Esta historia la hice hace 2 años atrás, lo sé!! lo sé!! ¿porqué hasta ahora la publico?
muy simple, estaba perdida en mis archivos, es mas ni recordaba que la había escrito hasta hace unos días que hice recopilación de mis escritos.
El tenia un deseo, con el cual vivia día y noche, tener lo imposible,
el dia que se hizo realidad, ese día todo cambió,
pero ¿acaso para bien o para mal? porque deseaba mas de lo que podía tener...
-Korppi-
En un bosque
iluminado por la luna, lleno de abedules de color blanco, por la nieve de
noviembre que cubría toda la vegetación en Finlandia, vivía un ave cuyo plumaje
negro contrastaba con el ambiente. Sus ojos miraban con tristeza hacia el
horizonte, donde se encontraba la casa de verano en la que soñaba vivir, pues
cuando sus dueños llegaban los pájaros lo hacían también.
Los trataban como si
fueran sus mascotas, eran bien recibidos, les daban de comer, de beber y hasta
habían hecho un jardín en el cual cualquier animal desearía vivir. Pero había
un gran problema por el cual él no podía ni siquiera asomarse en vuelo; sus plumas
eran negras, y ella, la chica que mimaba a los pájaros le tenía pavor a los de
su linaje, y eso lo entristecía enormemente.
Sus ojos se nublaron
ante el recuerdo del color de sus plumas, extendió sus hermosas alas pero no
para volar, sino para dejar que la nieve cayera sobre ellas y así hacerlas
blancas. Giró su cuello a la derecha y con pesar en sus ojos vio la
transformación instantánea, pero eso no lo hizo feliz, pues no era su color lo
que quería cambiar, era algo más.
Tarde se dio cuenta
que alguien lo observaba y rápidamente guardó sus alas para ocultar ese deseo
que vivía en su ser. Elevó su cabeza fijando la mirada a la rama que estaba
sobre él y descubrió al intruso: su vecino de árbol, su igual, el que decía
conocer su más anhelado deseo, pero estaba equivocado como lo estaban todos los
demás.
-¡Já! Otra vez estas
contemplando tus alas blancas.- dijo
burlonamente el cuervo. Rápidamente extendió sus alas para volar hasta
él. Si bien era su igual en especie habían diferencias, y la más visible eran
sus alas, estas eran negras pero al final la coloración se iba volviendo mas
pálida, hasta llegar al tono blanco.
-No es asunto tuyo
Neko.- No era asunto de nadie, pero al parecer no pensaban igual que él. Desde
que descubrió lo que pasaba en la casa de verano, su forma de ser cambió, todos
se interesaron mas él, pero no por ser sus amigos, sino por el chisme que
generaba.
-Korppi, te has
vuelto tan amargado.-Le confesó Neko, quien conoció su parte alegre.- Necesitas
emparejarte y volar lejos, olvidar de una buena vez querer ser un pájaro
multicolor.- dijo con soberbia el ave.
Pero él no quería ser
un pájaro y ya estaba cansado de decirlo, nadie le creía y de ahí que le llamaran
Korppi. No era su nombre real pero le gustaba. Sin querer seguir escuchando los
reclamos de Neko, extendió sus alas y voló lejos, ignorando el replique de su
vecino por su partida repentina.
Voló y voló hasta
donde el viento se lo permitió. Descendió en
un majestuoso acto plegando sus alas que imitaban la seda, mientras posaba sus patas sobre el hielo que cubría el
lago al que solía venir siempre, y caminó hasta el orificio que los pescadores solían
dejar. Tomó un poco de la congelada agua, y al instante le quemó su garganta,
pero poco le importo, observó su reflejo en el agua mientras calmaba el dolor
de su boca, y se sorprendió de ver la tristeza en sus ojos verdes.
No podía evitarlo, la
extrañaba, aunque fuera de lejos le gustaba verla y escucharla cantar, porque
ella les cantaba a los pájaros, pero no a él. Y no pudo evitar recordar la
primera vez que se acercó al jardín como lo hacían los otros pájaros, y verla
huir horrorizada por su presencia, en esa ocasión no le molesto tanto, pero
luego cuando cada día lo intentó hacer nuevamente, comprendió que no era
bienvenido como las otras aves.
Y sin más metió su
cabeza en la gélida agua para tratar de borrar esos recuerdos. El agua si bien
no cumplió con lo esperado lo hizo despertar de su locura, sacudió su cabeza
que dolía como si lo hubieran aplastado con un martillo y caminó lejos del
agujero de la mentira. Contempló el
cielo negro con esperanza, algo debía de cambiar para poder ser feliz, y
mientras algo se le ocurría, comenzó a cantar. Todos decían que quería ser un
pájaro y tal vez él tenía la culpa de que pensaran así, por actuar como uno.
Pero solo se le había grabado en su mente el actuar de esos plumíferos, no
quería ser como ellos, pero quería estar con ellos, o mejor dicho con ella.
Cantó y cantó hasta
que su voz o su pesar se lo permitió, porque cuando cantaba lo hacia pensando
en ella; Nelia. La chica que amaba a las aves pero no a él. Volvió a elevar su
cabeza al cielo para evitar que el líquido de sus ojos se saliera, y se
encontró maravillado de lo que se estaba perdiendo por tener la cabeza agachada.
El cielo negro ahora
estaba cubierto por muchos colores brillantes que se movían rápidamente en movimientos
sutiles. Quedó maravillado, pues tenía mucho tiempo de no ver el espectáculo
del zorro de la cola de fuego, como le llamaban los humanos a la aurora boreal.
Nunca lo había visto en
su forma animal ni esperaba verlo, pero cuando descendió del cielo el zorro que
parecía mas un lobo blanco con sus luminiscentes colores en su cola, se quedó
sin palabras y recordó la leyenda que su madre le solía contar. “el de la cola de fuego cumple deseos mi
pequeño, cuando lo veas no dudes en pedirlo desde el fondo de tu corazón” .
Pero no pudo hablar, estaba tan maravillado de la belleza del animal que las
palabras se le atragantaron en la garganta.
Pero entonces fue
ella, el animal de la cola de fuego, la que habló en su mente y le hizo saber
que conocía su deseo pero que no quería concedérselo, a lo cual Korppi la vio
con tristeza inmediata, sabia que esa era la única oportunidad de alcanzar sus
deseos y la haría cambiar de opinión, tenia que hacerlo o de lo contrario…perecería
de agonía.
Ella entendía sus
razones y era por eso que no quería hacerlo. Siempre lo había observado desde
la lejanía del cielo. Él siempre iba a cantar a ese lago; rodeado de arboles, y
lleno de múltiples flores de colores incorrectos, sin importar en que estación del año
estuvieran pero ella solo podía bajar hasta él en invierno, tal y como lo había
hecho hoy.
Quería apartar esa
mirada acongojada de su rostro, ya que lo último que quería era verlo sufrir, y
con eso en mente le cumplió su deseo sabiendo que se arrepentiría de haber
caído ante su encanto natural.
***
Korppi despertó
desorientado y muy aturdido, sin saber donde estaba, no reconocía nada
inclusive su propio ser. Levantó frente a él una de sus manos, ¡tenia manos!, y
la miró. Le comenzó a temblar, pero no por miedo sino de entusiasmo…ahora era
humano. Se puso en pie con mucha dificultad pero rápidamente le entendió al
mecanismo de la movilidad de sus extremidades, y deambulo por la casa, la cual
no tenia en su memoria. Estaba completamente llena de muebles cubiertos por
sabanas blancas, pero no tenia cabeza para disfrutar de la belleza que poseía
esa morada, ya de por si los candelabros de cristal que colgaban en la sala
principal daban un indicio de lo que podía llegar a encontrar mas allá.
Pero lo que ocupaba
con urgencia era un espejo, lo buscó y buscó por todos lados con desesperación
pero tal parecía que no había ninguno, y eso lo angustio, algo estaba pasando,
algo que estaba fuera de su mente para llegar a saberlo o adivinarlo.
Se asomó a la ventana
y sin darse cuenta de lo que estaba haciendo vio su reflejo ante él, y lo único
que reconoció fue el color de sus ojos, ese verde esmeralda que ahora era
acompañado por una nariz pequeña, unos labios de perfecta simetría en un rostro
rectangular. Lo palpo todo una y otra vez para comprobar que era real que nada
era un sueño, inclusive jaloneó un mechón de su cabellera negra y lacia para
tratar de despertar si era eso un sueño. ¡Pero no!, no estaba soñando y entre mas
veces se repetía eso en su mente mas crecía el jubilo en su interior
exteriorizándolo en una gran sonrisa que mostraba sus perfectos y blancos
dientes.
Pero tan pronto se le
paso el entusiasmo por su nuevo cuerpo, vio a través de la ventana, lo que podría
ser el dueño de la casa, quien no venia solo, venia acompañado nada menos que
de Neila.
-¡Estoy en su casa!-
gritó emocionado, pero rápidamente recordó que era un intruso y uno ¡desnudo!.
Bajó su vista y comprobó su estado de desnudes no podía nadie verlo así, por lo
que corrió a retirar una sabana blanca de un mueble que estaba opuesto a él y
se la puso alrededor de la cintura.
-¡Que emocionante es
ser un humano!.- susurró para si mismo con gran algarabía Korppi, mientras corría
y buscaba una salida trasera para no ser descubierto.
***
Corrió hasta la parte
trasera de la casa y se paró en seco tras descubrir que pisaba el musgo verde
cálido, elevó el rostro y vio un cielo azul; era verano, y ahí lo comprendió,
no solo su cuerpo había cambiado también la línea del tiempo y el destino, y
supo entonces que eso no era bueno.
Tenía que conseguir
algo de ropa y pensar como acercarse a la casa y a ella. Caminó unos cuantos
metros y entró a hurtadillas en un jardín vecino, en el cual tenían ropa
secando al sol, sin pensarlo dos veces tomó un pantalón negro y una camisa
blanca y las vistió al instante, pero ocupaba zapatos y esos no los veía por
ningún lado, así que se acerco más y más hasta llegar a la ventana y comprobar
si habían personas, pero para su suerte tal parecía que estaba vacía. Se fue
hacia la parte delantera de la casa y metió la mano por la ventana que estaba
entreabierta, la abrió más y logró entrar.
Deambuló por toda la
casa sin dar con los benditos zapatos, mientras su corazón latía a mil por hora
por la zozobra de ser descubierto en el acto vandálico que estaba haciendo. Ya
cuando estuvo en la segunda planta se encontró con un par de tenis azules que
estaban tirados frente a una puerta, sin mas los tomó y salió corriendo como si
la vida pendiera de ello hacia el bosque, uno que conocía muy bien.
***
Cuando llegó a la
región donde solía estar su árbol se sorprendió al ver que ahora había una casa
justo donde vivía él y sus vecinos, por un momento se sintió abandonado, como
si no perteneciera al lugar, y comenzó a hiperventilar hasta que sus piernas no
resistieron su peso dejándolo caer sobre el pasto.
Ya calmado se dispuso
a caminar hacia la carretera, tenia que idear un plan para acercarse a la casa
de verano y cumplir su cometido.
***
Llegó al centro de
Helsinki la capital de Finlandia. A puro aventón lo había logrado y no solo
eso, si no que hasta le habían recomendado donde podría buscar trabajo, de lo
único que podría hacer como un humano; cantar.
Fue a un bar café y
se presentó ante el gerente, el cual buscaba un cantante para la banda del lugar.
Sin más hizo la audición y las personas que estaban presentes quedaron
cautivadas por Korppi quien cantó una balada de las que solía dedicarle en
secreto a Nelia.
Tras salir del
bar-café lo hizo con una gran sonrisa en sus labios ya tenia trabajo y era por
tiempo indefinido ahora necesitaba hacer que Nelia lo conociera como si todo
fuese casualidad.
La capacidad
cognitiva con la que había sido premiado lo agradeció, porque en menos de un
día lo planeo todo, desde el apartamento que el dueño del bar le había
prestado, y que luego le pagaría con su trabajo. Todo consistía en hacer enviar
una invitación a la casa de verano de Nelia, en la cual se le pedía asistir a
la reapertura del lugar, pero Korppi se aseguró que mas personas de lugar
recibieran una para que todo se viera casual.
El día del recital
llegó, el cual era solo una semana después de su nueva vida como humano. Se
había acostumbrado a su nuevo cuerpo y a la capacidad de poder hablar y ser
escuchado, en especial por las féminas, las cuales siempre querían saber más de
él. En el transcurso de la semana había vuelto al lago donde había sido por
ultima vez cuervo, con la esperanza de ver al bello animal que le hizo realidad
su sueño, sin embargo no la encontró, pero en el fondo de su ser, sabia que
ella lo observaba e inclusive sentía su pesar.
-¿Por qué?- se
pregunto Korppi, si él era tan feliz, porque ella se sentía así.
Subió al escenario
con la ropa que habían dispuesto para él; un pantalón de mezclilla negros, una
camisa gris manga larga, y además en su cabello quiso traer puesto el recuerdo
de su vida anterior; las plumas, se colocó tres entre los cabellos y salió ante
el publico que lo esperaba, pero ella aún no llegaba.
Comenzó a cantar y
cuando estaba a punto de terminar la primera canción Nelia llegó. La chica de
piel aterciopelada, con su cabello azabache que caía en ondas hasta la cintura,
de una belleza solo comparable con la de una diosa y una juventud envidiable, y
todo eso a los casi 18 años, mientras que Korppi aparentaba unos 28.
La vio acercarse
hasta una de las mesas vacías que habían cerca del escenario y solo hasta ese
momento pudo comprobar el color de sus ojos; unos azules que lo hicieron
perderse por un momento en ellos y olvidarse que debía seguir cantando.
Volvió en si y
continuó con el show sin apartarle la mirada ni un momento. La observó con
detenimiento, cada gesto, cada movimiento grabándolo en su mente para la
eternidad. Estaba maravillado, todo se estaba dando como lo había planeado
ahora solo faltaba hablar con ella, pero para eso había tiempo…
Y tiempo era lo que
Korppi no tenía.
Él la invitó a
sentarse en su mesa, para conocerla mejor, y ver si había causado una impresión
en ella. No tardo mucho en descubrir que la había cautivado, y que le
emocionaba platicar con él. Así que la invito a su próxima presentación con la
esperanza de volverla a ver, a lo que ella acepto encantada.
Ella llegó ese día, y
el otro y así estuvo yendo al bar-café, por casi dos semanas en las cuales
Korppi pudo conocerla en su plenitud, cada detalle de su vida, cada manía, cada
afición, cada descubrimiento era una maravilla que lo hacia enamorarse más de
Nelia. Inclusive supo la razón por la cual odiaba –para su pesar– a los cuervos.
Pero entonces, el día
que se besaron por primera vez, todo
cambió.
Era de medianoche, la
ultima del verano en la cual Korppi había planeado una velada a la luz de la
luna llena, para declararle su amor, un amor que no era joven sino de antaño.
Ella llegó puntual como siempre, comieron, bebieron del vino local y luego le
declaró su amor en una canción en la cual le narraba por completo toda su
historia, desde que fue un cuervo hasta el hoy.
Nelia encantada por
la historia que parecía no ser real, le confeso también su amor para sellarlo
con un beso prometido de tiempo atrás, y fue ahí cuando todo pasó.
En un segundo Korppi
tenia entre sus labios los de Neila para el otro instante quedar besando la
nada. Pero eso no fue lo único que lo asusto y lo hizo volver a la realidad de
la situación sino que sentía frio, un frio que le hacia temblar completamente
su cuerpo, que era mas como si le estuviesen clavando puñaladas por todo su
cuerpo.
Se recostó en lo que
parecía ser hielo y en lugar de calentarse se enfrió más, hasta el grado de
castañearle los dientes fuertemente. Abrió sus ojos para encontrarse con la
noche como debía ser, pero no con una tormenta de nieve, no cuando era
verano…no cuando en realidad era invierno la estación del momento.
Sin entender que era
lo que estaba pasando, intento ponerse en pie, pero entonces descubrió que no
había tal cosa, que solo una pata…una de un cuervo estaba bajo de él, extendió
su brazo y una ala fue lo que extendió, elevó su cabeza y quiso gritar a todo
pulmón de desesperación, y fue ahí cuando se detuvo y la vio; la aurora boreal
en todo su esplendor irradeciente en el cielo negro, un cielo que competía con
el color de su corazón en ese momento, porque no era justo, no lo era, se había
dejado llevar por una ilusión una que ella; el animal de la cola de fuego,
había creado para él.
-¿¡Por qué!?, ¿¡Por
qué!?- gritó furioso hacia el cielo una y otra vez hasta que su voz no pudo
salir mas, hasta que quedo sin fuerzas para gritarle otra vez.
Korppi no entendía
porque ella había jugado así con su mente, solo para herirlo de una manera
inigualable, por que lo había dejado llegar hasta un punto mas allá de lo
pensado; ella enamorada de él, su Nelia confesándole un amor que nunca seria
capaz de sentir y todo por culpa de Neko y la circunstancias.
Por su culpa Nelia
odiaba a los curvos, ella se lo había descrito tal cual era; plumas negras y al
final una terminación de blanco, Neko había atacado a su mascota; su canario,
de manera brutal y frente a ella, pero entonces se puso a pensar si no era otra ilusión de la aurora
boreal para acabar con él definitivamente, porque seria capaz de buscar a Neko
y hacerle pagar por el sufrimiento que infringió hacia Nelia.
Caminó arrastrando
las patas sobre el hielo hasta llegar a la orilla del lago congelado, no podía
seguir en el mismo lugar y dejar que la aurora siguiera lastimando su mente,
porque solo ella sabia cuanto lo había herido.
Ella lo vio
marcharse, emprendiendo un vuelo penoso y doloroso, quiso detenerlo y
explicarle el porque de las cosas, pero no fue capaz de bajar en su forma
animal y enfrentar su mirada, se odiaba a si misma lo supo desde que accedió a
cumplir su deseo que esto pasaría, pero ¿qué otra cosa podía hacer ella?, solo era una facilitadora
de sueños, nada de lo que hacia era real, nada.
Korppi volvió a su
hogar; el bosque, el que aún permanecía tal y como siempre lo estuvo, se
posiciono sobre su rama favorita; la que tenia vista hacia la casa de verano y
se dispuso a contemplarla, como siempre lo hizo, como siempre lo haría hasta el
fin de sus días, porque sabia que nunca podría hacer nada de lo que vivió en su
sueño de fantasía, y ahora seria mucho peor porque tenia un recuerdo de lo
vivido por su mente, el cual lo acompañaría para siempre haciéndolo feliz e
infeliz al mismo tiempo.
Pero de una cosa él
estaba seguro, lo vivido había sido mas que divino, y con ese pensamiento voló
hacia la casa de verano la que solo podía ver de lejos, evitando así que el
recuerdo lo hiriera mas y lograr que agua cristalina rodara por su rostro,
exteriorizando lo que su corazón sentía; infinita agonía.
FIN
*Korppi:
pájaro en finés.
Me gusta como escribes, en serio escribes muy padre
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