blanca de un mueble que estaba opuesto a él y se la puso alrededor de la cintura.


-¡Que emocionante es ser un humano!.- susurró para si mismo con gran algarabía Korppi, mientras corría y buscaba una salida trasera para no ser descubierto.

***


Corrió hasta la parte trasera de la casa y se paró en seco tras descubrir que pisaba el musgo verde cálido, elevó el rostro y vio un cielo azul; era verano, y ahí lo comprendió, no solo su cuerpo había cambiado también la línea del tiempo y el destino, y supo entonces que eso no era bueno.


Tenía que conseguir algo de ropa y pensar como acercarse a la casa y a ella. Caminó unos cuantos metros y entró a hurtadillas en un jardín vecino, en el cual tenían ropa secando al sol, sin pensarlo dos veces tomó un pantalón negro y una camisa blanca y las vistió al instante, pero ocupaba zapatos y esos no los veía por ningún lado, así que se acerco más y más hasta llegar a la ventana y comprobar si habían personas, pero para su suerte tal parecía que estaba vacía. Se fue hacia la parte delantera de la casa y metió la mano por la ventana que estaba entreabierta, la abrió más y logró entrar.


Deambuló por toda la casa sin dar con los benditos zapatos, mientras su corazón latía a mil por hora por la zozobra de ser descubierto en el acto vandálico que estaba haciendo. Ya cuando estuvo en la segunda planta se encontró con un par de tenis azules que estaban tirados frente a una puerta, sin mas los tomó y salió corriendo como si la vida pendiera de ello hacia el bosque, uno que conocía muy bien.


***

Cuando llegó a la región donde solía estar su árbol se sorprendió al ver que ahora había una casa justo donde vivía él y sus vecinos, por un momento se sintió abandonado, como si no perteneciera al lugar, y comenzó a hiperventilar hasta que sus piernas no resistieron su peso dejándolo caer sobre el pasto.


Ya calmado se dispuso a caminar hacia la carretera, tenia que idear un plan para acercarse a la casa de verano y cumplir su cometido.

***


Llegó al centro de Helsinki la capital de Finlandia. A puro aventón lo había logrado y no solo eso, si no que hasta le habían recomendado donde podría buscar trabajo, de lo único que podría hacer como un humano; cantar.
Fue a un bar café y se presentó ante el gerente, el cual buscaba un cantante para la banda del lugar. Sin más hizo la audición y las personas que estaban presentes quedaron cautivadas por Korppi quien cantó una balada de las que solía dedicarle en secreto a Nelia.


Tras salir del bar-café lo hizo con una gran sonrisa en sus labios ya tenia trabajo y era por tiempo indefinido ahora necesitaba hacer que Nelia lo conociera como si todo fuese casualidad.


La capacidad cognitiva con la que había sido premiado lo agradeció, porque en menos de un día lo planeo todo, desde el apartamento que el dueño del bar le había prestado, y que luego le pagaría con su trabajo. Todo consistía en hacer enviar una invitación a la casa de verano de Nelia, en la cual se le pedía asistir a la reapertura del lugar, pero Korppi se aseguró que mas personas de lugar recibieran una para que todo se viera casual.


El día del recital llegó, el cual era solo una semana después de su nueva vida como humano. Se había acostumbrado a su nuevo cuerpo y a la capacidad de poder hablar y ser escuchado, en especial por las féminas, las cuales siempre querían saber más de él. En el transcurso de la semana había vuelto al lago donde había sido por ultima vez cuervo, con la esperanza de ver al bello animal que le hizo realidad su sueño, sin embargo no la encontró, pero en el fondo de su ser, sabia que ella lo observaba e inclusive sentía su pesar.


-¿Por qué?- se pregunto Korppi, si él era tan feliz, porque ella se sentía así.


Subió al escenario con la ropa que habían dispuesto para él; un pantalón de mezclilla negros, una camisa gris manga larga, y además en su cabello quiso traer puesto el recuerdo de su vida anterior; las plumas, se colocó tres entre los cabellos y salió ante el publico que lo esperaba, pero ella aún no llegaba.


Comenzó a cantar y cuando estaba a punto de terminar la primera canción Nelia llegó. La chica de piel aterciopelada, con su cabello azabache que caía en ondas hasta la cintura, de una belleza solo comparable con la de una diosa y una juventud envidiable, y todo eso a los casi 18 años, mientras que Korppi aparentaba unos 28.


La vio acercarse hasta una de las mesas vacías que habían cerca del escenario y solo hasta ese momento pudo comprobar el color de sus ojos; unos azules que lo hicieron perderse por un momento en ellos y olvidarse que debía seguir cantando.
Volvió en si y continuó con el show sin apartarle la mirada ni un momento. La observó con detenimiento, cada gesto, cada movimiento grabándolo en su mente para la eternidad. Estaba maravillado, todo se estaba dando como lo había planeado ahora solo faltaba hablar con ella, pero para eso había tiempo…


Y tiempo era lo que Korppi no tenía.


Él la invitó a sentarse en su mesa, para conocerla mejor, y ver si había causado una impresión en ella. No tardo mucho en descubrir que la había cautivado, y que le emocionaba platicar con él. Así que la invito a su próxima presentación con la esperanza de volverla a ver, a lo que ella acepto encantada.


Ella llegó ese día, y el otro y así estuvo yendo al bar-café, por casi dos semanas en las cuales Korppi pudo conocerla en su plenitud, cada detalle de su vida, cada manía, cada afición, cada descubrimiento era una maravilla que lo hacia enamorarse más de Nelia. Inclusive  supo la razón  por la cual odiaba –para su pesar–  a los cuervos.


Pero entonces, el día que  se besaron por primera vez, todo cambió.


Era de medianoche, la ultima del verano en la cual Korppi había planeado una velada a la luz de la luna llena, para declararle su amor, un amor que no era joven sino de antaño. Ella llegó puntual como siempre, comieron, bebieron del vino local y luego le declaró su amor en una canción en la cual le narraba por completo toda su historia, desde que fue un cuervo hasta el hoy.


Nelia encantada por la historia que parecía no ser real, le confeso también su amor para sellarlo con un beso prometido de tiempo atrás, y fue ahí cuando todo pasó.


En un segundo Korppi tenia entre sus labios los de Neila para el otro instante quedar besando la nada. Pero eso no fue lo único que lo asusto y lo hizo volver a la realidad de la situación sino que sentía frio, un frio que le hacia temblar completamente su cuerpo, que era mas como si le estuviesen clavando puñaladas por todo su cuerpo.


Se recostó en lo que parecía ser hielo y en lugar de calentarse se enfrió más, hasta el grado de castañearle los dientes fuertemente. Abrió sus ojos para encontrarse con la noche como debía ser, pero no con una tormenta de nieve, no cuando era verano…no cuando en realidad era invierno la estación del momento.


Sin entender que era lo que estaba pasando, intento ponerse en pie, pero entonces descubrió que no había tal cosa, que solo una pata…una de un cuervo estaba bajo de él, extendió su brazo y una ala fue lo que extendió, elevó su cabeza y quiso gritar a todo pulmón de desesperación, y fue ahí cuando se detuvo y la vio; la aurora boreal en todo su esplendor irradeciente en el cielo negro, un cielo que competía con el color de su corazón en ese momento, porque no era justo, no lo era, se había dejado llevar por una ilusión una que ella; el animal de la cola de fuego, había creado para él.


-¿¡Por qué!?, ¿¡Por qué!?- gritó furioso hacia el cielo una y otra vez hasta que su voz no pudo salir mas, hasta que quedo sin fuerzas para gritarle otra vez.


Korppi no entendía porque ella había jugado así con su mente, solo para herirlo de una manera inigualable, por que lo había dejado llegar hasta un punto mas allá de lo pensado; ella enamorada de él, su Nelia confesándole un amor que nunca seria capaz de sentir y todo por culpa de Neko y la circunstancias.


Por su culpa Nelia odiaba a los curvos, ella se lo había descrito tal cual era; plumas negras y al final una terminación de blanco, Neko había atacado a su mascota; su canario, de manera brutal y frente a ella, pero entonces se puso  a pensar si no era otra ilusión de la aurora boreal para acabar con él definitivamente, porque seria capaz de buscar a Neko y hacerle pagar por el sufrimiento que infringió hacia Nelia.


Caminó arrastrando las patas sobre el hielo hasta llegar a la orilla del lago congelado, no podía seguir en el mismo lugar y dejar que la aurora siguiera lastimando su mente, porque solo ella sabia cuanto lo había herido.


Ella lo vio marcharse, emprendiendo un vuelo penoso y doloroso, quiso detenerlo y explicarle el porque de las cosas, pero no fue capaz de bajar en su forma animal y enfrentar su mirada, se odiaba a si misma lo supo desde que accedió a cumplir su deseo que esto pasaría, pero ¿qué otra cosa  podía hacer ella?, solo era una facilitadora de sueños, nada de lo que hacia era real, nada.


Korppi volvió a su hogar; el bosque, el que aún permanecía tal y como siempre lo estuvo, se posiciono sobre su rama favorita; la que tenia vista hacia la casa de verano y se dispuso a contemplarla, como siempre lo hizo, como siempre lo haría hasta el fin de sus días, porque sabia que nunca podría hacer nada de lo que vivió en su sueño de fantasía, y ahora seria mucho peor porque tenia un recuerdo de lo vivido por su mente, el cual lo acompañaría para siempre haciéndolo feliz e infeliz al mismo tiempo.


Pero de una cosa él estaba seguro, lo vivido había sido mas que divino, y con ese pensamiento voló hacia la casa de verano la que solo podía ver de lejos, evitando así que el recuerdo lo hiriera mas y lograr que agua cristalina rodara por su rostro, exteriorizando lo que su corazón sentía; infinita agonía.






FIN

























*Korppi: pájaro en finés.






















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